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Repartir estopa y poner en su sitio a Ramírez
Sin que sirva de precedente, es de alabar la contundencia -por fin- de María Dolores de Cospedal cuando el pasado lunes se puso en jarras ante
Sin que sirva de precedente, es de alabar la contundencia -por fin- de María Dolores de Cospedal cuando el pasado lunes se puso en jarras ante Bárcenas en el favorable auditorio que le reunió el diario La Razón. La secretaria general del PP se despachó contra el encausado y algunos miembros de su partido, reivindicó el orgullo de pertenecer a su organización y no le perdió la cara al morlaco del extesorero encarcelado. Después de las indemnizaciones “en diferido” y los sueldos “simulados”, la albaceteña sacó la navaja cachicuerna de su tierra y fue a la tripa del preso de Soto del Real sin miramientos.
¿Cómo va a plantear Rajoy su comparecencia plenaria en el Congreso de los Diputados el próximo 1 de agosto? Un empate, no le sirve; una divagación, menos aún, y un eufemismo, en absoluto. Podrá envolver en papel de celofán que ha tenido que pasar por las horcas caudinas de la oposición, es decir, que acude a la Cámara Baja obligado y hasta humillado después de no haber entendido que podía obviar una confesión periodística pero nunca una declaración judicial acusatoria que la confirmase.
El presidente debería, en primer lugar, plantearse su intervención a la ofensiva, como Cospedal
De tal modo que el presidente debería, en primer lugar, plantearse su intervención a la ofensiva, como Cospedal, pidiendo perdón por haber acogido en el PP durante demasiados años a un presunto delincuente; debería exponer todo lo que sabe y admitir -si el caso fuera- lo que ignora y tendrá que reiterar su absoluta probidad. Dicho todo lo cual, no sería eludible que dejase de repartir estopa. En un país en donde el PSOE tiene causas abiertas por corrupción en el norte y en elsur, en el este y en el oeste, la autoridad moral de los unos y de los otros es más bien escasa. No se trata de ensayar el “y tú más”, pero no deja de tener bemoles que los socialistas se pongan tan estupendos cuando en Andalucía están protagonizando un caso de corrupción que, en cuantía, puede ser histórico. Además de la mochila que acarrean de tiempos en los que Rubalcaba no era precisamente un becario.
Rajoy tendrá que, si no quiere perder de nuevo el tiempo como hasta ahora, dibujar el mapa completo de la corrupción, Cataluña incluida, conjugando los verbos en presente y en pasado y reclamando un mea culpa a todos, incluidas Izquierda Unida, a la que no se le mueve un músculo gobernando con el PSOE en Sevilla, y a ERC, a la que tampoco le conturban los casos de presunta corrupción que atañen a CiU, federación con la que comparte un pacto de estabilidad. Salvo UPyD –que no ha asumido todavía labores de gobierno-, no hay grupo político que pueda mostrar un expediente inmaculado.
Y tras la explicación, la petición de disculpas y el propósito de la enmienda;y después de la descripción del mapa de la corrupción transversal en España, el presidente tendría que exponer de qué manera va a atajar esta lacra. El Gobierno, en su programa legislativo, tiene previstas normas, bajo el análisis todavía del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, con el objetivo de sancionar conductas corruptas y tratar de evitarlas. Rajoy debería contar esas iniciativas y ponerles fecha de tramitación parlamentaria.
Está obligado a provocar una convulsión catártica, sin olvidarse tampoco de los inquisidores, esos que ven la paja en el ojo ajeno pero jamás laviga en el propio
En otras palabras, el presidente está obligado a provocar una convulsión catártica, sin olvidarse tampoco de los inquisidores, esos que ven la paja en el ojo ajeno pero jamás la viga en el propio. Por ejemplo, Pedro José Ramírez, al que le es exigible que pida cumplidas disculpas -tan cumplidas como las que él reclama- por haber pedido el voto a sus lectores a favor del Partido Popular.
El director de El Mundo, con ese complejo anglosajón de quiero y no puedo, imitando a los grandes rotativos americanos y británicos, se permite hacer lo que hace ahora, sólo año y medio después de lanzar a sus lectores “una recomendación clara y rotunda para que voten al PP”; más aún, sosteniendo que “el mejor resultado sería una mayoría absoluta para el PP”. El director que acogió entre sus colaboradores y editorialistas al amanuense de Jaume Matas, Antonio Alemany, condenado ayer por el Supremo a dos años y tres meses de prisión y cuatro años y siete meses de inhabilitación por delitos varios, carece de autoridad moral para, sin que medie disculpa alguna, instalar la guillotina sobre el Gobierno y su presidente. La de Ramírez es, sin duda, una clara culpa in vigilando. E in eligendo.
Rajoy, sus ministros y el partido, están protagonizando un auténtico disparate político, perpetrando incompetencia tras incompetencia, error tras error y dilapidando su credibilidad política. Pero su más pertinaz acusador -Ramírez- no queda redimido de su hipocresía por los yerros de otros. Vamos a ver si el presidente saca y nos enseña esa inédita veta de político de raza con la que le adulan sus próximos y nos ofrece una sesión de catártica rehabilitación cívica. Si no lo hace, puede darse por amortizado.
Sin que sirva de precedente, es de alabar la contundencia -por fin- de María Dolores de Cospedal cuando el pasado lunes se puso en jarras ante Bárcenas en el favorable auditorio que le reunió el diario La Razón. La secretaria general del PP se despachó contra el encausado y algunos miembros de su partido, reivindicó el orgullo de pertenecer a su organización y no le perdió la cara al morlaco del extesorero encarcelado. Después de las indemnizaciones “en diferido” y los sueldos “simulados”, la albaceteña sacó la navaja cachicuerna de su tierra y fue a la tripa del preso de Soto del Real sin miramientos.