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Omitir es mentir, Sr. presidente
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José Antonio Zarzalejos

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Omitir es mentir, Sr. presidente

Rajoy ocultó en su intervención todo aquello que le resultaba molesto, que obstaculizaba la obsesión economicista que arma su tesis de que con los datos de la macroeconomía se ganan las elecciones

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante el debate. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante el debate. (Reuters)

Aunque en la réplica, como es habitual en él, Mariano Rajoy se vino arriba después de un vibrante y muy político discurso de Pedro Sánchez, lo cierto y verdad es que el del presidente del Gobierno, pronunciado por la mañana, fue mendaz. Soy consciente de que la afirmación que hago es muy seria. Pero la mantengo: fue mendaz porque al omitir determinadas realidades, estaba mintiendo. Rajoy omitió toda la realidad política española y se centró sólo en la macroeconomía con notorio desprecio de la sensibilidad colectiva. El cuadrilátero que forma la desestructuración intergeneracional de los ciudadanos españoles con el hundimiento de las clases medias, el desempleo y la desigualdad, el gravísimo problema de la falta de cohesión territorial del Estado (Cataluña) y la corrupción, fue obviado por el presidente del Ejecutivo. Una omisión imperdonable, abusiva y profundamente torpe.

Pero no fue la única. Evitó referirse al rescate de las cajas de ahorros –sesenta mil millones de euros– vanagloriándose de haber evitado el rescate soberano cuando todos los economistas sabían que no había dinero para rescatar a España, cuarta economía de la Eurozona, que conllevó un memorándum con unas condiciones que el Gobierno tuvo que ejecutar con aseada aplicación. Evitó referirse a sus incumplimientos programáticos desde el inicio de la legislatura, obviando también que la reforma fiscal actual no devuelve ni lejanamente la extracción de dinero que propiciaron la presión y el esfuerzo fiscales de 2012 y 2013. Evitó aludir también a la ley del aborto, asunto que ni siquiera mencionó, un tema que afecta seriamente a la concepción política de los valores cívicos de su propio electorado. Eludió el presidente del Gobierno referirse a los casos de corrupción que han afectado y afectan a su partido (Gürtel, Bárcenas, Púnica) pasando de puntillas sobre el asunto en apenas dos minutos de reloj, mientras la situación en Cataluña le mereció apenas uno más que la corrupción y el fraude.

Rajoy ocultó aquello que obstaculizaba la obsesión economicista que arma su tesis de que con los datos de la macroeconomía se ganan las elecciones

Por omitir temas políticos, institucionales, estadistas, el presidente del Gobierno obvió que el pasado mes de junio Don Juan Carlos abdicó en su hijo la Corona de España, superándose así la peor crisis de la Jefatura del Estado desde la aprobación de la Constitución de 1978 y sin subrayar la labor de reconstrucción de la reputación y prestigio de la Monarquía que están protagonizando los Reyes, Don Felipe y Doña Letizia. Y se olvidó de lo que ha ocurrido con la doctrina Parot, y de la agenda de la lucha contra el terrorismo de ETA, ahora en su modalidad política. Y se olvidó de la industrialización de nuestro país y de la emergencia de nuevos sectores tractores de la economía nacional. Se olvidó –una amnesia dolosa, querida, buscada– de cualquier compromiso ideológico, político, de modelo. Y se refugió en medidas macroeconómicas cuyo protagonismo positivo le corresponden tanto a su Gobierno como –mucho más– a la crisis de los precios de los hidrocarburos y a los planes de estímulo del Banco Central Europeo.

Se olvidó –quiso hacerlo– del fraude fiscal, del resultado –raquítico– de la amnistía fiscal, del varapalo de las elecciones europeas, de nuestra política exterior… Hizo, en definitiva, el discurso de un contable, con cálculo de los ingresos y de los gastos. Era su último discurso como presidente del Gobierno en esta legislatura y Rajoy ocultó en su intervención todo aquello que le resultaba molesto, que obstaculizaba la obsesión economicista que arma su tesis de que con los datos de la macroeconomía se ganan las elecciones y se congracia con su electorado. Fue, por eso, un discurso decepcionante, pequeño, lejano a la altura de los tiempos, desconectado de la realidad social y, sobre todo, ajeno a los sentimientos populares con los que este hombre atrincherado en un rostro impenetrable y en una aparente imperturbabilidad nunca ha llegado a enlazar ni, mucho menos, a entender.

Rajoy desconoció buena parte de los problemas de la Nación y los simplifico en una catarata de datos y estadísticas que tuvieron un prólogo y un epílogo

Rajoy hizo este martes una mala sesión en el debate sobre el estado de la nación. Porque desconoció buena parte de los problemas de esta y los redujo, simplificó y resumió en una catarata de datos y estadísticas que tuvieron un prólogo y un epílogo. El prólogo consistió en la herencia recibida y en el autoelogio, y el epílogo en el amedrentamiento ante la posibilidad de que se haga realidad parlamentaria de Podemos y Ciudadanos. Y en medio muchas tablas de Excel, muchas sumas y restas y poca alma, ningún espíritu, la más mínima vibración. Los españoles debemos ser para usted, señor Rajoy, inertes y mecánicos: ha declarado usted el fin de la historia como Fukuyama o, quizás, el crepúsculo de las ideologías como Gonzalo Fernández de la Mora. ¡Qué nueva, pero también qué prevista, decepción! Más grave aún porque la omisión compuso un discurso falaz. Es decir, mentiroso. Tanto que opacó los anuncios de medidas económico-sociales que, en un contexto amplio y político, hubiesen lucido en lo mucho que pueden valer.

Aunque en la réplica, como es habitual en él, Mariano Rajoy se vino arriba después de un vibrante y muy político discurso de Pedro Sánchez, lo cierto y verdad es que el del presidente del Gobierno, pronunciado por la mañana, fue mendaz. Soy consciente de que la afirmación que hago es muy seria. Pero la mantengo: fue mendaz porque al omitir determinadas realidades, estaba mintiendo. Rajoy omitió toda la realidad política española y se centró sólo en la macroeconomía con notorio desprecio de la sensibilidad colectiva. El cuadrilátero que forma la desestructuración intergeneracional de los ciudadanos españoles con el hundimiento de las clases medias, el desempleo y la desigualdad, el gravísimo problema de la falta de cohesión territorial del Estado (Cataluña) y la corrupción, fue obviado por el presidente del Ejecutivo. Una omisión imperdonable, abusiva y profundamente torpe.

Debate Estado de la Nación Mariano Rajoy