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No es no
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Sánchez y Ábalos: camaradas, compadres… y cómplices
La relación del presidente y su mejor costalero se demuestra indisociable y señala, como mínimo, una responsabilidad política que no excluye la implicación de su mujer en el rescate de Air Europa y otros conflictos de intereses
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El problema de Sánchez no se localiza en su versión colérica ni en la devastación del PSOE, sino en sus relaciones especiales con José Luis Ábalos. Tan especiales que resulta imposible disociar al uno del otro en las grandes operaciones políticas -la moción de la victoria- y en las actividades más oscuras. La cadena de wasaps que ha puesto en órbita El Mundo suscribe y documenta muchas otras informaciones que había divulgado en El Confidencial, empezando por la implicación de Begoña Gómez y Víctor de Aldama en el rescate de Air Europa. Sánchez intervino a favor de la compañía aérea después de haberse involucrado su esposa y el comisionista, naturalmente bajo la concepción estratégica de Ábalos.
Es el exministro quien administra los mensajes y quien extorsiona a Sánchez como si estuviera convocando una mesa de negociación. Se ha oscurecido su porvenir judicial. Y se ha propuesto relacionar a Pedro Sánchez con las tramas nucleares que más comprometen el conflicto de intereses. Los mensajes trasladan una relación de compadreo y de complicidad. Y exigen un ejercicio de credulidad extremo respecto a la "ignorancia" de Sánchez en las actividades delictivas que caracterizaran el tren de vida de su costalero.
Es la razón por la que adquieren vuelo y sentido las cuestiones que nunca ha respondido todavía el presidente. ¿Por qué sacrificó al superministro en la crisis de 2021? ¿Por qué lo rehabilitó en las listas de 2023?
Cuesta trabajo creer, en efecto, que Sánchez no tuviera noticia de las corruptelas de Ábalos, entre otras noticias porque el titular de Transportes no dudaba en exteriorizar los desórdenes, las excentricidades y el nepotismo. Se jactaba Ábalos de pasear y de colocar a sus "sobrinas". Y se concedía unos excesos incompatibles con su posición y con su sueldo.
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El presidente no podía "no saber". Y si realmente "no sabía" sería urgente y legítimo reprocharle a Sánchez haber incurrido en una responsabilidad "in vigilando", tanto por el cargo que desempeñaba su compadre -en el PSOE, en el Gobierno- como por la gravedad de los delitos que investiga la Justicia.
La ignorancia no equivale a la inocencia. Describe, más bien, un clima de aquiescencia y de pasividad que exige explicaciones y dimisiones, aunque los últimos mensajes y los que están pendientes de conocerse identifican un vínculo entre Ábalos y Sánchez de inquietante espesura.
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Así pretende demostrarlo el exministro con la graduación y "elaboración" de los mensajes. No solo ha escogido todos aquellos de perfil absolutorio y de impecable escritura -las tildes en su sitio, las alusiones a Quevedo y a Hitchens-, sino que ha facilitado otros cuya relevancia atañe a las operaciones fundamentales del Ejecutivo. Es el caso del rescate de Air Europa. Y la posición jerárquica de Sánchez en la aprobación de una iniciativa que repercute y se explica en la relación triangular de Víctor de Aldama, Begoña Gómez y Javier Hidalgo. Y no es que fuera ilegítima, como tal, la salvación de la línea aérea, pero resultaría perfectamente anómalo que la decisión del Ejecutivo se hubiera producido después de haber mediado la esposa del presidente recurriendo a los servicios de fontanería de Aldama. Por esa misma razón se antojan incendiarios los últimos wasaps. Y por idénticos motivos, Ábalos retrata sin pudor el poder conyugal de la Moncloa.
Podía haberlo desmentido Sánchez en el Congreso este miércoles. Porque se lo preguntó Núñez Feijóo. Lo que hizo el presidente fue eludir la pregunta. Y aludir a la naturaleza delictiva de las filtraciones. Ya veremos lo que dicen los tribunales respecto a la violación de la privacidad o respecto al interés general, pero el propósito de aferrarse a la mordaza del fuente no solo contradice el desparpajo con que el PSOE ha aireado los secretos del PP sino que otorga verdadero pánico a la credibilidad a los mensajes del extorsionador. Hubiera convenido al exministro y al propio Sánchez restringir el escándalo a la responsabilidad de Koldo, cauterizar el asunto en los límites de un guardaespaldas arribista y extralimitado. No ha sucedido así porque Koldo representa un papel secundario. Y porque el caso Ábalos ya se ha convertido en el caso Sánchez sin que puedan desvincularse.
El problema de Sánchez no se localiza en su versión colérica ni en la devastación del PSOE, sino en sus relaciones especiales con José Luis Ábalos. Tan especiales que resulta imposible disociar al uno del otro en las grandes operaciones políticas -la moción de la victoria- y en las actividades más oscuras. La cadena de wasaps que ha puesto en órbita El Mundo suscribe y documenta muchas otras informaciones que había divulgado en El Confidencial, empezando por la implicación de Begoña Gómez y Víctor de Aldama en el rescate de Air Europa. Sánchez intervino a favor de la compañía aérea después de haberse involucrado su esposa y el comisionista, naturalmente bajo la concepción estratégica de Ábalos.