Es noticia
Váyase, señor Aznar
  1. España
  2. No es no
Rubén Amón

No es no

Por

Váyase, señor Aznar

La implicación del expresidente es más leal con Ayuso que con Feijóo y aporta resultados contraproducentes entre los votantes de centro y socialdemócratas que tanto necesita el PP

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar. (EFE/Marcial Guillén)
El expresidente del Gobierno José María Aznar. (EFE/Marcial Guillén)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Los aficionados del Atleti —más antaño que ahora— hemos aprendido la diferencia que existe entre un fichaje y un refuerzo. No ya por aquellos senegaleses laicos que fichaba Gil para blanquear dinero, sino por los italianos cuyo aparente renombre alojaba una decepción. Por ejemplo, Serena. No trajimos a Aldo, el bueno, el delantero de Inter y del Milan. Incorporamos a Michele, Michele Serena, un mediocre lateral izquierdo.

El placebo se malogró enseguida. Y sirve de escarmiento a la oportunidad de los fichajes que Feijóo ha alistado a su campaña del 28-M. Incorporarse, se han incorporado José María Aznar y Mariano Rajoy, pero no está claro que se les pueda considerar un refuerzo. Al contrario, el exceso de protagonismo de ambos puede terminar restando voluntades. Esencialmente, entre los votantes socialdemócratas que reniegan del sanchismo. O entre los huérfanos de Ciudadanos que buscan una alternativa regeneradora.

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar. (EFE/Marcial Guillén)

Y entiendo que no es fácil disuadirlos. Recordarles a Aznar y Rajoy cuál ha sido su huella en la política y su grado de reputación vigente. Se pueden romper los jarrones chinos en cualquiera de los municipios de la caravana.

Y no solo porque Aznar suena arrogantón y vanidoso, sino porque la llegada de Sánchez al poder podría haberse evitado si Rajoy hubiera renunciado a la Moncloa en beneficio de un colega del partido. O porque la política municipal del líder gallego quedó expuesta en este magnífico ejercicio de prestidigitación verbal en Benavente: "Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde".

La política municipal de Rajoy quedó expuesta: "Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”

No vamos a caricaturizar con este pasaje la concepción marianista del municipalismo, pero sí vamos a cuestionar la idoneidad del auxilio que pretenden aportar las vacas sagradas del PP. Empezando por Aznar, cuya posición autoinducida de gran patriarca de la casa común y de unificador de la derechona aloja un sabotaje a la autoridad de Alberto Núñez Feijóo.

Es cuanto se desprendía en unas declaraciones a ABC el pasado fin de semana. Aznar reconocía la importancia de un líder, pero también el interés de otras voces aledañas. No las admitía bajo ningún concepto en su época de autoritarismo. Y sí las considera imprescindibles en 2023. Para reivindicar sus clarividencia. Y para enfatizar la candidatura de Isabel Díaz Ayuso.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, junto al expresidente del Gobierno José María Aznar. (EFE/J.J. Guillén)

Es la emperatriz madrileña la diva de Aznar. Y la lideresa que mejor funciona para relativizar el impacto de Vox. Hace bien Aznar en demonizar las alianzas con la ultraderecha, aunque desconcierta que el método de Ayuso para neutralizar el extremismo y el populismo consista en mimetizarlos.

Aznar es más ayusista que leal a Feijóo, entre otras razones porque el expresidente del Gobierno prolonga su linaje gracias a la mediación de Miguel Ángel Rodríguez. Fue su mano derecha en la Moncloa. Y la es de Ayuso en un proyecto maximalista que ya mira de reojo a la sucesión de Sánchez.

Haría bien Aznar en disciplinar su figura de king o queen maker, someterse a la voluntad de Feijóo, cuya verdadera proyección política no radica tanto en domesticar a Vox como trabajarse el centro y la socialdemocracia desnortada. Aznar resulta impopular y contraproducente entre los moderados e izquierdistas que buscan una alternativa a Sánchez, pero es probable que Feijóo no se atreva a mantenerlo en estado de vigilancia.

Foto: Aznar y Feijóo, en un acto del PP en Valencia. (EFE/Kai Forsterling)

No fue leal Aznar a Rajoy. La FAES y los rapsodas mediáticos del aznarismo se convirtieron en instrumentos opositores inequívocos a cuenta de la derecha cobarde y de la pusilanimidad. Tampoco puede decirse que defendiera la cara de Pablo Casado cuando su delfín más lo necesitaba, ni puede esperarse que su involucración en la campaña responda a intenciones honestas con el actual timonel de Génova 13 rue del Percebe.

Y puede ocurrir que a Aznar se le aplauda en los mítines amañados, que se lo idolatre en los pueblos de Castilla, pero sería interesante que el antiguo líder del PP sopesara su verdadera reputación. Y que se aplicara a sí mismo una merecida retirada, por mucho que tenga que renunciar a la expectativa megalómana de redimir España del sanchismo. Váyase, señor Aznar.

Los aficionados del Atleti —más antaño que ahora— hemos aprendido la diferencia que existe entre un fichaje y un refuerzo. No ya por aquellos senegaleses laicos que fichaba Gil para blanquear dinero, sino por los italianos cuyo aparente renombre alojaba una decepción. Por ejemplo, Serena. No trajimos a Aldo, el bueno, el delantero de Inter y del Milan. Incorporamos a Michele, Michele Serena, un mediocre lateral izquierdo.

José María Aznar Partido Popular (PP)
El redactor recomienda