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Pedro Sánchez: un año más, un año menos
El primer aniversario del 23J remarca la degeneración del sanchismo, el impacto del caso Begoña, la crisis institucional, la parálisis legislativa, pero también el buen ritmo de la economía y la expectativa de que llla consiga el trono de la General
Un año después de las elecciones, acaso la noticia consiste en que Sánchez todavía permanece en la Moncloa. Y que la precariedad parlamentaria en la que agoniza, tanto explica la parálisis legislativa, como ha predispuesto las condiciones extremas de chantaje. Empezando por la abyección de una amnistía que cuya letra ha degradado el hábitat democrático de la nación.
Más tiempo permanece Sánchez en el poder, más se deteriora el clima institucional y se pervierte la salubridad del Estado. El líder socialista resiste a expensas de la dignidad política, aunque la decadencia no implica que esté en franco peligro el trono monclovense, sobre todo si la investidura de Illa en Cataluña serena la extorsión de los compadres soberanistas.
La catástrofe electoral del Partido Socialista en este último año —gallegas, vascas, europeas— va a conseguir un margen de redención gracias al cetro de la Generalitat, pero el pacto que se avecina no alcanza a encubrir la esclerosis del sanchismo. Operan a su favor los datos del empleo, el oxígeno de la economía, la euforia del consumo. Operan en su contra la inanición parlamentaria, el hartazgo de la marca personal y el impacto político, mediático o judicial que pueda propagar el "caso Begoña".
Sánchez pretende sobreponerse al escándalo escarmentando a la prensa hostil y aludiendo al complot de la ultraderecha, pero ni siquiera el comodín de Vox reviste energía para mistificarlo arbitrariamente con las siglas del PP. Y no porque Feijóo haya roto con Abascal, sino porque Abascal ha roto con Feijóo, adoptado o emprendiendo una decisión autodestructiva que complace los intereses políticos de Génova 13 y que desfigura el mantra gubernativo del eje del mal. El PP se encuentra ahora —julio de 2024— donde tenía que haberse colocado hace un año. Los pactos autonómicos con Vox representaron un error político y estratégico que prolongó el mandato de Sánchez y que ratificó su condición de prodigio adaptativo.
Sánchez pretende sobreponerse al escándalo escarmentando a la prensa hostil y aludiendo al complot de la ultraderecha
Ha conseguido Feijóo, al menos, consolidar su liderazgo, desquitarse de la ultraderecha, moderar el PP y sustraerse a la competencia desleal de Ayuso, aunque también le ha convenido trasladar a la escena nacional los abusos que ha cometido el fiscal general en la causa de la pareja de la presidenta.
Puede terminar imputado García Ortiz por un delito de revelación de secretos que redunda en la instrumentalización de las instituciones. Y que demuestra la degeneración de un sistema que ha naturalizado las anomalías. El Constitucional se ha puesto al servicio de los intereses del PSOE en el estrambote de los ERE. Y Sánchez ha considerado oportuno que un ministro del Gobierno, Escrivá, sea ungido como gobernador del Banco de España.
Un año más en el poder, un año menos en la Moncloa. El balance que arroja el primer aniversario del 23J resulta estremecedor por el deterioro de la democracia y por los cataplasmas que Sánchez es capaz de utilizar para encubrir el fallo multiorgánico que caracteriza el fin de época. El ejemplo más descriptivo, inquietante y delirante consistió en la epístola a los españoles y en el amago de retirada. No porque pretendiera defender el honor de su mujer ni rescatarla del complot ultraderechista, sino porque ha convertido la crisis conyugal en el pretexto para intimidar a los jueces y amordazar a la prensa, empezando por los medios —El Confidencial— que han expuesto todas las evidencias de la naturalidad con que Begoña Gómez aprovechaba a su beneficio las instalaciones de la Moncloa.
Un año después de las elecciones, acaso la noticia consiste en que Sánchez todavía permanece en la Moncloa. Y que la precariedad parlamentaria en la que agoniza, tanto explica la parálisis legislativa, como ha predispuesto las condiciones extremas de chantaje. Empezando por la abyección de una amnistía que cuya letra ha degradado el hábitat democrático de la nación.
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