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Mariano Rajoy dobla el pulso a Pedro José y hunde a Luis Bárcenas
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José Antonio Zarzalejos

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Mariano Rajoy dobla el pulso a Pedro José y hunde a Luis Bárcenas

A tenor del desarrollo de los acontecimientos, Pedro José Ramírez, director del diario El Mundo, debió emplear más de cuatro horas con Luis Bárcenas durante las que el extesorero del PP le refirió “la financiación del partido

Foto: El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (Efe)
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (Efe)

A tenor del desarrollo de los acontecimientos, Pedro José Ramírez, director del diario El Mundo, debió emplear más de cuatro horas con Luis Bárcenas durante las que el extesorero del PP le refirió “la financiación ilegal del PP y sus contactos con Rajoy” (7 de julio pasado). Antes de ficharle para lucir unas cuantas exclusivas y descabalgar al presidente, Pedro José debió asegurarse de que el arsenal de Bárcenas le daba para algunas primeras páginas más, como esa de los SMS del inquilino de la Moncloa al de Soto del Real. En vez de cuatro horas, debió estar con él tantas como estuvo con Amedo, porque a fin de cuentas de lo que se trataba era de servir al país y librarnos de la corrupción hogaño del PP como antaño del PSOE.

Por alguna razón, Rajoy se le resiste a Pedro José. Hizo buenas migas con Aznar, que le rescató de su “muerte civil” y mantuvo con Zapatero una fluidez telefónica memorable. Eran los tiempos en los que al riojano se le ponían en primer tiempo de saludo los unos y los otros. Pero el silencio confuciano del gallego es férreo. Y ahora ya sabemos por qué al presidente del Gobierno no se le alteran los pulsos ni con El Mundo ni con el juez Ruz. Lo confesó, como si fuese un lapsus linguae a Bloomberg TV el pasado día 25: “Hay cosas que no se pueden demostrar”, le espetó Rajoy a la periodista Sara Eisen. Expresión sentenciosa que hay que relacionar con otra anterior del 4 de febrero de este año: “Todo lo que se ha publicado es falso salvo alguna cosa”.

Entre una y otra declaración medió su comparecencia ante el Congreso en el edificio del Senado el primero de agosto pasado cuando reconoció que se había equivocado con Bárcenas: “Cometí el error de creer a un falso inocente pero no de encubrir a un presunto culpable”. Antes, el presidente había publicado sus declaraciones de IRPF y Patrimonio. La oposición le va a seguir hostigando en el Congreso esta misma semana pero él no va salirse ni un milímetro del discurso conocido ya como el de “fin de la cita”. Rajoy sabía -¿hay alguien que conozca Génova 13 mejor que él?- que los “papeles de Bárcenas” eran exactamente eso: de Bárcenas y de ahí a que fueran los “papeles del PP” mediaba un trecho que no se lo saltaba ni Pedro José al que Bárcenas había engañado, como el extesorero embaucó a otros muchos. Ahora El Mundo -al que el asunto de marras no le reportó difusión adicional- ha vuelto por donde solía, el 11-M y, para alternar, UGT. Pero ni rastro de Bárcenas. Y Gómez de Liaño, el abogado que le puso Pedro José al extesorero infiel, no rasca bola.

El Mundo -al que el asunto de marras no le reportó difusión adicional- ha vuelto por donde solía, el 11-M y, para alternar, UGT. Pero ni rastro de Bárcenas

Raúl del Pozo -que tiene tan buena información como magnífica es su prosa- escribió el pasado martes (Bárcenas es un gato) que alguien cercano al extesorero aseguraba que “hay grabaciones. Entre muchos pillados hay un ministro”. El periodista sostenía que Bárcenas antes de ser encarcelado “lo grabó todo y dejó a tres incondicionales tres mochilas que contenían vídeos, talones, recibís (…)”. Se pregunta Del Pozo si en esas supuestas pruebas hay algo parecido a un “tiro en la frente del Gobierno”. Y se contesta el columnista con evasivas para terminar sugiriendo que quizás Bárcenas en vez de un tigre del Himalaya sea  “un gato de papel”. ¿Le estaba poniendo Del Pozo la esquela a Pedro José en sus ímprobos esfuerzos por reverdecer glorias pasadas a cuenta del asunto Bárcenas? El tiempo lo dirá.

Ocurre -y parece que eso no se ha tenido en cuenta en El Mundo- que Ruz no es Garzón, sino un instructor desbordado por el asunto. Por sus manos han pasado dos ex secretarios generales del PP que dijeron no saber nada de nada; la secretaria general del partido, que echó a las espaldas de Rajoy y de Arenas el acuerdo económico con Bárcenas; los ordenadores del ex tesorero sin los discos duros, asunto que el juez central se ha quitado de encima remitiéndolo a un juzgado de la Plaza de Castilla por si hubiera habido obstrucción a la justicia; ha aceptado el criterio de la Fiscalía Anticorrupción de no pedir la declaración testifical del presidente del Gobierno y el de los forenses que diagnostican la incapacidad de Alvaro Lapuerta para declarar en la causa y, por si fuera poco, la Agencia Tributaria ha informado que si hubo sobresueldos, o están prescritos en cualquiera de sus irregularidades posibles o de no estarlo no constituirían delito fiscal.

No habrá juicio oral hasta dentro de muchos meses -quizás coincidiendo con las elecciones europeas- pero el PP tiene ya descontada la erosión del asunto y piensa mucho más en los comicios municipales y autonómicos de primavera de 2015

Poco a poco los papeles de Bárcenas son más los papeles de “Luis el cabrón” que los del PP. Y la cuestión central a la que Rajoy está llevando –con silencios y frases sentenciosas- el asunto es al meollo: ¿De dónde sacó el extesorero las cantidades trabadas ahora en Suiza y otros lugares por un importe de muchos millones de euros? Como se plantea una prueba diabólica -cruzar las cantidades donadas al PP por una serie de empresarios imputados adjudicatarios de las Administraciones Públicas- no se ha admitido porque hacerlo hubiese supuesto la paralización por años del procedimiento. Además ¿es creíble que con sisas menores se acumule una fortuna como la de Bárcenas? Y más aún ¿esa fortuna es una fiducia o es sólo del extesorero? El jueves el juez Ruz estuvo en Suiza e interrogó durante ocho horas a Agata Stimoni, gestora del banco LGT en donde Bárcenas tiene depositados sus dineros. Al “presunto culpable” se le está poniendo cara de Francisco Correa y al caso que protagoniza la misma pinta que tiene el Gürtel. O sea, que su encarcelamiento en silencio va para largo y la resolución del asunto ad calendas graecas. Es cierto que no habrá juicio oral hasta dentro de muchos meses -quizás coincidiendo con las elecciones europeas- pero el PP tiene ya descontada la erosión del asunto y piensa mucho más en los comicios municipales y autonómicos de primavera de 2015.

Rubalcaba -con gesto un tanto decepcionado- afirmó el martes que “las responsabilidades ante los ciudadanos no prescriben”. Y va a seguir dando la batalla en las sesiones de control al Gobierno. Sí, las responsabilidades políticas no prescriben, pero este es un país especialmente amnésico, de modo que la prescripción y la desmemoria tienen plazos muy similares, incluso la prescripción es aquí más larga que la memoria.  Mucho más si esas responsabilidades políticas no se validan con un reproche judicial: se van al limbo del olvido. Y, por el momento, eso es lo que está consiguiendo Rajoy tras tomar en sus manos el asunto Bárcenas, dándole un manotazo a María Dolores de Cospedal que ha gestionado infaustamente este asunto: le ha doblado el pulso a Pedro José y le ha hundido al “falso inocente” en su celda de Soto del Real.

Dudas, sospechas, convicciones morales, pruebas colaterales, posibles cobros…sí pero “hay cosas que no se pueden demostrar”. Lo cual desmiente, en algunos casos al menos, el dontancredismo de Rajoy, taimado cuando quiere serlo, aunque hable mal del nervio ético de la sociedad española, de su clase dirigente y de la vulnerabilidad e insuficiencia de la administración de la Justicia en España. Todo lo cual frustra e indigna a sus sufridos ciudadanos.

A tenor del desarrollo de los acontecimientos, Pedro José Ramírez, director del diario El Mundo, debió emplear más de cuatro horas con Luis Bárcenas durante las que el extesorero del PP le refirió “la financiación ilegal del PP y sus contactos con Rajoy” (7 de julio pasado). Antes de ficharle para lucir unas cuantas exclusivas y descabalgar al presidente, Pedro José debió asegurarse de que el arsenal de Bárcenas le daba para algunas primeras páginas más, como esa de los SMS del inquilino de la Moncloa al de Soto del Real. En vez de cuatro horas, debió estar con él tantas como estuvo con Amedo, porque a fin de cuentas de lo que se trataba era de servir al país y librarnos de la corrupción hogaño del PP como antaño del PSOE.

Luis Bárcenas Mariano Rajoy