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¿Será Doñana (y la vivienda) el Vietnam de Feijóo?
Los filones que Sánchez ha encontrado para desacreditar a su adversario se resienten de la escasa credibilidad del presidente y pueden tener mucha menos influencia de lo que piensa
“Teniente, bombardee la línea de árboles unos 100 metros más, necesito aire para respirar”. Tiene sentido evocar el pasaje de Apocalypse Now para aludir a las contradicciones que definen la crisis medioambiental de Doñana.
Se le ha atragantado al PP el paraíso perdido. Y podría convertirse en el Vietnam de Núñez Feijóo y de Juanma Moreno, aunque las expectativas triunfalistas del Gobierno y de sus rapsodas en el hallazgo de semejante filón se resienten de un problema de oportunidad y de credibilidad.
No va a resultar fácil malograr la estrella de los populares cuando el territorio electoral más concernido ni siquiera se pone en juego. Juanma Moreno no concurre a las elecciones. No está en discusión la hegemonía de la Junta de Andalucía, ni parece probable que la sensibilidad colectiva hacia Doñana determine el destino del voto en los comicios locales y autonómicos.Se le nota demasiado a Sánchez que ha encontrado agua donde no la había. Y que sus habilidades de zahorí contradicen el obsceno oportunismo con que se desplazó al parque natural a bordo del Falcon contaminante. Sánchez bombardea los árboles para respirar mejor. Le gusta el olor a Napalm porque es el aroma de la victoria —lo dice Duvall en la película de Coppola—, pero la misión paracaidista se resiente de la escasa credibilidad del comandante.
Juanma Moreno no concurre a las elecciones. No está en discusión la hegemonía de la Junta
Y no solo por esconder o sofocar en los humedales de Doñana las vergüenzas del acuerdo parlamentario alcanzado con el PP en la ley más sensible de toda la legislatura, sino porque la Administración del PSOE gestionó durante décadas el parque de Doñana y porque ni siquiera existe una postura común entre la Moncloa y los socialistas andaluces.
La estrategia megalómana de Sánchez consiste en demostrar que el PP y Vox son una amenaza al planeta. Y que sus presupuestos medioambientales redundan en la negación del cambio climático, como si pretendiera atribuir a Feijóo la frivolidad con que Rajoy subestimó la evidencia del calentamiento global: “Mi primo, que es catedrático de Física en Sevilla, me dice que…”.
Los brochazos de Pedro Sánchez deslucen su autoridad como salvador del parque de Doñana. Han acudido a socorrerlo los expertos y las instituciones comunitarias. Y ha cooperado la torpeza política y mediática de Juanma Moreno, pero no va a resultarle sencillo al líder socialista rentabilizar en las urnas del 28-M este rebrote inverosímil de impostura ambientalista.
Menos aún cuando se despoja del disfraz de ecologista para colocarse el casco de constructor: “Una vivienda, un voto”. Las urgencias políticas de Pedro Sánchez le fuerzan a intentar adjudicarse las distintas categorías electorales en juego. Por eso tiene amaestrados a los pensionistas y a los funcionarios. Y por idénticos motivos quiere convertir la Moncloa en una agencia inmobiliaria desde la que se resuelve la crisis de la vivienda.
Los esfuerzos legislativos resultarían más eficaces si no fuera por la frivolidad con que Sánchez anestesia a la sociedad
Los esfuerzos legislativos resultarían más eficaces si no fuera por la frivolidad con que Sánchez anestesia a la sociedad, especulando con las viviendas que van a ponerse a disposición de los necesitados en una irresponsable distorsión del mercado y en un ejercicio inaceptable de populismo. De tanto prometerlas, va a terminar sucediendo que nuestro presidente autorice una promoción de chalés pareados en el centro del parque de Doñana y una terminal del AVE inmisericorde con los pelícanos.
“Teniente, bombardee la línea de árboles unos 100 metros más, necesito aire para respirar”. Tiene sentido evocar el pasaje de Apocalypse Now para aludir a las contradicciones que definen la crisis medioambiental de Doñana.
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