Es noticia
La política española hace el ridículo en Gaza
  1. España
  2. No es no
Rubén Amón

No es no

Por

La política española hace el ridículo en Gaza

El folclore electoralista identifica el sesgo ideológico de un debate empobrecido y degradado por los intereses partidistas, el antisemitismo de la progresía, el sionismo de la derechona y la xenofobia de Vox

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y la ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz. (Europa Press/Carlos Luján)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y la ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz. (Europa Press/Carlos Luján)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El estado permanente de campaña electoral que define la política española explica el ridículo con que se ha reaccionado y reacciona al conflicto palestino-israelí, naturalmente conduciendo la munición de la crispación a los requisitos insaciables del maniqueísmo y del antagonismo.

Se trata de caricaturizar la crisis. Y de forzar un posicionamiento ideológico que abjura de los matices y de la responsabilidad. Lo demuestra la naturalidad de la izquierda sumarísima aludiendo al genocidio, pero también la reencarnación ayusista de Golda Meir y el cinismo xenófobo con que Abascal exige negarles el pasaporte español a los extranjeros de “culturas islámicas”. Ya le gustaría al líder de Vox organizar una redada en la Selección nacional de fútbol para quitarle la camiseta a Lamine Yamal, aunque la peor expresión del calentón justiciero consiste en identificar integralmente a los musulmanes y los terroristas, como si fueran una categoría indisociable.

Foto: El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, este martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. (EFE/Kiko Huesca)

Llamémoslos simplificación y oportunismo electoralista. La complejidad del conflicto de Oriente Próximo no admite las restricciones de un tuit ni el desahogo de un vídeo de TikTok. Es la razón por la que se termina imponiendo la rutina de la polarización. Resulta muy progresista significarse en apoyo de los palestinos. Resulta muy facha alinearse con Israel.

Y resulta muy tentador hacer acopio de expresiones populistas y maximalistas. La del genocidio de Israel es la más grave de todas, por las connotaciones de un sustantivo y de un neologismo cuyo origen responde a la definición de lo indefinible: el Holocausto. Hay razones suficientes para reprocharle a Netanyahu la política de apartheid y la violación de territorios y derechos, pero la desproporción fáctica y simbólica del genocidio que Podemos y Sumar achacan a Israel tanto frivoliza con la atrocidad de la Shoah como obedece a la idiosincrasia antisemita de nuestra progresía.

Resulta progresista significarse en apoyo de los palestinos. Resulta facha alinearse con Israel

Tiene sentido colocarse al lado de los palestinos, denunciar su aislamiento, indignarse de los abusos israelíes, pero el mismo compromiso solidario hacia los vecinos de Gaza y Cisjordania exige la denuncia del Estado feudal que definen el Gobierno de Hamás y sus patrocinadores (Irán, Hezbolá).

Estar con el pueblo palestino y velar por su porvenir implica avergonzarse de un modelo de sociedad cuya predisposición a la claustrofobia fomenta la sharia, discrimina a las mujeres, persigue a los homosexuales, recluta a adolescentes suicidas y amenaza las libertades elementales.

Foto: Un grupo de iraníes quema una bandera israelí durante una manifestación para mostrar solidaridad con el pueblo palestino. (EFE/Abedin Taherkenareh)

Tiene derecho Palestina a que se le reconozcan un Estado y una expectativa de convivencia. Se lo ha reclamado Sumar a Sánchez en la subasta de la investidura, pero la reivindicación también formaba parte de la sensibilidad del PP cuando García Margallo era ministro de Exteriores en 2014.

Utópico o urgente, el modelo que define la coexistencia de los dos Estados —Palestina e Israel— debería formar parte del consenso bipartidista si no fuera porque el disenso electoralista en semanas de incertidumbre —¿habrá nuevos comicios?— malogra la cooperación del PP y PSOE en la política exterior y predispone los discursos simplistas. Lo demuestra el lema de “barbarie o civilización” con que los populares describen el escenario medio-oriental. Es cierto que debe denunciarse sin ambages la barbarie terrorista de Hamás, pero los presupuestos de civilización con que Díaz Ayuso identifica su propio (y sobrevenido) fervor sionista exigen también que Israel se desempeñe con arreglo a una democracia y a las obligaciones del derecho internacional.

Se las reclama Sánchez a Tel Aviv en sus últimas alocuciones, redundando en una disciplina que bien podría aplicársele a la discordia

Se las reclama Sánchez a Tel Aviv en sus últimas alocuciones, redundando en un grado de disciplina que bien podría aplicársele a la discordia de los ministros de Podemos, cuya tibieza en los reproches a Hamás corresponde a una ceguera ideológica que enmascara los vínculos con la teocracia iraní y que describe a Israel como la bestia de todas las bestias.

¿Antisionismo? ¿Antiimperialismo? ¿Antisemitismo? La aversión cultural a los semitas también subraya el rechazo de la derechona reaccionaria hacia los propios musulmanes. Descienden estos últimos también de Sem, el hijo de Noé. Y padecen no solamente las algaradas xenófobas de Vox cuando Santi Matamoros caricaturiza a los mohameds y persigue a los manteros y los menas, sino una discriminación más extensiva que practican los rapsodas del PP y que se disfraza en el culto a la estrella de David.

El estado permanente de campaña electoral que define la política española explica el ridículo con que se ha reaccionado y reacciona al conflicto palestino-israelí, naturalmente conduciendo la munición de la crispación a los requisitos insaciables del maniqueísmo y del antagonismo.

Israel PSOE Partido Popular (PP) Gaza
El redactor recomienda