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Madrid y la arquitectura emocional de Secundino Zuazo
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Rubén Amón

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Madrid y la arquitectura emocional de Secundino Zuazo

El Goya al mejor corto de ficción evoca el ingenio de un maestro cuyo repertorio comprende la Casa de las Flores, los Nuevos Ministerios, la Colonia San Cristóbal y el Palacio de la Música

Foto: Edificio del Palacio de la Música, ubicado en la Gran Vía de Madrid
Edificio del Palacio de la Música, ubicado en la Gran Vía de Madrid
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La historia de Andrea y Sebas es la de una pareja sentimental de los cincuenta alejada por la distancia social e inconsciente de que su casa la ha concebido el mismo arquitecto. Podemos entender la “ignorancia” por las diferencias estéticas y funcionales de las residencias que los alojan. Ella vive en un pisazo de lujo en la orilla del Retiro. Él reside en una colonia de empleados de la EMT en la periferia de Madrid, aunque el crecimiento de la ciudad hacia el norte ha ido aproximando el complejo de San Cristóbal.

Así se llama la barriada proletaria que planificó el arquitecto vizcaíno Secundino Zuazo (1887-1970). Se trataba de alojar a familias de conductores de autobuses en espacios restringidos, pero las limitaciones no contradijeron el ingenio de la distribución ni el esmero de la estética.

Foto: 'Arabella'. (Tatro Real/Javier del Real)

Zuazo era un arquitecto de sensibilidad funcional y un urbanista visionario. Lástima que su visión de Madrid en la Segunda República se truncara cuando empezó a tomar cuerpo el gran proyecto de los Nuevos Ministerios. Franco inauguró las obras terminadas. Y se atribuyó una dimensión megalómana de la ciudad que no formaba parte de las intenciones de Secundino Zuazo. El arquitecto repudiado se había inspirado en la sobriedad de El Escorial y en la pureza de las líneas y de las formas.

Tiene sentido acordarse del maestro vasco porque el Goya al mejor cortometraje de ficción ha sido otorgado hace unos días a León Siminiani por todos los méritos que reúne la “Arquitectura de la emoción”. Ficción quiere decir que la historia de amor de Andrea y Sebas es una licencia narrativa, pero casi toda la trama amorosa transcurre en los espacios que había “diseñado” Secundino Zuazo antes de la irrupción del franquismo.

La vulgaridad y la zafiedad del régimen contraindicaban la clarividencia arquitectónica de Zuazo. Las grandes obras del caudillo fueron la desgracia del Valle de los Caídos y los pastiches imperialistas que deterioran la imagen de la ciudad en la entrada de la carretera de La Coruña. Tan horrendo es el Arco de Triunfo como la sede actual del distrito municipal de Moncloa (la ex iglesia circular). O como la grandilocuencia barata donde se aloja el edificio del Ejército del Aire, frente a los arcos de Moncloa.

Foto:

Tiene sentido remarcar el barrio porque muy cerca de las aberraciones franquistas se encuentra el prodigio de la Casa de las Flores. No reparan en ella demasiado los transeúntes. Ni se percatan de la armonía formal con que Secundino Zuazo conjuga las líneas y el ladrillo, aunque el gran misterio del edificio se aloja en el frondoso jardín interior. Y en el ingenio con que el arquitecto bilbaíno integró la naturaleza en la ciudad (y viceversa).

El maestro Zuazo desarrolló una versátil trayectoria fuera de Madrid. Lo demuestran los edificios de Correos de Bilbao y de Santander, las estaciones ferroviarias de la línea Cuenca-Utiel y el convento de las Carmelitas de Zaragoza, pero la gran impronta se identifica en el itinerario estético y “emocional” de la capital española. Y no solo con las grandes obras de ladrillo que suscriben la capacidad adaptativa del arquitecto —el hermoso Palacio de la Música— sino con una miniatura arquitectónica que se encuentra en la calle doctor Esquerdo y cuyo enunciado redunda en el viaje a la memoria: “La Moderna Apicultura. Mieles. Desde 1919”.

La historia de Andrea y Sebas es la de una pareja sentimental de los cincuenta alejada por la distancia social e inconsciente de que su casa la ha concebido el mismo arquitecto. Podemos entender la “ignorancia” por las diferencias estéticas y funcionales de las residencias que los alojan. Ella vive en un pisazo de lujo en la orilla del Retiro. Él reside en una colonia de empleados de la EMT en la periferia de Madrid, aunque el crecimiento de la ciudad hacia el norte ha ido aproximando el complejo de San Cristóbal.

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