Es noticia
Las últimas promesas. ¿Las penúltimas mentiras?
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Las últimas promesas. ¿Las penúltimas mentiras?

El Gobierno ha prometido una reforma que reduzca el esfuerzo fiscal de determinados colectivos: los asalariados, los autónomos y las empresas

Foto: El ministro Cristóbal Montoro. (Efe/Chema Moya)
El ministro Cristóbal Montoro. (Efe/Chema Moya)

El Gobierno ha prometido una reforma fiscal que reduzca el esfuerzo fiscal de determinados colectivos -los asalariados, autónomos y empresas- y rebaje la presión fiscal. Tiene en sus manos un informe de expertos algunas de cuyas recomendaciones ya ha rechazado. Montoro centra la reforma en el IRPF y en Sociedades, calculando una devolución bienal-trienal a los contribuyentes por importe de 7.600 millones de euros y sin otras subidas adicionales, salvo que la UE le imponga lo contrario.

Existe un ambiente enrarecido con la reforma fiscal. O más bien una increencia: con los datos que hay sobre la mesa es difícil creer que el Ejecutivo de Rajoy cumpla -esta vez tampoco- sus promesas. El cuadro macroeconómico 2014-2017 que se presentará a Bruselas tras su aprobación en el Consejo de Ministros del miércoles pasado, aun mejorando previsiones de paro (hasta dentro de 3 años no bajará del 20%) y del crecimiento del PIB (casi duplicando expectativas), no diluyen el escepticismo. Tampoco suscita confianza la otra promesa de reponer en el mercado laboral 600.000 empleos.

Mientras la EPA, como la de abril pasado, arroje casi seis millones de desempleados y se destruyan más de ciento ochenta mil trabajos y los que se creen sea de mala calidad, temporales y, en consecuencia, precarios, no hay derecho, ni político ni ético, a lanzar afirmaciones exitosas, ni, mucho menos, abrir expectativas sustantivas de rebajas fiscales

La reforma fiscal, si merma la recaudación (y la no creación de empleo, según la última y muy mala EPA, no permite demasiadas esperanzas) disminuiría el escaso 38% del PIB de los ingresos públicos, uno de los más bajos de la Unión Europea. El déficit público se resiste a disminuir del 6%, lo cual tampoco hace indicada una reforma fiscal. Por más que el Gobierno suponga que logrará dejarlo en el 5,5% en 2014. Es cierto que la reducción de la prima de riesgo -muy por debajo de los 160 puntos básicos- abarata mucho el endeudamiento español (el bono a 10 años se colocó el jueves por debajo del 3% de interés), pero también lo es que el pago del subsidio de desempleo descompensa en parte ese ahorro del Estado.

Mejora el turismo internacional (7,2% en el primer trimestre del año); ha bajado la morosidad bancaria (y ya suma dos meses de descenso); la riqueza de las familias ha recuperado los niveles de 2006 (es una noticia consoladora, pero no una buena noticia); se están constituyendo más sociedades (6,23% más en este primer trimestre de 2014); las agencias de rating han mejorado las calificaciones de España lo que permitirá una mejor financiación de nuestras compañías y el PIB ha crecido los tres primeros meses del año el 0,4%.

Crecimiento sin empleo

Todos estos datos son apreciables, condición necesaria pero, sin embargo, no suficiente para suponer que aterriza la mejoría macroeconómica en la renta de las familias. Mientras la EPA, como la de abril pasado, arroje casi seis millones de desempleados y se destruyan más de ciento ochenta mil trabajos y los que se creen sea de mala calidad, temporales y, en consecuencia, precarios, no hay derecho, ni político ni ético, a lanzar afirmaciones exitosas, ni, mucho menos, abrir expectativas sustantivas de rebajas fiscales revirtiendo las subidas que el PP estableció por decreto-ley nada más llegar a la Moncloa en diciembre de 2011 que supusieron para el erario público ingresos adicionales de treinta mil millones de euros. El escenario es el de crecimiento pero sin empleo; o sea, no vale.

Si Rajoy dijo en su momento que la realidad le había impedido cumplir su programa, ¿está seguro que de la actual realidad y la proyectada le permitirá cumplir su promesa de hacer una reforma fiscal consistente? Además, la Unión Europea estableció algo más que sugerencias a esa reforma española: limitación de la aplicación de los tipos reducidos de IVA y más impuestos especiales, líneas que en Hacienda dicen no se van seguir si puede resistirse a ello.

Se promete según las esperanzas y se cumple según los temores, decía un autor francés, mientras Francisco de Quevedo escribió que 'nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir'. Pero la mentira en política es una autodefensa muy eficaz (lo decía Susan Sontag), aunque, como advertían los clásicos, una mentira nunca vive para llegar a vieja

En julio el Consejo Europeo dictaminará la idoneidad del plan español para rebajar el déficit y evaluará el grado de cumplimiento y efectividad de las reformas; antes, el mes que viene, la Comisión va a evaluar los planes españoles (quizá también las líneas maestras de la reforma fiscal) y ofrecerá algunas recomendaciones. En este escenario interno de baja recaudación, alto desempleo, gran economía sumergida, y externo –vigilancia de la UE- ¿es creíble la reforma fiscal? Malamente.

Y si falla el Gobierno en esta promesa, no habrá ya margen para creerle después de que, en lo que va de legislatura, la acción del Ejecutivo se haya distanciado tanto del programa electoral que cualquier parecido de aquella con éste resulte una pura coincidencia. Adicionalmente, prometer 600.000 puestos de trabajo más en los próximos dos años suena a ruido preelectoral porque, además, los resultados se difieren a más allá del final de la legislatura actual.

Se promete según las esperanzas y se cumple según los temores, decía un autor francés, mientras Francisco de Quevedo escribió que “nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”. Pero la mentira en política es una autodefensa muy eficaz (lo decía Susan Sontag), aunque, como advertían los clásicos, una mentira nunca vive para llegar a vieja.

Con lo cual, trato de sugerir que es mucho mejor que el Gobierno se abra de capa y explique bien, con precisión y sinceridad, antes de que se le atribuya un nuevo engaño, hasta dónde puede llegar con la reforma fiscal, más allá de la cifra global que ofreció el miércoles. Porque si se mantiene en sus trece y luego chapucea con la tan traída y llevada reforma, sus todavía electores dejaran en buen número de serlo y los que no lo son se afirmarán en el distanciamiento.

Están a tiempo Rajoy, Montoro y Guindos de ir retirando la melaza empalagosa sobre la bonanza a la que se dirige la economía real española, describiendo un cuadro de situación más creíble. La reforma fiscal y la creación de puestos de trabajo por encima del medio millón no pueden ser –no deberían ser- las últimas promesas y las penúltimas mentiras.

El Gobierno ha prometido una reforma fiscal que reduzca el esfuerzo fiscal de determinados colectivos -los asalariados, autónomos y empresas- y rebaje la presión fiscal. Tiene en sus manos un informe de expertos algunas de cuyas recomendaciones ya ha rechazado. Montoro centra la reforma en el IRPF y en Sociedades, calculando una devolución bienal-trienal a los contribuyentes por importe de 7.600 millones de euros y sin otras subidas adicionales, salvo que la UE le imponga lo contrario.

Reforma fiscal PIB Cristóbal Montoro IVA IRPF Morosidad Rating Mariano Rajoy Déficit público Unión Europea