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¿Está preparado Feijóo para gobernar?
Se amontonan las razones para echar a Sánchez del Gobierno sin que terminen de estar claros los motivos para votar al líder popular, cuya eventual llegada a la Moncloa no sería el resultado de una oposición sólida
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Llama la atención la frecuencia con que Núñez Feijóo alude a su idoneidad como alternativa a Sánchez. Repite y repite que está listo para gobernar, como si pretendiera convencerse a sí mismo. Y como si asistiera contemplativamente a la agonía política del líder socialista.
Cada día que Sánchez transcurre en la Moncloa es, en realidad, un fracaso de Feijóo. Nadie más que el aspirante al trono tiene la responsabilidad de haber malgastado y malogrado la inercia electoral de 2023. Y de haber gestionado pésimamente entonces los acuerdos territoriales con Vox, incurriendo en la trampa a medida que le había diseñado el presidente del Gobierno. Se creía ganador Feijóo prematuramente. Y sucedió entonces el mismo fenómeno que estamos observando ahora: quinielas de ministros populares, sensación de victoria, pleno convencimiento del recambio, planes de ejecución.
No está claro que suceda, pero Feijóo llegaría a la Moncloa cuatro años después de sus obligaciones. Cuesta trabajo creer que Sánchez vaya a adelantar las elecciones. Y que se exponga en las urnas cuando más arrecian los escándalos, aunque tampoco conviene subestimar su capacidad de resistencia en la Moncloa. Le favorecen los datos del empleo y de la economía. Lo hacen el fervor de los jubilados y los funcionarios, como también le tranquiliza la lealtad del votante que recela del PP y que observa con pánico extremo la influencia de Vox en la legislatura.
¿Será capaz Feijóo de atraer al socialista descarriado, al sufragista limítrofe? La pregunta maltrata el sueño monclovense del líder gallego en los prolegómenos del Congreso nacional. Cada vez hay menos razones para votar a Sánchez, pero Feijóo no ha dejado claras las razones por las que tenemos que votarle a él. Una cosa es "deselegir" a Sánchez como presidente. Otra es elegir a Feijóo, acudir a las urnas desde el entusiasmo y el convencimiento. De hecho, la expectativa de una "gran mayoría" que tanto ansía y menciona el presidente popular identifica la mera heterogeneidad del antisanchismo. Feijóo trata de canalizar la corriente, aglutinar en su grey al socialista cabreado, al militante conservador, al huérfano de Ciudadanos, al extremista de Vox, al votante pasivo.
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Siendo, como es, la única alternativa verosímil Sánchez, el jefe de los populares parece haberse propuesto que su victoria se produzca -cuatro años después- por la decadencia e incomparecencia del rival. Llegará -si llega- a la Moncloa porque Sánchez ha sucumbido a sí mismo. Y porque ni siquiera los votantes más socialdemócratas ni recelosos de la derechona en el poder transigen con las atrocidades del sanchismo, incluidos el nepotismo, la apropiación de las instituciones, la amnistía, la extorsión del nacionalismo, la sumisión humillante a Puigdemont, el caso Ábalos, el acoso a los jueces y los medios "hostiles", la degradación nuclear del sistema.
Se ha convenido entre los clichés de la política contemporánea que Feijóo es un mal candidato y será un buen presidente. Inquieta el eslogan, la fórmula, porque la segunda parte del enunciado refleja una especulación y la primera parte sobrentiende los perfiles más idóneos de Ayuso y de Juanma Moreno.
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La candidata madrileña canaliza mejor que nadie la energía del antisanchismo y penetra en el electorado de Vox, mientras que el colega malagueño caracteriza las referencias de un proyecto centrado y expansivo. Le puede votar un socialista, como ya ha sucedido en los comicios andaluces.
Es una manera -Ayuso, Moreno- de simplificar las familias, las tendencias. Y podría sostenerse que Feijóo aglutina las dos, como si fuera la síntesis, la solución híbrida, pero también podría decirse que no es una cosa ni la otra, redundando en la misma ambigüedad que identifica las dudas de su candidatura. Feijóo alcanzará la Moncloa porque Sánchez es inaceptable.
Llama la atención la frecuencia con que Núñez Feijóo alude a su idoneidad como alternativa a Sánchez. Repite y repite que está listo para gobernar, como si pretendiera convencerse a sí mismo. Y como si asistiera contemplativamente a la agonía política del líder socialista.