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Cuando Feijóo sea presidente…
El candidato del PP profetiza su llegada a la Moncloa con más voluntarismo que argumento, pero necesita reforzar su liderazgo e ir más allá de la contraprogramación del sanchismo
"Cuando yo sea presidente". El sistemático recurso de Núñez Feijóo a su propio vaticinio empieza a resentirse del ansia y de las dudas. Está gobernando el líder del PP preventivamente. Y fantasea con todas las cosas que tiene pensado hacer. No en el plano creativo, sino en el destructivo: la derogación del sanchismo, la aniquilación del régimen anterior.
Necesita Feijóo exponerse como el antídoto al presidente socialista. Y disputarle el liderazgo de la oposición a Isabel Díaz Ayuso, cuyo protagonismo político en el plano nacional socava la jerarquía de Génova y explica la urgencia con que el jefe de filas relumbra sus galones.
"Cuando yo sea presidente…", profetiza Núñez Feijóo cada vez que le ponen delante unos micrófonos. Necesita creerse sus opciones. E improvisar un programa político que no consiste tanto en exponer la credibilidad de las ideas propias como en enmendar todas las iniciativas de Pedro Sánchez.
Derogaciones Génova evacuará de nuestras vidas la ley trans y la legislación laboral, así como las normativas de la eutanasia, del aborto y de la vivienda. Va a restaurar los delitos de malversación y de sedición tal como estaban. Modificará la política impositiva y el régimen de pensiones. Dejará sin aliento la ley Celaá en materia educativa. Y pondrá nuevos límites a las leyes de seguridad y de memoria democrática, aunque el aspecto más demagógico del antagonismo consiste en aparcar el Falcon.
Se diría que a Feijóo le urge hacer inventario del sanchismo para reivindicarse como el perfecto antídoto. Más antimedidas propone el líder gallego, más se demuestra a sí mismo la importancia de su candidatura.
Se desprende de la estrategia que Feijóo no expone tanto un modelo de país como improvisa un esquema de reacción electoralista. Es Sánchez realmente quien elabora el programa de Feijóo. Y quien lo define —por oposición— en asuntos que el PP tendría que haber asentado claramente.
Un buen ejemplo es la vivienda. El acopio de medidas que se le ocurrieron a Feijóo después de conocerse la nueva legislación del PSOE viene a demostrar que los populares carecían de un modelo propio.
Y no puede decirse que la crisis habitacional consista en un accidente geográfico ni en una catástrofe natural. Feijóo debería exponer las ideas y las soluciones —en todos los ámbitos— sin necesidad de apelar a la superstición del sanchismo. El recurso a la palabra mágica es un cliché peligroso. Ya se ocupa Ayuso de convertirla en un rito satánico, pero compete al aspirante gallego sofisticar un poco más su plan de acceso a la Moncloa.
Dicho de otra manera: Feijóo no solo tiene que convencer a la opinión pública sobre las razones que se amontonan para expulsar a Sánchez, sino aportar argumentos convincentes que predispongan votarlo a él.
"Cuando yo sea presidente" es un ejercicio de voluntarismo que debe sobreponerse a toda suerte de contratiempos políticos antes de convocarse las generales. Feijóo necesita reforzar su liderazgo y domesticar a Díaz Ayuso, pero también asumir los peligros que supone el buen rumbo de la economía y del empleo. Y la habilidad con que Sánchez ha confortado las categorías electorales de los jubilados y de los pensionistas. El presidente del Gobierno tiene garantizada la cuota independentista y aspira a beneficiarse del efecto Yolanda, mientras que Feijóo debe hacer las cuentas con la ultraderecha. No querría pactar Feijóo los gobiernos autonómicos con Vox, allí donde lo necesite, pero no está claro que se atreva a renunciar a las baronías territoriales. Y que el ansia de ganar la meta volante del 28-M se convierta en el peor obstáculo de la victoria en las generales.
"Cuando yo sea presidente". El sistemático recurso de Núñez Feijóo a su propio vaticinio empieza a resentirse del ansia y de las dudas. Está gobernando el líder del PP preventivamente. Y fantasea con todas las cosas que tiene pensado hacer. No en el plano creativo, sino en el destructivo: la derogación del sanchismo, la aniquilación del régimen anterior.