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El populismo temerario y desleal de Ayuso
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Rubén Amón

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El populismo temerario y desleal de Ayuso

La presidenta madrileña persevera en la reanimación de ETA e insiste en la ilegalización de Bildu, aunque el objetivo de la mayoría absoluta deslegitima el liderazgo de Feijóo

Foto: Ayuso, en el acto de Bilbao. (EFE/Javier Zorrilla)
Ayuso, en el acto de Bilbao. (EFE/Javier Zorrilla)
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Isabel Díaz Ayuso se ha desplazado este fin de semana hasta Bilbao para asegurarse —o intentarlo— la mayoría absoluta en Madrid, de tal manera que su viaje a Euskadi no pretendía ayudar a los precarios compañeros locales, sino ayudarse a sí misma en la campaña de autoestima y de gloria.

Es el contexto oportunista que explica su lectura presentista del terrorismo etarra. No ya para evocar con frivolidad los años de plomo, sino para instrumentalizar la vigencia contemporánea de ETA. E insistir en el sabotaje que desautoriza el liderazgo de Núñez Feijóo, remarcando de nuevo que Bildu es ETA y que procede ilegalizarla con urgencia.

Foto: La presidenta madrileña y candidata del PP a la reelección, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Chema Moya) Opinión

Cualquier situación, oportunidad y camino le sirven a la presidenta de la CAM para anotarse la megavictoria del 28-M. Lo demuestra la temeridad con que incurre en el populismo justiciero —prohibir un partido político sin argumentos para hacerlo— y la naturalidad con que ocupa el espacio de Vox. "ETA está viva y en el poder", proclamaba la lideresa madrileña en la zona cero de las matanzas. No ya trivializando la época del terror, sino socavando la indignación de las víctimas y facilitando el argumento del PSOE cuando Sánchez afirma que el PP se ha propuesto resucitar a la banda terrorista.

Lo está haciendo Díaz Ayuso, porque la emperatriz madrileña necesita identificarse en el cuerpo a cuerpo con el presidente del Gobierno. Nadie mejor que ella rentabiliza la pulsión antisanchista ni obtiene mejor rendimiento de la extrapolación nacional de unas elecciones locales.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (EFE/Rodrigo Jiménez)

El problema es que el gran duelo de Sol contra la Moncloa desnaturaliza la jerarquía de Feijóo. Y reanima el discurso calenturiento de los militantes populares que reprochan al timonel de Génova su actitud pusilánime. Le faltan a Núñez los huevos de Ayuso. Le recriminan el cliché de la derecha cobardona. Prefieren un liderazgo temerario, racial y dislocado.

Es Borja Sémper quien ha gestionado con más credibilidad y criterio la crisis de Bildu. En primer lugar, cuando reprochaba a Sánchez la atribución socialista de la victoria sobre ETA. Y en segundo término, cuando concedía a Bildu su incorporación a la vida democrática. La postura no contradice avergonzarse de las listas electorales que había diseñado Otegi, pero diferencia la repugnancia ética del extremismo que conlleva la ilegalización.

Le gusta a Ayuso coronarse como el hada madrina de la libertad. Y no le disgusta exagerar la prohibición de los partidos políticos. No con argumentos, sino con absurdas conjeturas: "ETA está viva, Bildu es ETA".

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Mariscal)
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Díaz Ayuso convierte una opinión en una mentira —y al revés— que desmiente la capitulación de la banda, que socava la sentencia del Tribunal Constitucional, que tergiversa la ley de partidos, que contraviene el criterio de la Fiscalía General y que se abstrae de las evidencias policiales y políticas, naturalmente para nutrirse del debate emocional y electoralista.

Bildu es una coalición que intoxica la democracia y que adultera la convivencia, pero la democracia no puede permitirse envenenarse a sí misma inaugurando la lista de los partidos prohibidos. Menos aún cuando la razón es tan oportunista e instrumental como los humores estomacales.

Tiene sentido preguntarse cuántos votantes de Vox va a conseguir adjudicarse Ayuso con su tremendismo y sensacionalismo, pero también lo tiene sopesar cuántos puede llegar a perder mistificándose con un discurso radical e irresponsable que deja en el aire el castigo de los fantasmas.

Isabel Díaz Ayuso se ha desplazado este fin de semana hasta Bilbao para asegurarse —o intentarlo— la mayoría absoluta en Madrid, de tal manera que su viaje a Euskadi no pretendía ayudar a los precarios compañeros locales, sino ayudarse a sí misma en la campaña de autoestima y de gloria.

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