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¿Cómo debe bailarse, entonces, el chotis?
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Rubén Amón

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¿Cómo debe bailarse, entonces, el chotis?

Almeida y su esposa se esmeraron en una versión irreconocible y robotizada de un baile centroeuropeo que recaló en la corte de Isabel II y que se homologó a principios del siglo XX

Foto: Teresa Urquijo y Jose Luis Martinez-Almeida. (REUTERS/Ana Beltran)
Teresa Urquijo y Jose Luis Martinez-Almeida. (REUTERS/Ana Beltran)

Hay que reconocerle a Almeida y su esposa, Teresa Urquijo, haber patentado la versión desahogada del chotis. Dice la tradición que la danza ha de resolverse en el espacio de una baldosa, pero el alcalde y su señora la bailaron en una superficie similar a la M30, sin grandes aptitudes coreográficas ni particulares apreturas.

No tienen por qué demostrarlas, ni tampoco responsabilizarse del repertorio cañí, aunque Almeida podría haberse esmerado en la cualificación de los pasos y en las obligaciones espaciales, precisamente porque el chotis puede considerarse el baile más significativo del repertorio madrileño.

Y no porque lo fuera en sus orígenes. De hecho, la danza más popular de las verbenas isidriles proviene de Bohemia y se dio a conocer en la corte de Isabel II (1850) en su fórmula y ortografía originales: schottisch.

Foto: José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo. (LP)

Era una adaptación centroeuropea del anglicismo scottish, de tal manera que el rastreo de los orígenes implica un ejercicio de musicología y folclore cuya espiral redunda en la universalidad de la danza. Hay variaciones escandinavas y brasileñas, austriacas e italianas, pero tiende a convenirse que la versión madrileña se homologó en el organillo de Antonio Apruzzese (1906-1955). Nadie como él supo reconducir la popularidad del chotis. Y dotarlo de los matices rítmicos que caracterizan al instrumento.

Era de origen italiano Apruzzese, hijo de luthier y vecino del Madrid de los Austrias, aunque fueron los Borbones quienes introdujeron la danza aprovechando la melomanía de Isabel II. Fue ella la gran promotora de la erección del Teatro Real. Y la expresión cultivada de un gusto estético que no contradecía sus intensas pulsiones sexuales. El chotis era un baile de cercanías, sensual, aunque Almeida y su esposa hayan concebido una versión robotizada y esquemática al compás de Madrid, Madrid.

Foto: Varios chulapos bailan un chotis en la Pradera de San Isidro. (EFE/Javier López)

Tenemos asumida la pieza como la quintaesencia del madrileñismo, pero conviene recordar que el himno en cuestión corresponde a la autoría de un compositor mexicano, Agustín Lara, que nunca estuvo en la capital. Sí nació en ella Plácido Domingo, cuya voz y personalidad fueron las elegidas para acompañar el chotis de la boda de Almeida. Era un guiño premeditado al cantante madrileño. Una reivindicación merecida, aunque no suficiente, para estimular la creatividad coreográfica de los novios.

¿Cómo debe bailarse un chotis? La página web del Ayuntamiento de Madrid aporta los pormenores elementales, pero no está demasiado claro que se las haya tomado o leído a conciencia el alcalde de la villa y corte.

Foto: El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (i), conversa con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el presidente del PP, Pablo Casado. (EFE/Javier Lizón) Opinión
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"El baile no es complicado, es sobre todo curioso, pues se ejecuta entero sobre una baldosa. El hombre permanece quieto sobre este espacio y sujetándose sobre sus puntas. Mientras, la mujer se mueve a su alrededor a la par que hacer girar a su pareja efectuando pasos cruzados o realizando ochos hacia atrás o hacia delante. La indumentaria es vital, él con su pantalón negro, chaqueta, chaleco y parpusa, y la mujer con su traje de chulapa ceñido, su moño y mantón de manila".

El chotis -o el ritual de cortejo que acabamos de leer- es el baile madrileño por antonomasia, pero la categoría no quiere decir que haya alcanzado la popularidad de la jota aragonesa, de la sardana en Cataluña o de las sevillanas. Forma parte de la marginalidad. Lo cultivan a conciencia los gatos de mayor compromiso y afición. Y se expande en las romerías y verbenas de las fiestas isidriles. Sucederá el mes que viene con mayores motivaciones que nunca, precisamente porque Almeida y su nueva esposa ya nos han enseñado con simpatía cómo… no debe bailarse.

Hay que reconocerle a Almeida y su esposa, Teresa Urquijo, haber patentado la versión desahogada del chotis. Dice la tradición que la danza ha de resolverse en el espacio de una baldosa, pero el alcalde y su señora la bailaron en una superficie similar a la M30, sin grandes aptitudes coreográficas ni particulares apreturas.

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