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La reunión empresarial más difícil para Rajoy
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José Antonio Zarzalejos

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La reunión empresarial más difícil para Rajoy

Desde julio del pasado año, Mariano Rajoy no mantiene un encuentro institucional y público con el Consejo Empresarial de la Competitividad. Mañana se reúne con los

Foto: Rajoy posa con los integrantes del Consejo Empresarial para la Competitividad el pasado julio. (EFE)
Rajoy posa con los integrantes del Consejo Empresarial para la Competitividad el pasado julio. (EFE)

Desde julio del pasado año, Mariano Rajoy no mantiene un encuentro institucional y público con el Consejo Empresarial de la Competitividad. Mañana se reúne con los integrantes de este organismo que unos denominan lobby y otros think tank. En puridad, no es ni una cosa ni otra. Se trata de una agrupación empresarial a la que la CEOE se le ha quedado corta y cuyas empresas –todas grandes, incluidas las que se hacen representar en el CEC por el Instituto de Empresa Familiar– disponen de una dinámica interna que requiere perspectivas diferentes. Según algunas estimaciones, representan el 35% del PIB español y emplean a 1.700.000 personas.

Es un gran núcleo de poder económico-financiero, pero también una pragmática organización que está prestando ayuda a los sucesivos Gobiernos, antes de Zapatero y, ahora, de Rajoy. Nació en plena crisis (febrero de 2011) y desde entonces ha elaborado informes y los ha difundido en los foros internacionales, siempre con el objetivo de visualizar correctamente la mejor imagen de España y sus potencialidades presentes y futuras para salir de la crisis.

El último informe titulado "España, país de oportunidades" sirvió para un road show en el que participaron, dentro y fuera de nuestro país, desde Botín hasta Galán, pasando por otros ejecutivos del CEC. El tiempo ha demostrado que, en algunos aspectos importantes, estos empresarios tenían razón: hace más de año y medio estimaron que nuestra prima de riesgo debía estar en los 150 puntos básicos, y no en los más de 400 de entonces. Y han acertado.

¿Por qué esta reunión de Rajoy con el CEC tendría que ser difícil? Por varias razones. La primera y sustancial: este Gobierno no ha sido tan 'business friendly' como algunos esperaban

¿Por qué esta reunión de Rajoy con el CEC tendría que ser difícil? Por varias razones. La primera y sustancial: este Gobierno no ha sido tan business friendly que algunos esperaban. Al contrario. Ha sido –lo es– un equipo con algún ministro populista (Montoro); alguno también que se ha labrado cierta popularidad con cargo a declaraciones a la buena de Dios sobre la banca (Guindos) y alguno que, reformando, se ha enfrentado, sin precisarlo, a un sector entero (Soria, con su reforma eléctrica).

Para muestra, un par de botones. Ambos extraídos del diario El Mundo. José Manuel Soria, titular de Industria, sostuvo el 21 de abril pasado que no aspiraba a que las eléctricas le sacasen “a hombros”, lo cual no tiene nada de particular, pero sí lo tiene afirmar –porque no es cierto– que “las inversiones fuera (de las eléctricas y de otras asimiladas, constructoras grandes que se han empleado en renovables) las han podido hacer con beneficios ganados aquí”. Se olvida el ministro de la muy cara financiación que han debido obtener para esa redimensión.

Y Guindos, en el mismo diario el pasado día 2 se permitía afirmar que las empresas que tiran de la economía “no son los campeones nacionales, sino las pymes y los autónomos”. Lo cual, dicho así, tampoco es cierto. El ministro de Economía –que nunca distingue entre bancos y cajas y se enfrentó a los primeros por el nombramiento del presidente de la AEB– lleva a gala su supuesta independencia respecto del sistema financiero olvidando, quizá, que él fue el hombre de Lehman Brothers en España (cuando fue nombrado, la web de la BBC tituló: "Spain names ex Lehman as economy minister").

Sin la internacionalización de las empresas del CEC, los sectores en los que operan se hubiesen desplomado y, por lo tanto, también el empleo, y por lo tanto, también las rentas de ahorradores que conforman ese “capitalismo popular” que en España existe gracias a compañías que nutren año a año (con alguna excepción por la crisis) con su dividendo las carteras de los pequeños accionistas, que son cientos de miles en algunas de ellas (Telefónica, Iberdrola, Santander, BBVA) y, en conjunto, millones.

La reunión del CEC, cuando se diluyen poderes, instancias y referencias, se ha convertido en una de las más importantes de esta España en crisis.

El Consejo Empresarial de la Competitividad ha tenido –y sigue teniendo– un problema de interlocución como tal entidad: le ha faltado un vicepresidente económico potente que coordinase los aspectos fiscales, presupuestarios e industriales. La vicepresidenta no está para esas funciones, aunque de forma sobrevenida asuma la presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y el presidente ni llega ni puede llegar a desarrollar esa misión. Y los ministros sectoriales son, exactamente eso, sectoriales a los que ha faltado una visión global sobre los problemas, aspiraciones y necesidades de las grandes compañías españolas.

Rajoy ofrecerá unos resultados macroeconómicos razonables avalados ayer por la Unión Europea, aunque sugieren claramente crecimiento sin empleo, pese a que el registrado de abril sea bueno aunque estacional; un índice de la confianza de los consumidores muy mejorado (6% más) pero también una reforma fiscal de dudosos efectos –no se reduce la economía sumergida, tampoco se amplía la base de contribuyentes para aumentar la recaudación– y seguramente la notificación de que entramos en una fase electoral sin descanso que aconsejará al presidente ralentizar reformas que el CEC cree necesarias.

Desde julio del pasado año, Mariano Rajoy no mantiene un encuentro institucional y público con el Consejo Empresarial de la Competitividad. Mañana se reúne con los integrantes de este organismo que unos denominan lobby y otros think tank. En puridad, no es ni una cosa ni otra. Se trata de una agrupación empresarial a la que la CEOE se le ha quedado corta y cuyas empresas –todas grandes, incluidas las que se hacen representar en el CEC por el Instituto de Empresa Familiar– disponen de una dinámica interna que requiere perspectivas diferentes. Según algunas estimaciones, representan el 35% del PIB español y emplean a 1.700.000 personas.

Mariano Rajoy José Manuel Soria Luis de Guindos Emilio Botín Ignacio Sánchez Galán