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No es no
Por
Sánchez, la agonía eterna de un cadáver exquisito
El presidente cronifica su agonía con la tortura de Puigdemont, los cataplasmas de Feijóo y la ficción de un consenso social que alcanza el esperpento con la "mani" de los sindicatos
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No se merece el maestro Juan José Padilla cualquier analogía con Pedro Sánchez, pero las 39 cornadas que cicatrizan su cuerpo recuerdan el martirio del presidente del Gobierno en su camino de escarmiento político. No le cabe una herida más que de tantos revolcones que le han propinado Puigdemont y los socios de la coalición.
Peregrina como un "ecce homo" el patrón monclovense, aunque la agonía de la legislatura no permite hablar todavía de su defunción. Cada acuerdo in extremis supone un cataplasma, un trance extremo que permite al héroe de Ferraz la ocasión de reanimarse.
Tiene mérito el instinto de supervivencia, la capacidad adaptativa del líder socialista, aunque la explicación de su porvenir en la Moncloa camino de 2027 tanto caracteriza la degradación institucional como convoca la complicidad de sus falsos aliados y de sus mejores enemigos. No es sencillo distinguirlos, sobre todo cuando Núñez Feijóo incurre una y otra vez en las trampas que le plantea el presidente del Gobierno. El líder del PP ha firmado con mansedumbre el decretazo minibus —así lo llama Rafa Latorre— por miedo a la represalia de la casta pensionista. Y ha sido objeto de un escarnio fallido en las calles de Madrid, cuyas pretensiones justicieras exponen en sí mismo la tergiversación de la realidad del sanchismo.
Resulta que UGT y COOO organizaron este domingo una manifestación en Madrid y otras ciudades… a la oposición. Se había convocado originalmente para vengar la resistencia del PP al escudo social, pero desconcierta todavía más que las movilizaciones y los eslóganes se hayan mantenido incluso después de haber acatado Feijóo el pacto de Sánchez y Puigdemont.
La ficción política se confunde con los hechos gracias al impacto de la propaganda sanchista y a la negligencia mediática del PP
Quiere decirse que los aciertos de Sánchez son los aciertos de Sánchez y que los errores de Sánchez son… los errores de Feijóo. El ardid resultaría más verosímil de haberse consumado, por ejemplo, una manifestación masiva en las calles de Madrid, pero resultaba extravagante y pintoresca la dramaturgia proletaria que aspiraba a "okupar" el territorio de Ayuso.
La ficción política se confunde con los hechos gracias al impacto de la propaganda sanchista y a la negligencia mediática del PP. Sánchez se maneja en unos códigos de osadía y abyección que nadie se atreve a utilizar, aunque la mayor eficacia de su estrategia parlamentaria consiste en haber naturalizado la relación con Puigdemont. Le hace sudar sangre el mesías soberanista en cada embate. Y le constriñe a un estado de humillación que Sánchez disimula escondiéndose en el burladero de Feijóo.
Sánchez ha cronificado su propia agonía. Y se le escapa, cicatriz a cicatriz, la vida por las cornadas
La distancia entre la realidad y la mentira es tan elocuente como la distancia de la mayoría parlamentaria y la mayoría social. Y no solo por el fiasco de la marcha dominical y por el drástico revolcón que anuncian las encuestas, sino porque la extorsión del soberanismo y la degradación del sanchismo están desfigurando toda la credibilidad del timonel de Moncloa.
El diagnóstico severo no contradice el porvenir de la legislatura. Sánchez ha cronificado su propia agonía. Y se le escapa, cicatriz a cicatriz, la vida por las cornadas, pero la inercia del hundimiento no contradice que pueda demorarse hasta las elecciones de 2027. La decisión de adelantarlas por razones de colapso legislativo, de decencia y de ingobernabilidad se resiente del cinismo con que Sánchez ejerce su presidencialismo, aunque impresiona el inventario de las fechorías, desde el caso Koldo y las corruptelas de Ábalos hasta los episodios de nepotismo, la injerencia política del fiscal general y la indecencia de las reuniones en Ginebra.
Es allí donde Puigdemont abusa del chantaje y donde administra el oxígeno de Sánchez. No puede retirárselo del todo porque le conviene la indigencia del presidente del Gobierno, pero el régimen de tortura ha convertido a Sánchez en un cadáver exquisito. Así calificó Umbral a Cela en el memorial póstumo de sus relaciones. Y así apuntala Puigdemont la expiración de Sánchez, cuyos partidarios se echaron a la calle con la disciplina del voluntariado para demostrar entre todos la soledad del líder.
No se merece el maestro Juan José Padilla cualquier analogía con Pedro Sánchez, pero las 39 cornadas que cicatrizan su cuerpo recuerdan el martirio del presidente del Gobierno en su camino de escarmiento político. No le cabe una herida más que de tantos revolcones que le han propinado Puigdemont y los socios de la coalición.