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¿Ayusismo rima con absolutismo?
El PP emprende un nuevo mandato en la Comunidad y en el Ayuntamiento con todo el poder de una mayoría absoluta, por eso cabe preguntarse si Ayuso y Almeida tendrán la tentación de recurrir al rodillo
Se agota el mandato de los populares en Madrid. Y no porque vaya a expirar la etapa de Ayuso y de Almeida, sino porque la presidenta y el alcalde ultiman sus respectivas “legislaturas” sin mayoría absoluta para emprenderlas, a partir de ahora, desde el absolutismo.
Tiene sentido mencionar el sustantivo o el concepto no porque sea discutible o ilegítima la victoria del PP el 28-M, sino porque las veleidades autoritarias de Díaz Ayuso predisponen cuatro años de rodillo ideológico, político y providencialista. No va a tener contrapesos la megapresidenta. Ni va a encontrar obstáculos Almeida una vez extinguido el cogobierno de Ciudadanos.
La ventaja de una mayoría absoluta consiste en la irrelevancia de Vox. Y en el papel gregario que han adquirido Rocío Monasterio (Comunidad) y Ortega Smith (Ayuntamiento). Los buenos resultados de la ultraderecha en los comicios autonómicos y municipales enfatizan todavía más la posición subalterna de los costaleros de Abascal. Los ha enmudecido Ayuso. Y no solo por haberlos exiliado a los bancos de la oposición, sino porque ella misma ha suscrito el discurso tremendista-oscurantista de Vox respecto al aborto, la eutanasia, la ley trans, el patrioterismo... y el antisanchismo.
Ha sido Ayuso la gran antagonista del presidente del Gobierno. Y la gran beneficiada de una polarización cuyos resultados políticos demuestran el gran error de la Moncloa. Ayuso crece tanto como Sánchez se hunde.
Se entiende así mejor la incertidumbre que conlleva la eventual caída del líder socialista. Ayuso ha vivido muy bien contra Sánchez. Y se ha valido de la oposición madrileña para encubrir los errores de su gestión autonómica. Y para estimular un modelo populista y cesarista que ya ha mostrado síntomas de inquietud. Empezando por la conversión de Telemadrid en una plataforma mediática reconstruido a medida de la presidenta autonómica.
Ayusismo y absolutismo. La correlación de un concepto y del otro puede abrirse camino con naturalidad en ausencia de contrapoderes y de una oposición heterogénea y fragmentada. Van a tener a presidenta y el alcalde las manos libres para aprobar los presupuestos y concebir otras iniciativas nucleares sin resistencia, pero convendría que la uno y el otro fueran conscientes del peligro que implicaría abusar de una mayoría absoluta.
Están obligados a gobernar para todos los madrileños. Y para moderar ellos mismos la fuerza extraordinaria que se les ha otorgado en las urnas, aunque no encaja demasiado la moderación en la naturaleza política de Ayuso ni puede confiarse en la sobriedad del poder ahora que se ha revestido de facultades plenipotenciarias y que agoniza el sanchismo.
Forma parte Díaz Ayuso de los mayores obstáculos que ha conocido Pedro Sánchez. Y va a extrañarlo en la sede de la Puerta del Sol, de tal manera que la relación patológica requiere ahora la búsqueda de un nuevo antagonismo, de un espacio político disuasorio. Y podría tratarse del propio Núñez Feijóo si no fuera porque la hipotética llegada del colega gallego a la cima del poder aplaza o posterga las expectativas monclovenses de la súper presidenta
Se agota el mandato de los populares en Madrid. Y no porque vaya a expirar la etapa de Ayuso y de Almeida, sino porque la presidenta y el alcalde ultiman sus respectivas “legislaturas” sin mayoría absoluta para emprenderlas, a partir de ahora, desde el absolutismo.
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