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Las tres balas de Sánchez para liquidar a Feijóo
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Rubén Amón

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Las tres balas de Sánchez para liquidar a Feijóo

El presidente del Gobierno aspira a descarrilar al líder del PP con una campaña de desprestigio personal, el fantasma de la corrupción y la relación envenenada con Vox

Foto: Pedro Sánchez, ante una intervención de Feijóo en el Senado. (EFE/Fernando Alvarado)
Pedro Sánchez, ante una intervención de Feijóo en el Senado. (EFE/Fernando Alvarado)
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La estrategia escapista con que Sánchez elude explicar los desmanes políticos ha permitido conocer, al mismo tiempo, el enfoque de su plan de demolición de Feijóo. Se trata de malograr la alternativa del líder popular en un ardid triangular que le resultaría insoportable: la campaña de desprestigio personal, la sombra de la corrupción y la relación con Vox. ¿Conseguirá su objetivo el presidente del Gobierno? ¿Qué soluciones puede oponer Feijóo al planteamiento electoral de su perfecto antagonista?

La bala de bronce: desprestigio personal

No se atrevió Sánchez a mencionar explícitamente la imagen de Feijóo en la embarcación del narco gallego Marcial Dorado, pero aludió a ella desde una acidez elocuente: "Si yo me subo a un barco, miro quién es el patrón".

El golpe bajo trascendió con ocasión de la última sesión de control y en ausencia del presidente del PP. Y como cortafuegos a las explicaciones que reclamaba la portavoz, Gamarra, a propósito de la reforma del solo sí es sí.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)

La maniobra disuasoria de Sánchez exhumaba una fotografía bastante manoseada y amortizada como para considerarla ya peligrosa. Porque data de 1995. Y porque refleja en sí misma la desesperación con que el patriarca socialista indaga en los puntos débiles de su adversario.

La irrupción de Feijóo ha sido una mala noticia en el porvenir del proyecto sanchista. Le resultaba más asequible la competencia mojigata de Casado. Y va a resultarle más difícil convencer a la opinión pública —y a los votantes dubitativos— de que Feijóo frecuenta a los capos del narcotráfico y carece de cualificación para ocupar los despachos de la Moncloa.

Es el argumento que Sánchez ha repetido en los duelos a campo abierto del Senado. Y que no termina de prosperar. Feijóo ha logrado cuatro mayorías absolutas en Galicia. Se dedica a la política desde 1991. Y no parece que sus deslices marianistas, entre Orwell y los galimatías verbales, amenacen la credibilidad de su candidatura. Menos aún cuando es al patrón Sánchez a quien se le podría restregar el trajín de los polizones. El caso de los compadres de ERC es tan evidente como el de los bucaneros de Bildu.

La bala de plata: corrupción

La actualidad inquietante de la Kitchen y la condena a tres años de cárcel del expresidente murciano Pedro Antonio Sánchez demuestran que al PP todavía lo acechan los fantasmas del pasado. Es la resaca de los escándalos de corrupción que caracterizaron el fin de época de Rajoy. Y que se le presentan a Feijóo como una hipoteca pendiente de liquidación.

Se explica así mejor la directriz sanchista de amalgamar los tiempos y las responsabilidades, como si el PP actual tuviera una relación orgánica con la putrefacción y resultara inaceptable rehabilitarlo en la Moncloa.

"Sucede que las fechorías de Tito Berni —fuera y dentro del Parlamento— se le han atragantado a Sánchez cuando menos le convenían"

El problema de semejante planteamiento retrospectivo no solo consiste en que el Partido Popular ya ha pagado buena parte de la factura con la caída de Rajoy y el escarmiento inmediato de las urnas. Sucede, además, que las fechorías de Tito Berni —fuera y dentro del Parlamento— se le han atragantado a Sánchez cuando menos le convenían. Y no es que pueda compararse, en absoluto, la trama de la corrupción canaria con el escándalo de la estructura parapolicial y parajudicial de la Kitchen, pero la novedad del caso Mediador y los detalles pintorescos que lo caracterizan deterioran la ejemplaridad con que Sánchez aspiraba desenmascarar al PP.

Igual que Feijóo no puede esconder el pasado abyecto del PP en la tramoya del Tito Berni, al PSOE va a resultarle muy difícil vincular al presidente gallego con las atrocidades pretéritas de Génova 13. Tiene sentido que los populares sigan pagando por ellas —la Fiscalía Anticorrupción reclama 15 años de cárcel al exministro Fernández Díaz—, pero no hasta el extremo de considerarlas una razón de envergadura para destronar a Feijóo.

La bala de oro: la relación con Vox

Pedro Sánchez va a encargarse de demostrar a la opinión pública que Vox y el PP representan una misma fórmula política. Lo probaría el cogobierno de Castilla y León. Y lo haría la solidaridad inmediata con que Núñez Feijóo ha pedido la cabeza de la secretaria de Estado de Igualdad, Rodríguez Pam, por haberse regocijado con el aborto fallido de la madre de Abascal.

Podrá objetar el líder gallego que no intervino en el pacto castellanoleonés porque todavía no estaba al mando del partido. Y que el mensaje solidario al líder de Vox significa un mero ejercicio de sensibilidad y camaradería.

Foto: La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez. (EFE/Kiko Huesca)

De hecho, el esperpento de la moción de censura que encabeza Tamames permitirá al PP exponer todas las discrepancias. Y distanciarse de la amalgama mediático-política con que Pedro Sánchez vincula la derecha con la ultraderecha en una suerte de binomio indivisible.

Se entiende así mejor la relevancia que adquieren las elecciones municipales y autonómicas. No ya porque dirimen los humores electorales camino de las generales a semejanza de una meta volante, sino porque condicionan o determinan la política de pactos de Núñez Feijóo. ¿Será capaz de renunciar a gobiernos autonómicos y ayuntamientos relevantes con tal de evitar una relación política explícita, orgánica, con Vox?

Le conviene a Feijóo preservarse de Abascal si aspira a una victoria clara en diciembre. Y si pretende atraerse a los huérfanos de Cs y a los votantes socialdemócratas que reniegan del sanchismo. La tentación de recuperar mucho poder territorial a corto plazo arriesga convertirse en una opción demasiado codiciosa respecto al gran objetivo de la evacuación de Sánchez.

La estrategia escapista con que Sánchez elude explicar los desmanes políticos ha permitido conocer, al mismo tiempo, el enfoque de su plan de demolición de Feijóo. Se trata de malograr la alternativa del líder popular en un ardid triangular que le resultaría insoportable: la campaña de desprestigio personal, la sombra de la corrupción y la relación con Vox. ¿Conseguirá su objetivo el presidente del Gobierno? ¿Qué soluciones puede oponer Feijóo al planteamiento electoral de su perfecto antagonista?

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