Es noticia
El menguante Sánchez y el increíble caso de Kirby Kyle
  1. España
  2. No es no
Rubén Amón

No es no

Por

El menguante Sánchez y el increíble caso de Kirby Kyle

Sin un brazo, sin una pierna y ciego, el presidente del Gobierno finge una salud política que desmienten todos los hechos y que evoca al legendario personaje de Woody Allen en 'Días de radio'

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. (Europa Press/Eduardo Parra)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La relación patológica de Sánchez con la mentira y la vanidad acaso explica que nadie de su círculo más allegado se atreva a decirle que el PSOE ha perdido las elecciones europeas. Y es verdad que Núñez Feijóo se lo recordó este miércoles en el hemiciclo, reclamándole por inercia la convocatoria de elecciones anticipadas -“no eternice lo que es inviable”-, pero Sánchez escucha al líder opositor con el volumen en silencio, sumergido en la demoscopia de Tezanos, custodiado por la burbuja de sus ministros. Ninguno de ellos se arriesga a enseñarle al jefe las cuentas electorales, ni la curva depresiva del partido, ni la precariedad de la coalición, ni la conspiración 'indepe' contra Illa, ni la repercusión comunitaria del caso Begoña, más o menos como si hubieran convertido a Sánchez en el protagonista de 'Goodbye, Lenin!'. La película de Wolfgang Decker trasladaba el esfuerzo con que los familiares de una mujer nostálgica del comunismo le reconstruían la vida y los hábitos como si nunca hubiera caído el muro de Berlín. Se trataba de ensimismarla, de aislarla, igual que le sucede al presidente del Gobierno en la célula de seguridad donde se le protege de la realidad y donde no se percibe su propia y drástica desfiguración.

Sánchez recuerda sospechosamente al caso de Kirby Kyle en la escena más disparatada de Días de radio, la peripecia de un jugador de béisbol cuyas desgracias en los accidentes de caza le dejan primero sin una pierna, después sin un brazo y, finalmente, completamente ciego.

Woody Allen cuenta la historia como un recuerdo remoto de su infancia. Y evoca que el abnegado pícher Kyle insistía en saltar al campo, aunque no se lo permitieran hacerlo en condiciones sus terribles limitaciones físicas.

Le ocurre lo mismo a Sánchez. Disputa su agonía política sin apenas tenerse en pie. Apuntalado. Sin presupuestos. Sin horizonte de legislatura. Y aferrado a la leyenda del superviviente, igual que el malogrado Kirby.

Foto: Sánchez responde en el Congreso por sus planes tras las investigaciones a su entorno

Y no es que se le haya removido el espacio electoral hasta convertirse el PSOE en un partido desclasado y resignado a la derrota, sino que se le ha desmoronado la teoría del fango desde el momento en que la Fiscalía europea ha puesto interés a todas las anomalías del caso Begoña. No se le podrá objetar a la institución comunitaria haberse sumado al gran complot, ni formar parte de los actores que expurgan los recortes de prensa en una campaña de desprestigio personal, familiar e inmisericorde.

Trata de esconderse Sánchez en el muro que nos defiende de la ultraderecha. O de las ultraderechas, puesto que su discurso de réplica de este miércoles en el Parlamento -agresivo, falaz- consistía en demostrar que Feijóo, Abascal y Alvise representan la misma amenaza. Y no es que Sánchez pretenda despreciar al 48% de los votantes ni sustraerse al régimen de la polarización que ha desquiciado la sociedad, sino que se oculta a sí mismo el trasvase de sufragios de centristas (ex Cs) y socialdemócratas que han nutrido el 9-J las arcas del PP.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Sánchez-Trillo) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El sanchismo arde a cuatro fuegos
Antonio Casado

Se le ha malogrado a Sánchez incluso la oportunidad de la reanimación en el escenario de Cataluña. Cada vez resulta más improbable la investidura de Illa. El frente independentista ha escarmentado los puentes de la Moncloa. No solo para neutralizar la expectativa de un president socialista, sino porque Puigdemont puede ejecutar la legislatura desde sus presupuestos maximalistas: o le hacen presidente, o moción de censura en Madrid.

El camino del miedo consiste en repetir las elecciones catalanas. Y acaso reunirlas con las generales en una suerte de hoguera. Que los ministros de Sánchez nieguen la hipótesis refuerza toda la verosimilitud. Y que Sánchez pretenda volverlas a ganar perdiéndolas le convierte en la parodia de Kirby Kyle. Reviste un triste final la historia del pitcher de los Cardinals. Le amputaron la pierna y el brazo. Perdió la vista, pero no pudo sobreponerse a las ruedas del camión que se lo llevó por delante.

La relación patológica de Sánchez con la mentira y la vanidad acaso explica que nadie de su círculo más allegado se atreva a decirle que el PSOE ha perdido las elecciones europeas. Y es verdad que Núñez Feijóo se lo recordó este miércoles en el hemiciclo, reclamándole por inercia la convocatoria de elecciones anticipadas -“no eternice lo que es inviable”-, pero Sánchez escucha al líder opositor con el volumen en silencio, sumergido en la demoscopia de Tezanos, custodiado por la burbuja de sus ministros. Ninguno de ellos se arriesga a enseñarle al jefe las cuentas electorales, ni la curva depresiva del partido, ni la precariedad de la coalición, ni la conspiración 'indepe' contra Illa, ni la repercusión comunitaria del caso Begoña, más o menos como si hubieran convertido a Sánchez en el protagonista de 'Goodbye, Lenin!'. La película de Wolfgang Decker trasladaba el esfuerzo con que los familiares de una mujer nostálgica del comunismo le reconstruían la vida y los hábitos como si nunca hubiera caído el muro de Berlín. Se trataba de ensimismarla, de aislarla, igual que le sucede al presidente del Gobierno en la célula de seguridad donde se le protege de la realidad y donde no se percibe su propia y drástica desfiguración.

Pedro Sánchez PSOE
El redactor recomienda