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Todos contra Ayuso (y el peligro de la euforia)
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Todos contra Ayuso (y el peligro de la euforia)

La ruptura con la ultraderecha y el hundimiento de la ultraizquierda predisponen un escenario de mayoría absoluta, pero no conseguirla podría percibirse como una decepción que no disgusta del todo a Feijóo

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto de precampaña del PP en Valencia. (EFE/Ana Escobar)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto de precampaña del PP en Valencia. (EFE/Ana Escobar)
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La encuesta que publicaba El Confidencial este lunes ubica a Díaz Ayuso en el umbral de la mayoría absoluta. Y no solo por los méritos específicos de la presidenta madrileña, sino porque la fragmentación de la izquierda malogra la representación de Podemos, al quedarse por debajo del 5%.

El hundimiento de la marca morada implica un nuevo esquema parlamentario en el reparto de escaños, de tal manera que Pablo Iglesias se ha convertido en el mejor garante de la gloria de Ayuso. No solo porque moviliza a la derecha, sino porque desmoviliza la grey de Podemos hasta desfigurar el partido y convertirlo en el factor decisivo de la magavictoria ayusista.

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Se juega en milímetros la mayoría absoluta en Madrid. De hecho, el mayor problema que concierne al PP no consiste en la certeza de la victoria ni en la seguridad de volver a gobernar, sino en las expectativas triunfalistas.

La hipótesis de no alcanzar la mayoría absoluta podría percibirse como una decepción, aunque la presidenta madrileña ha conseguido gestionar a su favor las fuerzas y contrapesos de que dispone. Un buen ejemplo es la balcanización de la izquierda. Y otro consiste en hacerle la competencia a Vox en las batallas culturales y en el antagonismo a Sánchez. Por eso Ayuso frivolizó con la ley trans en el contexto de la paridad, y por idénticos motivos enfatizó que el aborto es un asesinato. Quiere Ayuso atraer para sí al votante ultraderechista. Y le conviene que se desmadeje la ultraizquierda.

Foto: Isabel Díaz Ayuso en un pleno en la Asamblea de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez) Opinión
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El planteamiento se antoja astuto e inteligente, pero se expone a ciertas contraindicaciones. Hasta qué extremo, por ejemplo, la radicalización de Ayuso desalienta al votante moderado. Y hasta qué punto la expectativa de una mayoría absoluta predispone la movilización de los votantes pasivos, especialmente si logran despertarlos Mónica García y Juan Lobato.

Se trata de enfatizar el discurso del desmantelamiento de la Sanidad pública. Y de aprovechar el desgaste político que implica un asunto tan directo y empírico como la atención primaria, aunque Ayuso ha sido capaz de llegar a un acuerdo con los sanitarios en los plazos electorales convenientes. No podía permitirse la prolongación de las huelgas y las protestas.

La mayoría absoluta serviría de trampolín a la gloria de Feijóo, igual que sucedió en Andalucía

El lema implícito de la campaña es “Todos contra Ayuso”, más todavía cuando ella misma escenificó con vehemencia la ruptura con Vox, desligándose de la alianza que le ha permitido gobernar. La bravuconada hubiera tenido gallardía mediada la legislatura. Precipitarla cuando ya se ha extinguido sobrentiende un mero cálculo electoralista-oportunista.

Ni siquiera Ayuso se ha adherido al discurso de Feijóo sobre la antipolítica de Vox. Hacerlo sería renegar de los acuerdos urdidos con un aliado pretérito y complicarse las cosas con un aliado del porvenir. Aspira la presidenta a la mayoría absoluta, pero semejantes ambiciones no pueden exponer los vínculos estratégicos e ideológicos con la extrema derecha. La puede necesitar después del 28-M, aunque cuesta trabajo creer que Rocío Monasterio contemple una hipótesis distinta a la investidura de Ayuso.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Javier Lizón)

Las apreturas de los números son muy interesantes por su influencia en la política nacional. La mayoría absoluta serviría de trampolín a la gloria de Núñez Feijóo, igual que ya sucedió en Andalucía. Y demostraría igualmente que la presidenta madrileña podría imaginarse ella misma en la Moncloa. No en los comicios de finales de 2023, pero sí como alternativa providencial en caso de que el líder gallego sucumba al duelo con Pedro Sánchez.

Es un terreno demasiado hipotético. Y no lo es tanto sopesar los márgenes de la victoria si Ayuso finalmente no accede a la mayoría absoluta. ¿Podría gobernar en solitario? ¿Qué precio le pondría Vox a un pacto de legislatura? ¿Qué sucedería si Monasterio exige entrar en el Gobierno? ¿Qué impacto tendrá Madrid en las alianzas poselectorales del PP?

Quizás a Feijóo le conviene que las cosas se queden exactamente como están. Limitar el poder de Ayuso sin el aura de la mayoría absoluta. Celebrar que pueda gobernar en solitario. Y preservar al PP de un pacto orgánico-gubernamental con la ultraderecha, porque la identificación con la antipolítica sería muy dañina en el umbral de las generales.

La encuesta que publicaba El Confidencial este lunes ubica a Díaz Ayuso en el umbral de la mayoría absoluta. Y no solo por los méritos específicos de la presidenta madrileña, sino porque la fragmentación de la izquierda malogra la representación de Podemos, al quedarse por debajo del 5%.

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