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Y ahora, británicas dimisiones
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José Antonio Zarzalejos

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Y ahora, británicas dimisiones

La política, en los errores, es impune y se desarrolla en un circuito cerrado. Trias, Aguirre y Carmona se han dado el batacazo el 24-M y no se han oído disculpas ni despedidas

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

Han pasado treinta y seis horas desde el 24-M y no ha habido ni una sola dimisión. Xavier Trias ha perdido el Ayuntamiento de Barcelona, pero continúa al frente de sus concejales en la Ciudad Condal. Esperanza Aguirre ha estado muy lejos de lograr un éxito en Madrid, y sigue al frente del PP madrileño y del grupo de concejales de su partido en el Ayuntamiento. Antonio Miguel Carmona ha dejado en chasis al PSOE en la capital de España y no se le ha oído ni una disculpa ni una despedida. Valgan esos ejemplos, pero podría aumentarse la lista con otros muchos más. La política, en los errores, es impune y se desarrolla en un circuito cerrado, en un círculo vicioso que no se abre ni airea con las dimisiones de los que fracasan.

Cabía esperar que, después de las comparativas del PP con Cameron y el Reino Unido –referidas a los fallos de las encuestas que en España no han sido tales–,se contagiaría aquí alguna sana manera de encarar los éxitos y los fracasos. Cuando llegan estos últimos se hace lo que hizo Miliband, Clegg o Farage el pasado día 8 de mayo tras sus respectivos batacazos electorales. No hubo paliativos, se fueron para que otros tomasen el mando. Ni discursos mesiánicosni exculpatorios. Mutis por el foro y que venga el siguiente. Una costumbre muy sana que evita la cooptación y el estancamiento de aguas en los partidos políticos. Y cuando se resisten, los partidos hacen lo que los tories hicieron con Margaret Thatcher: obligarla a dimitir en noviembre de 1990 después de que su política fiscal fuese desaprobada por su propio partido. Gracias ello, Jonh Major estiró el ciclo conservador en el Reino Unido. Quizás la vicepresidenta recuerde este episodio histórico tan emblemático de la política británica. Mariano Rajoy seguro que lo hace.

Muchos dirigentes populares, socialistas y nacionalistas han defraudado las expectativas. Y lo lógico no es que permanezcan, sino que se vayan. El mandato de Trias, de Aguirre o de Carmona no era para que hiciesen oposición, sino para que gobernasen los Ayuntamientos de Barcelona y Madrid respectivamente. Son ahora, por eso, prescindibles en la oposición y más vale que en ella se instale alguien con tiempo para foguearse, con buen fondo político para resistir y presentarse al siguiente asalto curtido y curado de espantos. Porque¿qué futuro ofrecen a sus partidos los dirigentes derrotados y ya con larga carrera política? Absolutamente ninguno. Se dedicarán, frustrados, a la deambulación y no sólo no habrán conseguido su propósito, sino que también serán ineficientes alternativas porque se han gastado en el intento.

Lo lógico no es que permanezcan, sino que se vayan. Su mandato era para gobernar. Son ahora, por eso, prescindibles en la oposición

La política anglosajona en general es mucho más eficiente. Quema mucho personal hasta que encuentra un líder con una buena aleación. Pero mientras no lo localiza sustituye y cambia los liderazgos a los que se ofrece un tiempo razonable de prueba. Luego viene el veredicto de las urnas, que es inapelable. Y que todo el mundo entiende y aplaude. Por eso, los partidos anglosajones no suelen tener problemas generacionales. Sintonizan a sus líderes con el pálpito de sus electorados.

La única que ha anunciado su renuncia ha sido Rosa Díez, pero no lo ha hecho el novísimo Alberto Garzón ni Cayo Lara. Su Izquierda Unida ha sido residual prácticamente en los principales ayuntamientos y autonomías.Y del meritorio Luis García Montero, si te he visto no me acuerdo. Es posible que la cultura de la transición –tan positiva en muchos aspectos–sea la responsable de la profesionalización de los fracasados políticos. Duran una infinitud y vician el ambiente hasta lo irrespirable. Sería una buena práctica la circulación de nombres, el cambio de figuras, los rostros nuevos. Para que el espectro del fracaso no sombree la política y la llene de resentimiento y malas prácticas.

Han pasado treinta y seis horas desde el 24-M y no ha habido ni una sola dimisión. Xavier Trias ha perdido el Ayuntamiento de Barcelona, pero continúa al frente de sus concejales en la Ciudad Condal. Esperanza Aguirre ha estado muy lejos de lograr un éxito en Madrid, y sigue al frente del PP madrileño y del grupo de concejales de su partido en el Ayuntamiento. Antonio Miguel Carmona ha dejado en chasis al PSOE en la capital de España y no se le ha oído ni una disculpa ni una despedida. Valgan esos ejemplos, pero podría aumentarse la lista con otros muchos más. La política, en los errores, es impune y se desarrolla en un circuito cerrado, en un círculo vicioso que no se abre ni airea con las dimisiones de los que fracasan.

Xavier Trias Esperanza Aguirre Antonio Miguel Carmona Reino Unido Ed Miliband