Ábalos es la bomba de relojería de Sánchez
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Rubén Amón

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Ábalos es la bomba de relojería de Sánchez

El presidente es ya culpable, como mínimo, de haber encubierto a su ministro y mayordomo, pero también se expone a una responsabilidad mayor en la cadena de mando de la trama

Foto: Pedro Sánchez y José Luis Ábalos en una imagen de archivo. (Reuters)
Pedro Sánchez y José Luis Ábalos en una imagen de archivo. (Reuters)
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Tic, tac, tic, tac… El juego de onomatopeyas al que recurrió Pablo Iglesias para anunciar la caída de Rajoy sirve de ejemplo y de premonición a la agonía de Pedro Sánchez, entre otras razones (simbólicas) porque el artífice de la moción que alzó al líder socialista, José Luis Ábalos, es el mismo sujeto político que lleva puesto el cinturón explosivo de la legislatura.

Y no puede sorprenderle al exministro su inminente imputación. La razón por la que se negó a entregar el acta de diputado obedecía precisamente al propósito de garantizarse el aforamiento. Se juega Ábalos su porvenir en el Supremo. Y tiene entre sus manos la cabeza de Pedro Sánchez, cuyo grado de implicación alcanza, como mínimo, a la mentira y al encubrimiento. Lo demuestra la decisión de ejecutar a su mejor costalero en julio de 2021.

Sorprendió entonces que Sánchez hubiera despeñado al camarada que mejor interpretó el momento de tumbar a Rajoy con los argumentos de una corrupción insostenible. Ábalos ocupaba el ministerio de mayor presupuesto y desempeñaba un cargo ejecutivo en la cúpula del PSOE, pero está claro ahora que el patrón socialista había impuesto un escarmiento preventivo.

Se trataba de cauterizar la crisis y de neutralizar sus efectos, pero era deber de Sánchez denunciar las fechorías en lugar de taparlas, siempre y cuando no estuviera en peligro su propia implicación en el caso.

Se juega Ábalos su porvenir en el Supremo. Y tiene entre sus manos la cabeza de Sánchez

La duda estriba en la medida, la dimensión. Y en dirimir si la responsabilidad de Sánchez se resuelve en descuido, lo hace en la complicidad o implica una relación neurálgica en la trama. Cualquiera de las hipótesis desautoriza al presidente del Gobierno. Y sobrepasa la ternura y la ingenuidad con que los rapsodas de Sánchez y él mismo pretenden gestionar la mayúscula crisis: José Luis engañó a Pedro, lo traicionó de manera inmisericorde.

Tendría sentido el enfoque si no fuera porque el informe de la UCO caracteriza de manera implícita y explícita la cadena de mando, hasta el extremo de que Koldo, el machaca de Ábalos, aludía a Sánchez con naturalidad y utilizaba un nombre en clave, "el 1", para describir las operaciones más delicadas de la trama en que intervenía el presidente.

Lo explicaba muy bien Ignacio Varela en su artículo del pasado viernes: cada Sánchez tiene su Ábalos y cada Ábalos tiene su Koldo.

Koldo, el machaca de Ábalos, aludía a Sánchez con naturalidad y utilizaba un nombre, "el 1"

La abyecta relación triangular expone, cuanto menos, la responsabilidad in vigilando del presidente, pero también suscita otros angustiosos interrogantes. ¿Un ejemplo? Sánchez activó el rescate de Air Europa el mismo día que Begoña Gómez se reunía con Javier Hidalgo, ejecutivo de la línea aérea y compadre de la consorte en otras actividades sospechosas.

Sánchez mintió a los españoles cuando tergiversó las razones por las que Delcy Rodríguez aterrizó en el aeropuerto de Barajas. Sánchez predispuso un clima de favores empresariales con claros beneficiarios (Aldama, Barrabés) y corruptelas nauseabundas. Sánchez permitió que Ábalos prosperara en el hedor y en la connivencia. Sánchez consintió que su propia esposa, Begoña Gómez, obtuviera beneficios explícitos de la red.

No le faltan al vodevil los brochazos berlanguianos. Ninguno tan pintoresco como el piso que Ábalos pone a su amante. O el chalet en Cádiz que el propio ministro tuvo a su disposición con la mediación de los testaferros y con el matiz de un requisito mobiliario: "que dejen el piano", pide el ministro.

Foto: José Luis Ábalos, durante una rueda de prensa en el Congreso. (Europa Press/Matias Chiofalo)

Y es el ministro el eje nuclear de la trama de corrupción, el embrión que la sitúa dentro del Gobierno mismo. Bajo su protección y su palabra operan los empresarios. Y Koldo funciona como el mayor de los correveidiles.

¿Podía Sánchez "no saber"? ¿Es verosímil o responsable su ignorancia ?

La consigna de Moncloa consiste en convencernos de que Sánchez ha sido engañado por su mayordomo, pero cuesta trabajo creerse que nadie pueda timar al mayor y más sofisticado de los trileros. Y resulta del todo infantil o fantasioso pretender exonerar al presidente del Gobierno de su vínculo orgánico con su propia mano derecha. La misma que le condujo a la Moncloa y que proclamó en el Congreso que la corrupción hacía insostenible la continuidad de Rajoy. Tic, tac, tic, tac.

Tic, tac, tic, tac… El juego de onomatopeyas al que recurrió Pablo Iglesias para anunciar la caída de Rajoy sirve de ejemplo y de premonición a la agonía de Pedro Sánchez, entre otras razones (simbólicas) porque el artífice de la moción que alzó al líder socialista, José Luis Ábalos, es el mismo sujeto político que lleva puesto el cinturón explosivo de la legislatura.

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