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El martirio glorioso de Díaz Ayuso
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Rubén Amón

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El martirio glorioso de Díaz Ayuso

Pedro Sánchez colabora de nuevo a la canonización política de la presidenta exigiendo una dimisión y una ejemplaridad que pretende encubrir con brochazos los escándalos de Koldo y la amnistía

Foto:  La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Rodrigo Jiménez)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Isabel, ¿cómo te encuentras? ¿Cómo estás? ¿Te sientes víctima de una persecución? ¿Cómo está él? Impresionan algunas de las preguntas que los colegas de profesión hicieron el martes a Díaz Ayuso en el contexto del jaleo conyugal, más o menos como si necesitaran consolarla, solidarizarse con ella, facilitarle una salida mullid a la crisis político-mediática.

Y no es que la presidenta necesite acunarse en el vaivén de los medios afines, pero su estado de gracia -de idolatría- en la prensa conservadora le permite relamerse en la idea de una conspiración de la izquierda, perfectamente consciente de cuanto le beneficia la munición de Moncloa.

No esperaba otra cosa Díaz Ayuso que la vehemencia de Sánchez en la tribuna del Congreso reclamando su cabeza. “Exija la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid”, requería Sánchez a Feijóo. Malgastaba así todas las balas de plata. Y colocaba a Ayuso en una posición de ejemplaridad que acabaría con todo el Gobierno si el patrón monclovense se la aplicara a sí mismo. O que pondría en entredicho el conflicto de intereses en que ha incurrido su mujer, Begoña Gómez.

No se explica la gloria de Ayuso sin el protagonismo que le ha concedido sistemáticamente Pedro Sánchez. Es la manera con que el presidente del Gobierno ningunea el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, pero también la dieta proteica que más enfatiza el liderazgo de la emperatriz madrileña.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Rafa Alcaide)

Con Ayuso o contra Ayuso. El esquema de la polarización redunda en los brochazos del akelarre de la política nacional. Resulta obsceno que el PSOE pretenda utilizar al novio de Ayuso para encubrir el escándalo de Koldo y la vergüenza de la amnistía, pero resulta bastante precario que la presidenta de la CAM utilice la conspiración como argumento exculpatorio.

El debate es tan extremo y partidista que desquicia cualquier expectativa de rigor. Pudo demostrarse en la sesión parlamentaria de este miércoles. Y en la virulencia con que la bancada socialista recurrió al fantasma de Aznar -el 11M- y al fetiche de Ayuso para distraer el hedor de la koldotrama.

El ataque a la presidenta madrileña consolida las posiciones de extrema militancia y total aversión

El ataque a la presidenta madrileña consolida las posiciones de extrema militancia y total aversión. El ayusismo se ha convertido en una religión política que ciega a los adversarios y obnubila a los partidarios, aunque resulta muy interesante la derivada conyugal. Pedro Sánchez considera intocable a su mujer en la trama de Air Europa, pero entiende que la ejecutoria del novio de Ayuso la involucra a ella directamente.

La asimetría de los principios adultera el debate. Y más lo hace la clarividencia de la ministra de Hacienda, pues fue María Jesús Montero quien acusó de fraude fiscal a Alberto González Amador y quien aludió a las informaciones de los medios para referirse a las comisiones de las mascarillas que había cobrado el novio de Ayuso en cuestión.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Javier Lizón)

Nada se había publicado al respecto cuando Montero lanzó la “noticia”, pero las comisiones sí trascendieron en la prensa un par de horas después, como si la propia vicepresidenta hubiera estimulado o facilitado las pesquisas.

¿Un complot? Tiene más sentido hablar de una oportunidad y de unas filtraciones interesadas que vulneran la privacidad de los ciudadanos. La Agencia Tributaria identifica un presunto fraude de 350.000 euros. La Fiscalía lo denuncia. Y el novio de Ayuso está llamado a explicarse y a cumplir con el Fisco, pero resulta bastante complejo involucrar a la presidenta. Más todavía cuando las comisiones por la venta de mascarillas concernían a empresas privadas. O cuando fue el PP de Madrid quien denunció a una de las compañías que enriquecieron el patrimonio de González Amador.

¿Un complot? Tiene más sentido hablar de una oportunidad y de unas filtraciones interesadas que vulneran la privacidad de los ciudadanos

Ayuso no necesitaba hablar de conspiraciones ni poner en discusión el prestigio de la Agencia Tributaria ni el procedimiento de la Fiscalía de Madrid. Tampoco le hace falta convertirse en mártir de la derechona ni concederse un baño de victimismo, sobre todo porque las evidencias la alejan de las corruptelas y caricaturizan el acoso mediático.

Resulta totalmente ridículo que Ayuso responda de vivir en la casa de un señor que presuntamente ha defraudado a Hacienda y de los delitos en que González Amador podría haber incurrido antes incluso de conocerse.

Es la perspectiva que convierte en un esperpento la dimisión que le exigía Sánchez, aunque la reacción megalómana e irresponsable del presidente del Gobierno consolida el antagonismo que más conviene al éxtasis político de la adversaria.

Isabel, ¿cómo te encuentras? ¿Cómo estás? ¿Te sientes víctima de una persecución? ¿Cómo está él? Impresionan algunas de las preguntas que los colegas de profesión hicieron el martes a Díaz Ayuso en el contexto del jaleo conyugal, más o menos como si necesitaran consolarla, solidarizarse con ella, facilitarle una salida mullid a la crisis político-mediática.

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