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¿Explotará Sánchez en su campo de minas?
La abrupta sesión de este miércoles es el reflejo de la política irresponsable y temeraria que ha engendrado el presidente, desde el abuso de los decretazos hasta la dependencia de los chantajistas y prestamistas
Pedro Sánchez bien podrá haber comparecido este miércoles en el Senado con la indumentaria de un artificiero. Necesita todos los recursos disponibles parra sobreponerse al nutriodo campo de minas que identificaba la verdadera inauguración de la legislatura. Acostumbran los diputados a tomarse libre el mes de enero, pero las emergencias del patrón monclovense han forzado una jornada mastodóntica cuyo suspense dirimía la precariedad con que Sánchez es protagonista de su propias aberraciones políticas.
Empezando porque los chantajistas convocados al ceremonial del decretazo no votaban lo que se votaba, sino que manipulaban la sesión para ejercer sus respectivas presiones y vendettas. A Podemos le importan poco los recortes de los subsidios y mucho vengarse de Yolanda Díaz, mientras que la extorsión de Junts no obedecía al contenido de las medidas anticrisis, sino al castigo ejemplar que Sánchez debe imponer a las empresas que huyeron de Cataluña y que deben regresar en condiciones humillantes.
Denunciaba el superministro Bolaños esta mañana la irresponsabilidad del politiqueo y la subordinación del interés general a las conveniencias particulares, pero el estupor tendría mayor sentido si no fuera porque es Sánchez el artífice y el autor intelectual de una legislatura cuya anomalía y promiscuidad se explica en el imperativo de la propia supervivencia.
Se entiende así mejor la dramaturgia del campo de minas. Las ha sembrado Sánchez de manera desordenada o compulsiva para defender el territorio, pero da la impresión de haber extraviado el mapa. Y no sabe dónde pisar o cuándo hacerlo, porque tanto le puede explotar un artefacto en la extrema izquierda como le puede estallar en el área del nacionalismo feroz.
Tiene delante de sí Pedro Sánchez el Parlamento incontrolable y hostil que le ha ungido. Reviste morbo y hasta placer que puedan malograrse los decretazos. Y resulta aún más interesante explorar hasta qué punto vann sobornarle Podemos y Junts, aunque el resultado de las votaciones tampoco modifica la dimensión del escenario degradante. Sánchez está delante de la política -del politiqueo- que él mismo ha engendrado. Por el abuso de los decretazos resueltos en la adrenalina del último minuto. Por la imposición arbitraria de los paquetes ómnibus. Por la extorsión que ejercen los partidos minúsculos. Por la degradación del Parlamento a una versión simplificada y maniquea. Y porque la ausencia de principios y de valores excita una legislatura caótica y disparatada cuya única argamasa se localiza en la solidísima aversión común que provocan Vox y el PP.
El muro. Fue Sánchez quien lo inauguró con solemnidad el día de su ungimiento. Y quien ha pretendido atravesarlo para buscar en los populares la solidaridad y el sentido de Estado que le niegan sus prestamistas. Allí estaba Bolaños reclamando sensibilidad al PP después de haber incendiado todos los espacios de entendimiento, como si fuera Feijóo el culpable de poner en peligro la renta de los pensionistas y el porvenir de los subsidiados. “Decir no a los decretos es decir no a 10.000 millones de eeeeeuros”, proclamaba el superministro como si fuera un niño de San Ildefonso.
Estaba claro que Feijóo iba a responderle con escorpiones. Y no porque carecieran de interés algunas medidas anticrisis alojadas en los decretazos -la bajada del IVA en productos básicos, la factura de la luz-, sino porque la estrategia, el tacticismo y el oportunismo también caracterizan la beligerancia con que el PP necesita desenmascarar a Sánchez en las angustias y presiones de una que se promete legislatura incendiaria.
El espectáculo resultante de este miércoles traslada un ejemplo nefasto respecto la credibilidad del sistema y menoscaba el interés de los ciudadanos. No ya porque las grandes emergencias quedan subordinadas a los cálculos de supervivencia particulares, sino porque la pluralidad y la heterogeneidad de un Parlamento variopinto no ha enriquecido la vida política, sino que ha predispuesto la inercia de los bajos instintos y radicalizado la tiranía que ejerce Junts con siete samuráis.
Este espectáculo de este miércoles traslada un ejemplo nefasto respecto la credibilidad del sistema y menoscaba el interés de los ciudadanos
De hecho, la aprobación o el rechazo de los decretazos no reviste mayor relevancia que un sobresalto positivo o negativo en un itinerario abrupto y disparatado. Sánchez depende de Carles Puigdemont en la salud y en la enfermedad. Tanto gana el proscrito malogrando la mayoría del presidente como lo hace forzándole a tragar el enésimo reptil.
¿Puede completarse una legislatura en semejantes condiciones de provisionalidad? ¿Cuántos volantazos requiere el manual de supervivencia de Sánchez en la segunda temporada de Frankenstein? Las dudas resultarían más inquietantes si no fuera porque la coalición heterogénea que ha investido al líder socialista detiene sus amenazas y sus extorsiones allí donde empieza la alternativa de Feijóo.
Pedro Sánchez bien podrá haber comparecido este miércoles en el Senado con la indumentaria de un artificiero. Necesita todos los recursos disponibles parra sobreponerse al nutriodo campo de minas que identificaba la verdadera inauguración de la legislatura. Acostumbran los diputados a tomarse libre el mes de enero, pero las emergencias del patrón monclovense han forzado una jornada mastodóntica cuyo suspense dirimía la precariedad con que Sánchez es protagonista de su propias aberraciones políticas.
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