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Rubén Amón

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La tragedia del puto amo

La mutación de Sánchez al populismo y el fanatismo de sus partidarios le desautorizan como paladín de la campaña de purgación de la prensa y de la Justicia

Foto: Pedro Sánchez en un mitin en Cataluña. (Reuters/Albert Gea)
Pedro Sánchez en un mitin en Cataluña. (Reuters/Albert Gea)
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Impresiona la reacción fervorosa con que los palmeros más cualificados del PSOE están reaccionando al autoritarismo de Sánchez. Han convenido que Pedro es "el puto amo" sin reflexionar demasiado en el significado de la expresión. El fanatismo de los palmeros les oscurece las neuronas. Y les conduce a descuidar hasta dónde alcanza la carga peyorativa de los elogios.

Y no es que Óscar Puente pretenda denunciar el cesarismo del gurú ni aludir a los peligros del tirano, pero lo hace cada vez que le atribuye la etiqueta de "puto amo". El exabrupto es lo de menos. Lo de más consiste en la noción de propiedad y de abuso que implica el sustantivo masculino.

Sánchez es el amo. Reconocérselo desde dentro como hacen sus ministros y sus rapsodas debería conducir a una reflexión inquietante, pero la conversión del partido en una secta ha descompuesto los ámbitos de cuestionamiento. El dogmatismo se ha impuesto a la razón.

Por ese mismo motivo, la debilidad del régimen y los delirios del timonel han precipitado el psicodrama conspiranoico. La patología del poder engendra una actitud enfermiza a los reproches y las advertencias, de tal manera que el puto amo ha predispuesto una estrategia de purga y delación.

Foto: José Luís Álvarez

Los jueces y los periodistas se han convertido en los enemigos, han desquiciado una persecución cuya credibilidad se resiente de la propia ferocidad sanchista. Nadie como él ha ejercido la intimidación de la prensa y la injerencia en el poder judicial, pero la necesidad personal de conservar el cetro monclovense precipita la teoría del gran complot.

Se agradece que algunos medios afectos al sanchismo hayan empezado a cuestionar el oportunismo con que el líder máximo ha emprendido el camino del populismo. Es la nueva piel del puto amo, el enésimo ejercicio de travestismo circunstancial. Sánchez se hizo liberal en aquella alianza efímera con Rivera. Y fue más marxista que Iglesias cuando hubo de forzarse el pacto con la grey de Podemos. Sánchez asumió como propia la bandera contra el nacionalismo, para luego erigirse en su principal valedor.

Foto: Sánchez en un mitin de la campaña catalana. (Europa Press/Kike Rincón) Opinión
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La peculiaridad de la nueva transformación radica en la proeza de consumar el populismo… sin el pueblo. La "movilización masiva" que justificó la decisión de reanudar el camino constituye una fantasía del sanchismo. Y no es que pueda ni deba invocarse la calle como una fórmula de legitimación —vivimos, afortunadamente, en una democracia representativa—, pero el invento de la adhesión popular y la presunta angustia del pueblo descarriado ponen en situación ridículo el mesianismo del timonel monclovense, como bien pudo comprobarse en el yermo de la manifestación del 1 de mayo.

Allí se reunieron los ministros y los líderes sindicales para significarse en la devoción al sanchismo y suscribir la paranoia de "los enemigos". Se trata de clasificar a los pseudo medios y los pseudo jueces, pero la estrategia victimista de Sánchez únicamente ha encontrado resonancia en el fango de las redes sociales. Sabemos de lo que hablamos los periodistas de la fachosfera. Y estamos vacunados. Vox y Podemos han ejercido más que ningún otro partido o movimiento la intimidación y la amenaza. Por eso resulta tan sencillo identificar la estrategia análoga en la maquinaria socialista. Una coreografía de bots y de hooligans que identifica perfectamente el propósito de amordazar las opiniones críticas.

Debería reflexionar Sánchez cuando el propósito de elogiarlo y de canonizarlo aloja, en realidad, la peor de las críticas. No puede defenderse la democracia, la libertad de prensa, la separación de poderes ni el estado de Derecho cuando tus propios palmeros te reconocen e idolatran como el puto amo. Y cuando tu propio camino de supervivencia se identifica en el terror que ejerces hacia fuera y en el miedo que padeces hacia dentro.

Impresiona la reacción fervorosa con que los palmeros más cualificados del PSOE están reaccionando al autoritarismo de Sánchez. Han convenido que Pedro es "el puto amo" sin reflexionar demasiado en el significado de la expresión. El fanatismo de los palmeros les oscurece las neuronas. Y les conduce a descuidar hasta dónde alcanza la carga peyorativa de los elogios.

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