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Rubén Amón

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¿A qué está jugando el Partido Popular?

La llamada a la calle y el discurso xenófobo de Feijóo ilustran una deriva populista que expone el desconcierto de la labor opositora y que tampoco corrige la irrelevancia en las catalanas

Foto:  El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijòo. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijòo. (EFE/Andreu Dalmau)
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La ubicuidad de Pedro Sánchez en la política española explica que desempeñe al mismo tiempo el Gobierno y la oposición. Nadie mejor que el líder socialista ejerce su propio desgaste. Y no solo por el desprestigio de sus maniobras, sino porque Vox es un aliado y porque el PP ejerce una contra limitada a asistir a los errores del timonel de Moncloa.

Desconcierta el partido de Feijóo en una oposición sin demasiado criterio ni corpulencia política. El PP se limita a verificar las fugas de agua de Sánchez, como si fuera el presidente del Gobierno quien les marca el ritmo y las iniciativas. Un buen ejemplo es la absurda movilización que Génova ha programado el 26 de mayo. Y otro consiste en la temeridad con que Feijóo se ha mimetizado con el discurso migratorio de Vox y de Aliança Catalana.

Identifica a ambos planteamientos un idéntico sesgo populista, pero tiene sentido enfatizar los matices que los diferencian. Empezando porque la mani convocada entre las catalanas y las europeas incurre en el mismo error conceptual que los populares restregaron a Pedro Sánchez cuando pretendió encubrirse en la legitimación de la calle. Y puede que el PP reúna más gentío de cuanto logró el jefe de Gobierno en sus jornadas de reflexión, pero la guerra de cifras no contradice que la convocatoria “contra los bulos y las sospechas de corrupción” responda a un obsceno electoralismo.

Haría mejor el PP en proteger el principio de la democracia representativa. Recurrir a la calle como argumento de reanimación supone un ejercicio de populismo tan flagrante como el giro xenófobo de Núñez Feijóo.

Recurrir a la calle como argumento de reanimación supone un ejercicio de populismo tan flagrante como el giro xenófobo de Feijóo

Y no vamos a discutir que la okupación sea un problema de la sociedad y de la convivencia, pero atribuirla a los inmigrantes ilegales mimetiza al PP con los presupuestos ideológicos y políticos en que incurren Abascal y Silvia Orriols para ganar un cuerpo en el desenlace de las elecciones catalanas.

Creíamos que el PP se había distanciado de los complejos de Vox. Y que Feijóo mismo eludiría la tentación de amalgamar y mistificar problemas distintos y relaciones equivocadas, sobre todo porque la situación ilegal de muchos inmigrantes no caracteriza por norma un perfil delictivo.

Foto: Varias personas se concentran frente al Congreso en defensa de la ILP RegularizaciónYA. (Europa Press/Eduardo Parra)

La okupación tanto identifica a sujetos (españoles y no españoles) que allanan la propiedad privada aprovechando los vacíos legales y la lentitud de la Justicia, pero también es la expresión de los problemas de vivienda y de la marginalidad. Restringirla al hábito de los inmigrantes invasores y proclamar que nos “okupan” nuestras casas, delatan a Feijóo en un discurso irresponsable y en un ejercicio desorientado de la oposición.

Más todavía cuando la perorata xenófoba del presidente popular coincidió con la publicación de un informe de Funcas que cifra la inmigración ilegal en 700.000 personas. ¿Hemos de considerarlas invasoras? ¿Cuánto abusamos de ellas en el mercado clandestino? ¿Cuántas son ilegales simplemente porque se les ha caducado el visado? ¿Cuánta culpa tiene la Administración en el retraso con que se tramita la legalización de los papeles?

Decepciona el PP con sus volantazos políticos. La frustración que implica subordinarse al muro de Sánchez provoca una dinámica acción-reacción

Decepciona el PP con sus volantazos políticos. La frustración que implica subordinarse al muro de Sánchez provoca una dinámica acción-reacción de acuerdo con la cual Feijóo se consuela con significarse en el papel de bombero de los incendios de Sánchez. O en pirómano de los propios, como demuestran la mani del 26 y el discurso xenófobo de la ocupación.

Las iniciativas no van a reanimar el peso del PP. Fue irrelevante en los recientes comicios vascos. Y lo será en las catalanas del domingo. La paradoja -y el escarmiento- de los populares consiste en que la expectativa de multiplicar por cuatro los resultados de 2021 no rescata al partido de la marginalidad ni justifica aún menos adoptar el atajo del populismo, entre otras razones porque a Sánchez no le va a costar trabajo demostrar o recordar que el monstruo de la ultraderecha es una amenaza.

La ubicuidad de Pedro Sánchez en la política española explica que desempeñe al mismo tiempo el Gobierno y la oposición. Nadie mejor que el líder socialista ejerce su propio desgaste. Y no solo por el desprestigio de sus maniobras, sino porque Vox es un aliado y porque el PP ejerce una contra limitada a asistir a los errores del timonel de Moncloa.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP) Pedro Sánchez
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