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El PP desafía a Sánchez… imitándolo
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Rubén Amón

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El PP desafía a Sánchez… imitándolo

El populismo de la calle, el discurso radical de Ayuso, la obstrucción parlamentaria y la sintonía con la ultraderechista Meloni, describen el énfasis de una campaña que se define en el mismo fango sanchista

Foto: Manifestación del PP contra el Gobierno en Madrid. (Europa Press)
Manifestación del PP contra el Gobierno en Madrid. (Europa Press)
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La campaña europea ha desquiciado las relaciones del PP y PSOE a expensas del interés general, aunque el aspecto más negativo de la pugna bipartidista consiste en la exacerbación del populismo. Es la nueva envoltura política del sanchismo. Y el terreno de juego que han elegido también los populares para darle a Ayuso el megáfono, mangonearse con la ultraderecha y recurrir a la calle como argumento de hostigamiento y de legitimación.

La convocatoria de este domingo en el centro de Madrid pretendía humillar la triste movilización que atrajo Sánchez en sus jornadas de reflexión. Hubo más gente en la manifestación pepera de cuanto acudió a Ferraz en apoyo del líder socialista, pero la victoria de las cifras no encubren el pinchazo ni la simpleza que pretende identificar el fervor plebiscitario con la democracia.

Digamos que la manifestación dominical obedecía a un ejercicio de autoestima y a una coreografía de unidad política bajo el liderazgo de Feijóo. Aspira el timonel de Génova a convertir el 9-J en un duelo presidencial. Y a resarcirse de los últimos escarmientos, aunque llama la atención que el camino hacia la victoria no consista en combatir a Sánchez sino en imitarlo. O en combatirlo imitándolo, como si la campaña se resolviera en una timba de tahúres. Se trata de levantar un muro frente al muro con que el presidente del Gobierno inauguró la legislatura. Por esa razón, Núñez Feijóo decidió tumbar la ley del suelo. Y no porque discrepara de su contenido ni de su conveniencia, sino porque el PP no iba a permitirse rescatar a Sánchez de su inanición parlamentaria ni menos aún oxigenar la legislatura. Los populares subordinaron el interés ciudadano a la ferocidad del mano a mano. El maltrato político y sistemático de Sánchez a Feijóo se ha cobrado ahora un desquite proporcional que enturbia las reglas del juego y que sobrentiende un periodo de histeria en el horizonte del 9 de junio.

Pedro Sánchez ha encontrado en la cooperación de Vox y en el monstruo de la ultraderecha los fundamentos de una campaña que pretende rentabilizar la crisis con Argentina y el reconocimiento de Palestina. Le otorga la razón el último sondeo del CIS, pero bien haría Sánchez en recelar del entusiasmo demoscópico con que Tezanos edulcora los sondeos y los convierte en argumento de propaganda. Cualquier recurso funciona como estímulo electoral en la campaña del barro. Y no solo en las huestes socialistas.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la protesta de la Puerta de Alcalá contra Sánchez (REUTERS / Ana Beltrán)

El PP se ha puesto en manos del populismo irresponsable de "Mileidy Ayuso". Se ha concedido ella misma un giro radical que pretende atraer el voto ultra y mimetizarse con la verborrea de Javier Milei, aunque es el propio Núñez Feijóo quien considera oportuno abrazarse con Giorgia Meloni.

La jefa de Gobierno "tricolore" ha obtenido la plena homologación comunitaria gracias al reconocimiento de Ursula von der Leyen. No se puede cuestionar a Italia como se ha hecho con Hungría ni con Polonia —peso económico, demográfico, cultural, fundacional, institucional—, pero el europeísmo matizado de Meloni y su rechazo a Putin no contradicen el peligro de las injerencias confesionales y la involución de los derechos sociales. Ni restan importancia a la psicosis de la "invasión migratoria".

Tiene sentido recordar que Meloni fue protagonista de la kermesse ultraderechista de Vox, igual que Le Pen, Orbán y Milei. Y tiene sentido preguntarse las razones por las que el PP no ha aprendido a relacionarse con el partido de Abascal. Ni cerca ni lejos. Una equidistancia que se lleva por delante el populismo asilvestrado de Ayuso, "ídola" de la manifestación dominical y encarnación del melonismo ella misma, hasta el extremo de postularse como la primera mujer que ocupará la Moncloa.

La campaña europea ha desquiciado las relaciones del PP y PSOE a expensas del interés general, aunque el aspecto más negativo de la pugna bipartidista consiste en la exacerbación del populismo. Es la nueva envoltura política del sanchismo. Y el terreno de juego que han elegido también los populares para darle a Ayuso el megáfono, mangonearse con la ultraderecha y recurrir a la calle como argumento de hostigamiento y de legitimación.

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