Nuestros catastrofistas y antipatrióticos empresarios

Lean con atención, por favor, las siguientes frases:

  “Pensar que en España la crisis ha sido la causa de la necesidad de reformar cosas en el país, es errar en el diagnóstico. La situación de deterioro viene de atrás”.

  “La llegada de la crisis golpea a una España necesitada de reformas urgentes, variadas y estructurales. La golpea en el peor momento, de ahí la fuerza de reacción negativa que se ha producido en el país”.

  “El análisis ha revelado que España no es hoy en día un país líder ni en madurez, ni en oportunidades (…) la configuración actual convierte por tanto al país en poco atractivo para empresas, iniciativas, inversiones y talento”.

  “España no ha conseguido alcanzar el desarrollo adecuado de la Economía del Conocimiento como para competir en bienes y servicios sofisticados con los líderes pero, al mismo tiempo, no puede seguir compitiendo en costes con los nuevos entrantes como proveedores de bienes y servicios de menos valor”.

  “El modelo vigente en España ha generado resultados buenos o excelentes en el pasado, pero da señales de agotamiento desde hace ya unos años”.

  “El valor de España ha crecido al menos desde 1997 (esto es, una década antes del inicio de la crisis) hasta el año 2007, en el que se produce un punto de inflexión que da paso a una caída pronunciada que, hasta 2009, retorna al país a valores próximos a 1997 actualizados”.

  “El resultado final es una España globalmente poco atractiva y en busca de su identidad”.

Estas afirmaciones no las han emitido ni escrito dirigentes del Partido Popular, tampoco analistas y periodistas adscritos a la derecha política, ni se han expuesto en los mítines de ningún partido. Estas afirmaciones que para José Antonio Alonso, Alfredo Pérez Rubalcaba o Marcelino Iglesias serían catastrofistas y antipatrióticas, las respaldan y suscriben, entre otros, los siguientes: los presidentes de los consejos de administración de los periódicos El País, El Mundo y ABC y el dueño de La Razón y de Planeta, José Manuel Lara Bosh; los consejeros delegados de los dos grandes bancos españoles -Santander y BBVA- así como los presidentes en España de Barclays y Deutsche Bank; César Alierta, presidente de la primera empresa española, Telefónica; los presidente de las mayores empresas eléctricas (Iberdrola y Endesa), petrolera (Repsol) y las de otras ramas como Gamesa, Abengoa y Acciona; el consejero delegado de Inditex (Zara), el presidente de Red Eléctrica y así hasta cincuenta gestores más.

Lo que ahora advierte de modo público la flor y nata del empresariado español es que la situación nacional es crítica, sin que el presidente del Gobierno ni sus ministros tengan ya derecho a confundir sus deseos con la realidad como hicieron en 2008

Y estos diagnósticos tan catastróficos y antipatrióticos los avalan no sólo personas próximas a posiciones conservadoras, sino también a las nacionalistas del País Vasco y Cataluña como Pedro Luis Uriarte, ex consejero delegado del BBVA y consejero que fue de Carlos Garaikoetxea en el Gobierno Vasco; José Ignacio Goirigolzarri que le siguió en el cargo, Juan Manuel Nin, director general de La Caixa o Xavier Sala i Martí; economistas que no pueden adscribirse a militancias reaccionarias como Emilio Ontiveros o el ex secretario general de CC OO, José María Fidalgo.

Todos ellos -y más, hasta cien personalidades empresariales e intelectuales- han suscrito el documento Un momento clave de oportunidad para construir entre todos la España admirada del futuro. Una visión optimista pero contundente de la Sociedad Civil española, impulsado por la Fundación Everis. El texto ha sido presentado al Rey y difundido al mismo tiempo que se produce la intervención de Irlanda por la UE, cae en picado la bolsa española, nuestra prima de riesgo se dispara y el país soporta más de un 20% de paro. Es decir, mientras Rodríguez Zapatero vuelve a olvidar que suenan los tambores.

Pues bien, ¿son los grandes empresarios españoles catastrofistas y antipatriotas?, ¿han debido callar y no avalar la descripción del penoso estado de situación en el que se encuentra España?, ¿qué les va a decir el presidente del Gobierno a 25 de los 100 suscriptores de este documento cuando les llame a La Moncloa como advirtió el pasado domingo en el diario El País?, ¿les reprochará que, en uso de su libertad y de su compromiso con sus propias empresas y con la sociedad española, respalden ese diagnóstico?