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Rubén Amón

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¿Será Galicia la tumba de Feijóo?

Nada que ganar, todo que perder: los comicios del 18-F revisten una tensión sobrevenida y una lectura nacional que amenazan el porvenir del presidente del PP si las urnas confirman el pronóstico más negativo de Tezanos

Foto: Imagen de archivo de Feijóo y Rueda dándose un abrazo. (EFE/Lavandeira)
Imagen de archivo de Feijóo y Rueda dándose un abrazo. (EFE/Lavandeira)
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La decisión de adelantar las elecciones en Galicia no obedecía a una emergencia de los ciudadanos, sino a un ejercicio de autoestima de Núñez Feijóo, cuyo resultado aspiraba y aspira a remediar la frustración del 23-J. Se trata de enfatizar el fervor al líder gallego, sobreponerle al trauma veraniego, castigar a Sánchez en plena ejecución de la amnistía, pero la encuesta del CIS introduce en sus opciones la hipótesis catastrofista.

Resulta que los populares corren el riesgo de perder la mayoría absoluta. Se impondría el PP categóricamente en las urnas (43%), pero la horquilla baja de la encuesta dada a conocer el jueves predispone un retroceso que malograría la continuidad de Rueda en el cargo heredado de Feijóo. El desastre es tan grave que podría representar la caída definitiva del presidente nacional del PP. No solo porque Feijóo habría perdido la apuesta del adelanto y la reválida del 23-J, sino porque habría entregado y rendido el mayor fortín político de la derecha en una operación suicida.

Es la razón que concede a las elecciones gallegas todos los peligros del dramatismo y ninguna de las virtudes de la victoria. El mejor escenario posible para el PP consiste en conservar el poder que ya tiene. Y no se le puede restar importancia al éxito electoral, pero la revalidación de la mayoría absoluta casi representa una obligación, cuando no un esfuerzo rutinario. Llevan 15 años consecutivos gobernando los populares. Y ha sido Galicia el territorio más fértil y propicio de Feijóo, la plataforma que lo ha traído a Madrid, el escenario de sus cuatro mayorías absolutas y el epicentro del ciclo virtuoso que ha bonificado la inercia victoriosa de Alfonso Rueda.

Se entiende así la implicación de Feijóo en la campaña, incluso la suplantación de la candidatura. El PP va a tratar de trasladarnos que el triunfo de 18 de febrero connota el itinerario de la gran remontada y define el primer gran plebiscito antisanchista, más todavía cuando el Partido Socialista gallego va camino de resignarse a la tercera plaza. Lo dice con franqueza la encuesta del cocinero Tezanos, aunque el varapalo electoral al candidato Gómez Besteiro se compensa o recompensa con el ascenso imponente del BNG. Su candidata, Ana Pontón, acredita mejor valoración que ningún otro adversario (5,77) y aspira a liderar el sorpaso de la coalición de la izquierda en la incertidumbre de la recta final.

Foto: Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda. (EFE/Brais Lorenzo)
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Han adquirido una evidente dimensión nacional las elecciones gallegas desde el momento en que Feijóo las convirtió en remedio personal al gatillazo de julio. Nadie se juega más que él dentro de tres semanas, aunque los comicios del 18-F también revisten inquietantes angustias para los otros actores de Madrid. Empezando por Yolanda Díaz, cuya credibilidad política jugando en casa puede malograrse con un fracaso de Sumar. Trata de impedirlo la ya exportavoz Marta Lois, pero la encuesta de Tezanos y otras disponibles no garantizan representación a la marca de la izquierda.

Está previsto y garantizado el fracaso de Podemos y de Vox. La irrelevancia de uno y otro extremo se resiente de su capacidad nociva. Van a restarles votos a la izquierda y a la derecha, aunque es una buena noticia para Feijóo y para Rueda liberarse de cualquier pacto… si alcanzan la mayoría absoluta.

Los puntos suspensivos matizan el desasosiego de Génova respecto a unas elecciones que se han convertido en incómodas e inconvenientes pese al espíritu triunfalista y revanchista con que se plantearon. Feijóo nada tiene que ganar, pero se expone a perderlo todo, especialmente si la movilización del nacionalismo y de la izquierda estimula un cambio de época y amortiza el desgaste del PP a expensas del líder mayúsculo. Galicia era el trampolín de Feijóo a la Moncloa. Cualquier situación política y electoral diferente a la mayoría absoluta precipitaría una crisis traumática, hasta el extremo de preguntarnos si Galicia puede ser la tumba de Feijóo.

La decisión de adelantar las elecciones en Galicia no obedecía a una emergencia de los ciudadanos, sino a un ejercicio de autoestima de Núñez Feijóo, cuyo resultado aspiraba y aspira a remediar la frustración del 23-J. Se trata de enfatizar el fervor al líder gallego, sobreponerle al trauma veraniego, castigar a Sánchez en plena ejecución de la amnistía, pero la encuesta del CIS introduce en sus opciones la hipótesis catastrofista.

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