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La amnistía no rompe al PSOE, lo hace más fuerte
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La amnistía no rompe al PSOE, lo hace más fuerte

La 'omertà', la sumisión al líder, la ley del silencio y la conveniencia fortalecen el liderazgo de Pedro Sánchez en la nueva etapa pirata del Partido Socialista, con la inmejorable colaboración del PP

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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El PSOE debería sustituir la bandera del puño y la rosa por la pirata. Sería la manera más honesta de simbolizar la degradación de Ferraz y de exponer el régimen mercenario y depredador que gobierna el Partido Socialista.

Mérito de Pedro Sánchez, cuyo liderazgo autoritario ha conseguido convertir en una anécdota y en un trámite orgánico la aberración de la amnistía. El partido no se rompe ni se fisura después de haberla introducido en el debate nacional. Todo lo contrario. Sánchez la ha convertido en un instrumento de cohesión y de disciplina. Y en una prueba inequívoca de la mansedumbre con que reaccionan los órganos internos y los contrapesos.

Los espacios de contestación a la amnistía se han dirimido en el territorio más previsible y más favorable a la propaganda de la Moncloa. Que si los dinosaurios y que si Aznar. Que si los barones territoriales. Que si la derechona mediática. Que si los intelectuales. Que si los demócratas.

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar. (EFE/Daniel Pérez) Opinión
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Sánchez ha vuelto a demostrar el poder intimidatorio del poder. El que se ejerce y el que teme perderse. La bandera pirata ondea a favor de la corriente y extorsiona el sistema, de tal manera que la sumisión a Pedro el Rojo ha predispuesto un estado de cohesión y de omertà impresionante.

La palabra mágica es amnistía, la contraseña de la obediencia total. No la ha nombrado todavía ni ha necesitado hacerlo el capo, pero funciona como el estímulo de Pavlov. Y como instrumento de castigo ejemplar en caso de producirse la tentación de los versos sueltos. Por esa razón se ejecutó a Redondo Terreros como a un pelele. Y por la misma razón los juristas más cualificados del Consejo de Ministros, Margarita Robles y Grande-Marlaska, se han disuelto en la vergüenza y en la complicidad del silencio.

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras, realiza declaraciones a los medios de comunicación a las puertas del Congreso este martes. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El planteamiento posibilista que explica la canonización de Puigdemont consiste en invocar o convocar el monstruo bicéfalo del PP y Vox. Ya decía Sánchez que iba a encontrar los votos de la investidura hasta debajo de las piedras. Y debajo de las piedras suelen encontrarse las serpientes, por mucho que el líder máximo nos las quiera vender como animales de compañía. “Pedro, haz lo que tengas que hacer”, le dijo en clave mafiosa Valentín González Formoso en el mitin obsceno del pasado domingo.

Era la manera con que el líder socialista de los gallegos rebajaba a la oportunidad y al oportunismo los principios elementales de la ética política. Como sea y de cualquier manera. Así ha decidido Sánchez que debe abanicarse la bandera pirata y anestesiarse a la docilísima militancia, aunque la ley del silencio también ha logrado la adhesión de la prensa afecta al sanchismo, desempolvando el lema de la despolitización de la Justicia.

El PSOE nada tiene que ver con el PSOE, pero el trampantojo de las siglas encubre un proyecto político sin ética ni ideología

El PSOE nada tiene que ver con el PSOE, pero el trampantojo de las siglas encubre un proyecto político sin ética ni ideología cuya razón de ser consiste en la supervivencia del líder. Le conviene a la tropa la bonanza del presidente. El sanchismo es una forma de vida y una fórmula política en permanente estado de emergencia. Sánchez siempre tiene una razón extrema, un bien mayor, para justificar las aberraciones en las que incurre. Y para amordazar las discrepancias con el reparto del botín.

No se rompe el PSOE porque el PSOE no existe. Y porque la alternativa bucanera en vigor tanto se alimenta de la lealtad al jefe como de la cooperación formidable del PP. La dirección caótica y errática de Feijóo funciona como aliada inequívoca del sanchismo. Lo demuestra la pésima gestión de la movilización contra la amnistía. Y lo prueba el espectáculo de la investidura fallida. Va a relamerse Sánchez con la agonía de su antagonista mientras le prepara a Puigdemont el regreso por la puerta grande.

El PSOE debería sustituir la bandera del puño y la rosa por la pirata. Sería la manera más honesta de simbolizar la degradación de Ferraz y de exponer el régimen mercenario y depredador que gobierna el Partido Socialista.

Pedro Sánchez Alberto Núñez Feijóo PSOE Carles Puigdemont
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