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¿Por qué la Virgen no se aparece a pie de calle?
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Rubén Amón

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¿Por qué la Virgen no se aparece a pie de calle?

'Yo fui santa', de Juan Luis Cano, es una novela estupenda… y una estupenda novela para comprender el caso de devoción e idolatría en el recinto escurialense de Prado Nuevo

Foto: Imagen de archivo de una virgen. (Europa Press/Afp7/Óscar J. Barroso)
Imagen de archivo de una virgen. (Europa Press/Afp7/Óscar J. Barroso)
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Tiene razón Juan Luis Cano cuando sostiene que la Virgen nunca se aparece en la superficie, a pie de calle, sobre tierra, en suelo firme. Ha estudiado el fenómeno de los milagros marianos para documentar su última novela Yo fui santa, y le otorga plenamente la razón el caso de El Escorial. También allí, en el área milagrera de Prado Nuevo, la madre de Cristo se apareció en la copa de un árbol, de un fresno. Por eso lo rodean y lo acordonan los feligreses en un gesto de piedad y de idolatría que contiene al mismo tiempo la antigua devoción pagana al árbol mismo.

Y tiene razón Juan Luis Cano cuando enfatiza la tendencia de la Virgen a encaramarse. Tanto vale un árbol como un risco. Ya que te apareces, mejor hacerlo en una posición de relevancia, donde el milagro resulte más evidente, igual que el falso San Dimas en Los jueves, milagro de Berlanga.

Es rigor, la Virgen no se eleva ni asciende en sus apariciones. Lo que hace es descender. Procede y proviene de los cielos. Tocar tierra supondría un ejercicio de prosaísmo. Demasiada polvareda y humanidad.

Foto: Un hombre ante el 'Tríptico del rosario', de Hans Suess Kulmbach, parte de la exposición 'Lo oculto' en el Museo Thyssen-Bornemisza. (EFE/Javier Lizón)

Recomiendo la lectura de Yo fui santa (editorial Menoscuarto) por su enjundia literaria y por su ironía, aunque la novela de Juan Luis Cano también sirve de manual de orientación para comprender el fenómeno de fanatismo que se ha consolidado en los arrabales de Prado Nuevo.

He tenido la tentación de acceder al recinto milagrero muchas veces —un lugar de paso de la ruta motera hacia la Cruz Verde—, pero no lo hice hasta el pasado fin de semana, quizá sugestionado por la lectura de Yo fui santa y dispuesto a cotejar la similitud casuística de las apariciones marianas.

Aporto mi propia autoridad en la materia porque he estado en Fátima, en Lourdes y en Medjugorje. Estar no significa creer. Significa haberme disciplinado a las tareas de corresponsal en Roma, incluidos los viajes de Juan Pablo II a los lugares más populares de las apariciones.

Foto: Un momento de la 'Turandot' que se representa en el Teatro Real. (EFE/Teatro Real)

Impresiona visitarlos porque las expectativas sobrenaturales, la atmósfera de piedad, se resienten del negocio y de la profanación comercial. Cristo expulsaría con el látigo a los mercaderes. También, probablemente, recelaría de la credulidad con que transitan y rezan los fieles de Prado Nuevo.

Ha ido creciendo entre los feligreses y los turistas de la fe el área donde la Virgen se le apareció a Luz Amparo el 14 de junio de 1981. Fue el inicio de un insólito vínculo bilateral que se prolongó 375 veces más. Se diría que la Virgen se le aparecía ya por rutina, como si no tuviera otra cosa que hacer.

Nos cuenta Juan Luis Cano en Yo fui santa que la Iglesia reacciona de manera similar cuando sobrevienen los fenómenos paranormales. Primero se rechazan. Después se condesciende con ellos. Y finalmente se homologan, especialmente cuando la afluencia de fieles y el histerismo de masas sobrepasan cualquier ámbito de regulación normativa.

"Si hacen lo que yo digo, el agua de esta fuente curará (...). Haced penitencia. Haced oración”

Ha ocurrido en Prado Nuevo. El mismo cardenal que abjuraba inicialmente de la palabra y el testimonio de Luz Amparo, monseñor Rouco Varela, promovió la construcción de la capilla de la adoración en 2012.

Intervinieron las fuerzas laicas y la Justicia para demolerla ocho años más tarde porque se trataba de una edificación abusiva, pero el escarmiento judicial no alcanza a neutralizar la proliferación de fieles ni la congregación masiva de devotos marianos en los aledaños del fresno sagrado, en el itinerario de Via Crucis y en la tumba de Luz Amparo Cuevas.

Falleció la visionaria en agosto 2012 en loor de santidad. Y dejó en herencia un mensaje sobrenatural que la Virgen le trasladó tres décadas antes. Esperábamos un poco más de un fenómeno tan relevante. El texto resulta decepcionante en sus propósitos y hasta en su lenguaje: “Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en este lugar una capilla en honor a mi nombre; que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la pasión de mi Hijo, que está muy olvidada. Si hacen lo que yo digo, el agua de esta fuente curará. Todo el que venga a rezar aquí diariamente el Santo Rosario será bendecido por mí. Muchos serán marcados con una cruz en la frente. Haced penitencia. Haced oración”. Milagros a cambio de la fe. Agua bendita como atractivo a los descreídos. Destacan los fieles de Prado Nuevo la atmósfera pura del santo lugar, pero mi impresión ha sido más bien la contraria. Y no colaboran a disipar las dudas ni las cámaras de seguridad en los árboles, ni la megalomanía que identifica la tumba de Luz Amparo.

Tiene razón Juan Luis Cano cuando sostiene que la Virgen nunca se aparece en la superficie, a pie de calle, sobre tierra, en suelo firme. Ha estudiado el fenómeno de los milagros marianos para documentar su última novela Yo fui santa, y le otorga plenamente la razón el caso de El Escorial. También allí, en el área milagrera de Prado Nuevo, la madre de Cristo se apareció en la copa de un árbol, de un fresno. Por eso lo rodean y lo acordonan los feligreses en un gesto de piedad y de idolatría que contiene al mismo tiempo la antigua devoción pagana al árbol mismo.

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