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¿Cuál será el efecto electoral del caso Bildu?
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Rubén Amón

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¿Cuál será el efecto electoral del caso Bildu?

La implicación extrema de Sánchez y Feijóo en la campaña enfatiza el ensayo general de las elecciones, aunque no es fácil dirimir la repercusión en el ámbito local, con la evidente excepción de Ayuso y con la subida de temperatura de Vox

Foto: Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, en el Congreso de los Diputados. (EFE/J.J. Guillén)
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, en el Congreso de los Diputados. (EFE/J.J. Guillén)
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Tiene sentido mencionar el efecto mariposa para preguntarse cuánto puede influir la candidatura de un exetarra de Mondragón en la decisión de un votante de Puertollano. Y dirimir hasta qué extremo la escandalera de Bildu influye en unos comicios de ámbito local, por mucho que Sánchez y Feijóo hayan convertido el 28-M en el ensayo general del gran duelo de diciembre.

El presidente del Gobierno y el líder de la oposición no han tenido inconveniente en degradarse. Ni problema alguno en derivar la campaña al fango y la abyección, aunque la graduación de la responsabilidad sitúa en primer lugar la responsabilidad del patriarca socialista. No solo por haber reaccionado tarde y mal a la lista de la vergüenza de Bildu, sino por haber convertido la caverna abertzale en el gineceo de los grandes acuerdos legislativos. Diez veces 10 han yacido Sánchez y Otegi para convertir en rutina las relaciones orgánicas y prodigar el encubrimiento de la memoria.

Foto: Extracto del informe policial en el que figura la candidata de Bildu. (EC)

¿Qué peso, entonces, puede adquirir el caso Bildu el 28-M? Cuesta creer que semejantes vergüenzas mediaticen la gestión del alcalde de Chiclana o el porvenir de Revilla en Cantabria, pero es igualmente cierto que los humores y emociones de la campaña se han derivado a un escenario mediático muy distinto del que Sánchez pretendía inducir hablando de economía y vivienda, o incurriendo en el frenesí de promesas electorales.

No puede servirle de consuelo la encuesta que ayer le amañó Tezanos. Y no solo porque el mayordomo del CIS acostumbra a elaborar el sondeo a medida del campeón, sino porque la cata demoscópica se hizo antes de precipitarse la resaca de los verdugos etarras. Tanto ha aflorado la connivencia de Sánchez y Bildu, tanto ha crecido la angustia de los barones socialistas que recelan del patrón. Y que podrían expiar en las urnas la discriminación territorial que el presidente del Gobierno ejerce a beneficio de ERC y Bildu, más todavía si el hundimiento de Podemos impide a los candidato del PSOE apoyarse en una coalición de izquierdas.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante el debate de este martes en el Senado. (EFE/Kiko Huesca)

Tiene sentido preguntarse si la rectificación táctica de Bildu beneficia o perjudica las opciones de la coalición ultra-abertzale en Euskadi, como lo tiene indagar si la retirada de los siete terroristas agota el filón electoral que se había encontrado providencialmente Feijóo para reanimar la campaña.

Díaz Ayuso va a excavarlo hasta todos los límites, saboteando el criterio del líder del PP, pero asumiendo mejor que nadie el alcance nacional de su propia campaña. Lo demostró el debate autonómico de Telemadrid en la noche del martes. Y lo describía de forma inequívoca el titular de la crónica de Ignacio S.Calleja: “Todos contra Ayuso, y Ayuso contra Sánchez”.

Es la presidenta madrileña, acaso, el mejor ejemplo del impacto local que reviste el caso Bildu, aunque sea al precio de mimetizarse con Vox y de reclamar la disparatada ilegalización de la coalición separatista. Y no es que Ayuso pretenda únicamente atraerse al votante de ultraderecha, sino que aspira a convertir el escándalo de Bildu en el pretexto para normalizar la relación con el partido de Abascal. ¿Qué de malo o de negativo implica pactar con Vox si Sánchez es capaz de hacerlo con los “pistoleros de ETA”?

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en la sesión de control. (EFE/J. J. Guillén)

Es la gran tentación que concierne al PP después del 28-M. Y la contradicción que aloja el escarmiento político del duelo senatorial del martes: Feijóo pretendía aproximar a los socialistas que reniegan de Sánchez y de sus relaciones perversas con el nacionalismo, pero los excesos en los que él mismo incurrió —“defiende antes a los verdugos que a las víctimas”— benefician la mayor credibilidad de Vox en la hipérbole y el disparate.

¿Cuánto puede influir el caso Bildu en el 28-M? El área de mayor interés concierne a la propia Bildu, a la credibilidad de sus bandazos. La retirada de los criminales representa una buena noticia, pese al cinismo o al tacticismo que implica la maniobra. Y la rectificación forzada —por el Gobierno, o por la presión mediática y social— corrige las peores inercias del pasado, más o menos como si la crisis en directo y en carne viva aludiera a las corrientes y familias que dirimen el porvenir de la coalición, entre los nostálgicos de los años de plomo —como si ETA hubiera sido una experiencia dolorosa, pero necesaria— y quienes abjuran sinceramente del pasado más abyecto.

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

No hay una convicción ética en el amago de Bildu. Se trataba de dirimir el alcance electoral que suponía mantener a los etarras o extirparlos. La segunda hipótesis ha prevalecido, aunque la resistencia de otros 37 sujetos vinculados a la banda relativiza el buenismo con que Otegi imita a los encantadores de serpientes en el nombre de la reconciliación.

Es más sana la democracia española cuando Bildu evoluciona hacia postulados convencionales. Y es menos sana cuando un partido de la historia e idiosincrasia del PSOE naturaliza una relación política con el extremismo abertzale no para domesticarlo, sino para contribuir a una reescritura inadmisible de la memoria y de la historia.

Tiene sentido mencionar el efecto mariposa para preguntarse cuánto puede influir la candidatura de un exetarra de Mondragón en la decisión de un votante de Puertollano. Y dirimir hasta qué extremo la escandalera de Bildu influye en unos comicios de ámbito local, por mucho que Sánchez y Feijóo hayan convertido el 28-M en el ensayo general del gran duelo de diciembre.

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