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Este restaurante no le gusta a Vox
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Rubén Amón

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Este restaurante no le gusta a Vox

La Quinta Cocina es un proyecto de integración de jóvenes inmigrantes que aprenden el oficio de la restauración y que ofrece un magnífico menú en el vergel secreto de la Quinta de los Molinos

Foto: Programa Socioeducativo La Quinta Cocina. (EFE/Chema Moya)
Programa Socioeducativo La Quinta Cocina. (EFE/Chema Moya)
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Los fogones de la Quinta Cocina parecen el vestuario de un equipo de la Premier League. Y no porque los empleados vistan de chándal, sino por sus respectivas procedencias: magrebíes, subsaharianos y latinoamericanos.

Un equipo plural forman los profesionales y los aprendices. Y un argumento disuasorio para los sibaritas de Vox, cuyos recelos a la clase inmigrante y a los jóvenes sin papeles recelarían de la estupenda casa de comidas que se aloja en el parque madrileño de la Quinta de los Molinos.

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Nacho Gallego)

Allí aprenden el oficio de la restauración los chavales extranjeros que buscan integrarse en el sistema. Les identifica la edad -de 16 a 23 años- y la dureza de sus breves biografías, pero también las expectativas que implican abrirse las puertas de un porvenir profesional en un ámbito de prestigio.

Por la buena consideración de la gastronomía. Y por el hábitat excepcional de la Quinta de los Molinos, cuya fama de jardín secreto en la zona noroeste de la capital asombra más que nunca cuando florecen los almendros.

El restaurante en cuestión merece frecuentarse por el palacio estilo secesión donde se ubica y por las calidades del menú. Quiere decirse que la Quinta Cocina es un proyecto de integración social concebido por Manuel Carmena e impulsado después por la gestión entusiasta de Ciudadanos, pero la experiencia de comer allí trasciende la misión solidaria.

Allí aprenden el oficio de la restauración los chavales extranjeros que buscan integrarse en el sistema. Les identifica la edad

El favor se lo hacen a los comensales las atenciones del servicio y la exquisitez de los platos. Precios asequibles en un vergel mediterráneo cuyas albercas, fuentes y edificios singulares forman parte de un misterio que lo preservan de la masificación y del turismo. No está en las guías convencionales La Quinta, ni sus molinos americanos, torres de acero rojo y de rueda plateada. Se instalaron en 1928 a iniciativa del arquitecto levantino César Cort Botí. Por su pintoresquismo estético. Y por su funcionalidad. Se trataba de aprovechar el viento para mover el agua y garantizar el riego de las 27 hectáreas que antaño delimitaban el parque. Fue el “laboratorio” de la nucleología. O sea, la disciplina que estudia la relación conceptual y dialéctica del campo y la ciudad. Y el terreno donde ahora prospera un restaurante cuya calidad y ambiente creativo cuestionan la palabrería xenófoba de Vox.

Se demuestra que los “menas” no son una categoría criminal. Y que la demonización de los extranjeros -los mohameds, los sudacas- forma parte de un discurso populista que rebusca la adhesión de las vísceras.

Foto: Unos de los carteles instalados por Vox en estaciones de Metro. (Vox)

En la Quinta Cocina trabajan unas 40 personas. Y las únicas categorías visibles no se reconocen en los colores de la piel, sino en las diferencias jerárquicas de maestros y aprendices. Los hay quienes trabajan en los fogones, como los hay que se ocupan del servicio, entre otras razones porque el restaurante en cuestión funciona como una bolsa de empleo: muchos de los chavales aquí formados terminan colocándose de camareros y de cocineros en otros restaurantes de la capital. O de las provincias.

La paradoja de algunos casos consiste en los papeles y en la burocracia en la que colisionan las diferentes administraciones. El Ayuntamiento, de manera más implícita que explícita, no pone obstáculos a que la Quinta Cocina incorpore a su plantilla un aprendiz “ilegal”, al tiempo que prospera -o no hace- la tramitación de su expediente de inmigración.

Y no porque el protagonista de esta situación sea un delincuente, sino porque el chaval que te sirve el arroz negro o la tarta de queso ha recalado en España a bordo de una patera o en el vientre de un camión.

Los fogones de la Quinta Cocina parecen el vestuario de un equipo de la Premier League. Y no porque los empleados vistan de chándal, sino por sus respectivas procedencias: magrebíes, subsaharianos y latinoamericanos.

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