Es noticia
Díaz Ferrán y la responsabilidad del empresariado español
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Díaz Ferrán y la responsabilidad del empresariado español

Cuando el pasado mes de julio Rodríguez Zapatero abroncó públicamente al presidente de la CEOE -hecho inédito- por la ruptura del diálogo social, Gerardo Díaz Ferrán

Cuando el pasado mes de julio Rodríguez Zapatero abroncó públicamente al presidente de la CEOE -hecho inédito- por la ruptura del diálogo social, Gerardo Díaz Ferrán tenía ya sus empresas en situación muy comprometida. Fueron muchos -así se lo hice ver en un encuentro casual en septiembre en el Paseo de la Castellana- los que entendieron entonces que el máximo dirigente de los empresarios españoles debía mantenerse en el cargo para no ofrecer sensación de debilidad ante el poder político. El aplauso cerrado con el que la asamblea de la Confederación le recibió pocos días después resultó toda una confirmación en el cargo. Nadie suponía entonces que la deriva de sus negocios iba a ser la que finalmente ha sido.

A estas alturas del año, casi al cierre del primer trimestre, Díaz Ferrán no está en condiciones de seguir liderando la CEOE. La disolución por falta de liquidez de su aseguradora -Mercurio-, la práctica -y ya inminente- situación concursal de Air Comet -con sus empleados sin cobrar-, y el expediente abierto por Caja Madrid por incumplimiento de los compromisos adquiridos con motivo de la concesión de un crédito por varios millones de euros, dibujan un escenario en el que Díaz Ferrán no debe sólo poner a disposición de la CEOE su cargo, sino presentar su dimisión irrevocable. Díaz Ferrán es un hombre serio al que la crisis -y algunos riesgos adquiridos con alguna temeridad- le han jugado una muy mala pasada. Es uno más de esos miles de empresarios en dificultades casi terminales, dramáticas y, quizás, irreversibles.

Con esos condicionantes personales y profesionales, sin embargo, no es posible que pueda dirigir la Confederación Española de Organizaciones Empresariales que tiene por delante dos retos de gran calado: la negociación de la reforma laboral y la de las pensiones. Díaz Ferrán debe ahora dedicarse a reflotar sus empresas y a rehacer su propia trayectoria como empresario. Es más necesario y valioso en ese menester que en el de sostener una lánguida, cuestionada y cuestionable representatividad empresarial.

Responsabilidad del empresariado español

La responsabilidad de que Díaz Ferrán permanezca al frente de la CEOE no es sólo ni quizá principalmente suya, sino del conjunto del empresariado. Le bastaría al copropietario del Grupo Marsans una ligera indicación de la ejecutiva de la patronal para retirarse del primer plano. El grave problema es que nadie en la CEOE -al menos, nadie con entidad- parece dispuesto a asumir la carga, la servidumbre y el desgaste de representar al empresariado español. Si Díaz Ferrán, después de la disolución de su aseguradora mediante un procedimiento que demuestra una total insolvencia, sigue donde está es porque a su falta de resolución en la dimisión necesaria -insisto, ha de ser irrevocable- se une el retraimiento de sus colegas para tomar el relevo e impulsar de nuevo a una organización postergada en un momento crítico.

Pues bien: dejemos las cosas claras. El problema no es ya Díaz Ferrán ni su decisión personal. El problema es estamental -del empresariado- y hasta de la sociedad civil -el colectivo ciudadano- porque aquel y ésta necesitan un sistema de equilibrios que compense el poder exorbitante de las Centrales Sindicales e introduzca con fuerza, con efectividad y con prestigio el mensaje de los que emplean, emprenden, abren mercados, luchan por la supervivencia de sus iniciativas, mantienen a trancas y barrancas el empleo y pelean a brazo partido con la morosidad que les ahoga.

La referencia del empresariado -sin la menor lesión a la integridad y el esfuerzo de Díaz Ferrán- requiere de otro perfil cuyas circunstancias profesionales no fragilicen ni su figura ni su discurso. Insisto: recuperar la CEOE no es sólo misión de su precario presidente -que haría bien en irse y dejar de sufrir por partida doble, como responsable de CEOE y de sus empresas- sino del conjunto de los empresarios españoles. En tanto estos no resuelvan plantear al Gobierno socialista y a los sindicatos una interlocución serena, sólida y sin fisuras no se restablecerá uno de los muchos equilibrios de los que España ha ido perdiendo en los últimos años.

Cuando el pasado mes de julio Rodríguez Zapatero abroncó públicamente al presidente de la CEOE -hecho inédito- por la ruptura del diálogo social, Gerardo Díaz Ferrán tenía ya sus empresas en situación muy comprometida. Fueron muchos -así se lo hice ver en un encuentro casual en septiembre en el Paseo de la Castellana- los que entendieron entonces que el máximo dirigente de los empresarios españoles debía mantenerse en el cargo para no ofrecer sensación de debilidad ante el poder político. El aplauso cerrado con el que la asamblea de la Confederación le recibió pocos días después resultó toda una confirmación en el cargo. Nadie suponía entonces que la deriva de sus negocios iba a ser la que finalmente ha sido.

Gerardo Díaz Ferrán CEOE