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El Rey y Spottorno pegan un volantazo estratégico
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José Antonio Zarzalejos

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El Rey y Spottorno pegan un volantazo estratégico

El nombramiento de Javier Ayuso como jefe de la unidad de relaciones con los medios de comunicación de la Casa del Rey no es una mera

El nombramiento de Javier Ayuso como jefe de la unidad de relaciones con los medios de comunicación de la Casa del Rey no es una mera sustitución de su actual titular -que lo será hasta el mes de marzo- Ramón Iribarren. Es más propiamente una decisión estratégica del Rey y del Jefe de su Casa  que consiste en incorporar a un profesional de alto perfil y dilatada trayectoria en el ámbito de la comunicación empresarial para gestionar ex novo la presencia mediática -y por lo tanto social- del Jefe del Estado y de su familia.

Hasta el nombramiento de Javier Ayuso, los responsables de prensa de la Casa del Rey han sido eficientes y leales en su función pero sin personalidades emergentes. Lo fue durante muchos años Fernando Gutiérrez, funcionario que dedicó dieciséis años de su vida profesional a esos menesteres (1977-1993); también Asunción Valdés (1993-2003), periodista pero sin recorrido de responsabilidad en medios de comunicación, que ofreció siempre una cara amable y competente y, por supuesto el afable, cordial y cultísimo diplomático Juan González Cebrián (2003-2010), sustituido por Ramón Iribarren, un profesional más de la administración que de la comunicación que ha debido enfrentarse al auténtico tsunami informativo que se ha abatido sobre la Familia Real.

Ayuso no llega a la Zarzuela para seguir las pautas de comunicación habituales sino para enfrentarse a un tiempo futuro pero inmediato en el que el pacto de discreción entre los medios y el Rey y, en general, su familia, saltará, más aún que ahora, por los aires. En otras palabras: Ayuso es el hombre, largamente pensado por Spottorno, para gestionar una auténtica situación de crisis. De otra forma no se entendería que el profesional que pilotó la comunicación del BBVA durante una década; antes la de Argentaria y antes todavía desarrolló con brillantez una larga carrera periodística, acudiese a la Zarzuela para una misión rutinaria y sin ambición.

Ayuso no puede vender humo, sino una rectificación -en algunos casos radical- de criterios y comportamientos en la Zarzuela

Javier Ayuso es, en rigor, la incorporación más heterodoxa de las que se han producido en la Casa del Rey, que se ha nutrido siempre de militares, diplomáticos y funcionarios, así como de periodistas competentes pero sin notoriedad. El nuevo responsable de prensa de la Zarzuela no responde a ese modelo de personal al servicio de la Casa del Rey y constituye por lo tanto una clara innovación, una señal a los medios y a la sociedad de que el Jefe del Estado y el de su Casa se toman en serio la comunicación, la relación con los medios, la transparencia, y que profesionalizan su forma de estar y ser percibidos en la opinión pública.

No se trata de recomponer daños ya irremediables como los causados por el yerno del Rey al propio Don Juan Carlos y a la Corona, aunque sí puedan paliarse. Se trata de elaborar una política de comunicación que será el resultado de una reflexión profunda, sincera y hasta descarnada de la Familia Real. Ayuso no puede vender humo, sino una rectificación -en algunos casos radical- de criterios y comportamientos en la Zarzuela. La Reina Isabel II de Inglaterra, que el lunes cumplió sesenta años en el trono británico, no es apreciada y respetada como consecuencia de una determinada imagen y percepción, sino que ambas son consecuencia de una actitud coherente y comprometida de la soberana con las duras exigencias que conlleva su magistratura.

Se trata ahora de lograr que un hombre como Javier Ayuso, amparado por Rafael Spottorno y secundado por el Rey, pueda hacer su labor. La Familia Real atraviesa por un pésimo momento: los Reyes están personalmente distanciados, las infantas desaparecidas y enfadadas y los Príncipes de Asturias, inquietos, tratando de aquilatar presencias y ausencias, palabras y silencios.

Javier Ayuso va a tener algunos hándicaps que deberá superar: el más grave es la indisciplina habitual en la Zarzuela. El Rey y su familia son bastante refractarios a los consejos profesionales sobre su proyección pública. El segundo hándicap -y no pequeño- es que su inserción en el organigrama de la Casa del Rey es demasiado modesto para la misión que debe desempeñar: jefe de una unidad de relaciones con los medios. Seguramente, el paso siguiente a la incorporación de Ayuso consista en reformular la estructura orgánica de la Casa del Rey para adecuarla a una mayor eficiencia en su funcionamiento.

Pese a que a algunos medios les haya contrariado que Javier Ayuso sea un periodista vinculado al diario El País -en menor medida también a EFE y a ABC- y a su Grupo, en general su nombramiento ha sido acogido favorablemente y entendido como una decisión inteligente del Rey y de Spottorno. Ayuso conoce a varias generaciones de periodistas que han estado y están en la dirección de los medios de comunicación; tiene relaciones amistosas con columnistas y cronistas; conoce -ha sido redactor-jefe y director de periódico (Cinco Días)- el funcionamiento de los periódicos, la radio, la TV y los medios digitales y dispone de experiencia internacional. A mayor abundamiento, su larga estancia en Argentaria y BBVA le proporciona llegada segura a los principales gestores del ámbito empresarial y financiero.

Por todas esas razones, su nombramiento tiene, inicialmente, todos los boletos para constituir un acierto.

El nombramiento de Javier Ayuso como jefe de la unidad de relaciones con los medios de comunicación de la Casa del Rey no es una mera sustitución de su actual titular -que lo será hasta el mes de marzo- Ramón Iribarren. Es más propiamente una decisión estratégica del Rey y del Jefe de su Casa  que consiste en incorporar a un profesional de alto perfil y dilatada trayectoria en el ámbito de la comunicación empresarial para gestionar ex novo la presencia mediática -y por lo tanto social- del Jefe del Estado y de su familia.