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No es no
Por
"¿Verdad, Yolanda?". "¿Sí, Pedro?"
Sánchez y Díaz escenifican una coreografía de almíbar en un debate inocuo para el ausente Feijóo, útil para el voto aguerrido de Abascal y decepcionante en la expectativa de que estallase una noticia bomba
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Se supone que Santiago Abascal se había preparado el debate durante 35 horas, pero no le hubieran venido mal unos minutos más para eludir el mayor error de su comparecencia. Le reprochó a Sánchez haber pactado con Bildu la política económica… e intervino Yolanda Díaz para recordarle que Vox y el partido ultra-abertzale votaron juntos contra la reforma laboral.
El episodio tanto exponía el gol en propia meta de Abascal como demostraba la relación solidaria de Díaz y Sánchez. Discreparon con elegancia sobre la vivienda y las pensiones, pero se atuvieron a una coreografía de almíbar y tuteo. “¿Verdad, Yolanda?”, “sí, Pedro”, se decían entre sí los tortolitos mientras buscaban con la mirada el atril ausente de Núñez Feijóo.
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Hicieron todo lo posible Pedro y Yolanda para identificar el fantasma del PP con el fantasmón de Vox. Empezando por un argumento categórico que Sánchez expuso con serenidad: Núñez Feijóo se avergüenza de Vox. Y no quería presentarse ante los espectadores como el tándem de Abascal.
Tiene razón el líder socialista, igual que ha sido astuto Feijóo distanciándose del debate. El desenlace del acontecimiento demuestra que el presidente de los populares no ha pagado la factura de la espantada ni presenta heridas representativas después de la ceremonia de vudú a tres bandas.
Ni siquiera cuando Yolanda Díaz exhumó la imagen amortizada del narcotraficante Dorado. Parecía que iba a precipitarse entonces la bomba nuclear que se atribuye al plan de reacción de la Moncloa. Y que iban a trascender detalles escabrosos entre Feijóo y la mafia gallega, pero la expectativa se malogró con todos los síntomas de un gatillazo.
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Pobre Hitchcock. Suya es la teoría de la bomba. Y la diferencia que existe entre la sorpresa y el suspense. La primera sobreviene cuando la explosión se produce de repente en la escena de una película, mientras que el suspense consiste en que los espectadores han sido informados previamente del peligro de la deflagración. ¿Cuándo explotará?
No lo hizo este miércoles en el escenario de TVE. El escándalo que podría conmover la campaña permanece como un rumor infundado o como un recurso de última hora, pero no sirvió para reanimar el interés de un debate muy bien arbitrado por Xabier Fortes —dejó jugar, intervino poco, moderó con elegancia— y muy poco relevante en su repercusión electoral.
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Quiere decirse que ningún votante de Vox va a cambiar el sufragio por el de Sumar y el PSOE. Y que ningún votante del PSOE y de Sumar va a posicionarse el 23-J con las listas de la ultraderecha.
Otra cuestión consiste en despejar si las posiciones radicales de Abascal favorecen el voto del PP. O si Yolanda Díaz, implacable en el marcaje al caudillo de Vox —“no se ría de las mujeres”—, va a conseguir atraer la papeleta del votante de la izquierda que tanto recela de Sánchez.
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Le hubiera convenido al presidente del Gobierno enfocar su duelo con Feijóo recurriendo al aplomo y serenidad que demostró en el plató aséptico de TVE. Se le observó firme y “profesional”, aunque demasiado paternalista en su relación con “Yolanda” y no del todo eficaz en el esfuerzo de sobreponer milimétrica y plenamente el rostro de Abascal con el de Feijóo.
De hecho, fue el líder de Vox quien se responsabilizó de matizar las distancias entre su partido y Génova. No ya reprochando a Feijóo los cinco pactos de Estado que le ha ofrecido al PSOE, sino degradando el bipartidismo, denunciando los vicios del sistema y convirtiendo a Vox en la única alternativa verosímil. Para colocarlo en órbita, Abascal no se escondió de su programa. Dijo que la ley trans corrompe a los niños, renegó de la violencia machista, puso en ridículo el cambio climático, prometió una patria segura, demonizó a los inmigrantes y cogió aire en sus pulmones al pronunciar las dos últimas palabras de su minuto de oro: “Viva España”.
Se supone que Santiago Abascal se había preparado el debate durante 35 horas, pero no le hubieran venido mal unos minutos más para eludir el mayor error de su comparecencia. Le reprochó a Sánchez haber pactado con Bildu la política económica… e intervino Yolanda Díaz para recordarle que Vox y el partido ultra-abertzale votaron juntos contra la reforma laboral.