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Rubén Amón

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Siniestro total del sanchismo

La paliza del PP en ayuntamientos y comunidades predispone la agonía del proyecto de Pedro Sánchez, cuya implicación en la campaña refleja la derrota del plebiscito y corona el liderazgo de Feijóo

Foto: El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, conversa con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE/Ballesteros)
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, conversa con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE/Ballesteros)
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Quedan 10 minutos para que los voceros y los rapsodas del PSOE nos sermoneen con que no deben hacerse extrapolaciones nacionales de unas elecciones locales. Como si este domingo se hubiera votado en las comunidades de vecinos. Y como si fuera posible encubrir la paliza que el PP propinó al PSOE en todos los ámbitos, territorios y escenarios simbólicos.

El 28M descuartiza el sanchismo y ubica a Núñez Feijóo en el umbral de la Moncloa. No ya por la diferencia de voto en los ayuntamientos. O por la recuperación de muchas comunidades, sino porque el voto municipal —exhaustivo, capilar— predispone en España el resultado de las generales.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ejerce su derecho al voto en el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, este domingo. (EFE/J.J. Guillén)

Es la razón por la que tiene más sentido que nunca enfatizar la extrapolación nacional de la noche negra de Ferraz. Y no ya porque ayer el PP ha atravesado la meta volante de las generales con una diferencia categórica —el caso de Andalucía es el más palmario—, sino porque fue Pedro Sánchez quien había convertido estos comicios en una suerte de plebiscito personal.

Lo demuestran el narcisismo y paternalismo, implicación que tanto subestimaba el hartazgo de los votantes como reflejaba la distancia del timonel monclovense con la realidad. El sanchismo ha sido batido y abatido el 28-M. Se ha quedado sin energía política en una epidemia de fiebre azul.

Es la perspectiva que otorga tanta relevancia a los feudos que han sobrevivido a la debacle socialista. Un buen ejemplo en Extremadura, pero el más atractivo consiste en Castilla-La Mancha, precisamente porque la baronía socialista de García-Page representa la corriente antisanchista del PSOE, hasta el extremo de postularse como el heredero de Ferraz.

"El sanchismo ha sido batido y abatido el 28-M. Se ha quedado sin energía política en una epidemia de fiebre azul"

Ya se ocupará Sánchez de urdir una purga en el partido. Y de sustraerse a cualquier responsabilidad, pero la masacre del 28-M no puede resolverse con sanguijuelas ni cataplasmas. Es Sánchez quien responde de la catástrofe, como es Díaz Ayuso quien más razones tiene para celebrar la mayoría absoluta. El antisanchismo que ella misma representa y el populismo que tanto ha exagerado demuestran que la emperatriz madrileña es la solución a la competencia de Vox —por mímesis y por instinto— y la diva de los populares.

Se explica así mejor el valor premonitorio que adquiere el balcón de Génova 13. Y las razones por las que Ayuso suplanta el protagonismo del líder, aunque la cercanía de las elecciones generales contradice que pueda precipitarse un cambio de guardia. Es Núñez Feijóo quien tiene derecho a restregar la paliza a Sánchez. Y quien tiene delante la manera de gestionar los acuerdos autonómicos. No allí donde el PP se ha demostrado incontestable, sino donde Vox podría reclamar las fórmulas de cogobierno.

Sería interesante eludir el chantaje y sacrificar alguna comunidad autónoma, más todavía si Feijóo pretende atraer al sufragista socialdemócrata y conservar a los centenares de miles de votantes que han virado de Ciudadanos al PP. Los populares han devorado el cadáver naranja. Han liquidado el efímero proyecto regeneracionista, de tal manera que la nueva política se ha extinguido el 28 de mayo de 2023.

"Los populares han devorado el cadáver naranja. Han liquidado el proyecto regeneracionista"

Lo demuestra el hundimiento de Podemos, cuyo proceso de jibarización certifica la defunción de Iglesias y desnutre las alianzas de la izquierda. No desfallece Vox en su posición decisiva ni en sus espacios de corpulencia, aunque el aspecto más inquietante del proceso electoral concierne al crecimiento de Bildu. Sus opciones en el País Vasco y Navarra demuestran que Otegi ha sabido vampirizar el blanqueo de Sánchez para normalizarse. Y venderse como una fuerza de progreso que apesta a caverna.

Quedan 10 minutos para que los voceros y los rapsodas del PSOE nos sermoneen con que no deben hacerse extrapolaciones nacionales de unas elecciones locales. Como si este domingo se hubiera votado en las comunidades de vecinos. Y como si fuera posible encubrir la paliza que el PP propinó al PSOE en todos los ámbitos, territorios y escenarios simbólicos.

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