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El amigo Jeremy, el amigo Alexis y la descarada arrogancia de Iglesias
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José Antonio Zarzalejos

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El amigo Jeremy, el amigo Alexis y la descarada arrogancia de Iglesias

Podemos tiene un gran problema que se llama Pablo Iglesias: es suficiente, faltón, autoritario y arrogante, tanto para los próximos como para los ajenos

Foto: El nuevo líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. (EFE)
El nuevo líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. (EFE)

En la edición de ayer de El País, sección de información internacional, página 7, se publicaba un artículo titulado “El Pablo Iglesias británico”. Se refería al nuevo líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. Lo extraordinario es que el firmante del texto era el ¡mismísimo Pablo Iglesias! Caso inédito en la prensa occidental: el titular del artículo y el firmante coincidían. A primera hora de la mañana, cuando el interesado y su entorno repararon en la arrogancia y pretenciosidad del titular, lo mejoraron. A través de twitter se acusó a El País de haberlo alterado, lo cual era cierto porque en la web del periódico se volvió a publicar con el titular original: “¿Por qué todos hablan del Pablo Iglesias británico?”

Peor el remedio que la enfermedad. Porque lo que celebraba el líder de Podemos es que a Corbyn lo comparasen con él. Nuestro flamante Iglesias no parece que llegase a pensar que lo correcto era justamente lo contrario: ¿Cuándo llegará Pablo Iglesias a ser un Jeremy Corbyn? Un respeto a las canas, a los 66 años del político británico, a sus décadas de diputado ultraizquierdista del laborismo… tantas y tan repletas de contenido que nadie con seriedad puede preguntarse cómo y por qué se habla de Corbyn como el Pablo Iglesias británico. Sólo la arrogancia ya acreditada del dirigente de Podemos –en maridaje habitual con cierta torpeza dialéctica-, le impide conducirse y pronunciarse con un poco más de cautela. La soberbia va a perder a Pablo Iglesias.

En junio el responsable de Podemos tuvo que pedir disculpas por sus insultos a Izquierda Unida. En una entrevista motejó a sus dirigentes de “cenizos” y espetó a la formación de Lara: “Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas pero no te acerques, porque sois vosotros precisamente los responsables de que en este país no cambie nada”. Para Iglesias, el dirigente genérico de Izquierda Unida es “el típico izquierdista tristón, aburrido, amargado”. Como era evidente que había ido muy lejos, el secretario general de Podemos, muy sobriamente, se disculpó en un artículo en el diario El País aunque quien le ha oído en privado afirma que sigue diciendo y pensando lo mismo de sus compañeros de IU.

Sólo la arrogancia ya acreditada del dirigente de Podemos le impide conducirse y pronunciarse con cautela. La soberbia va a perder a Pablo Iglesias

Ayer en Cataluña, Pablo Iglesias volvió a disculparse por las palabras que soltó en un mitin en Rubí apelando a los ancestros andaluces y extremeños de muchos catalanes que le sonaron a Mas –delicados oídos los del presidente de la Generalitat- a “palabras de Aznar y de la extrema derecha”. No hay caso: Iglesias retiró sus palabras si hubieran molestado y se limitó a llamar al voto a la “Cataluña del extrarradio”. Antes, con su particular humor, había manejado dialécticamente “azotes”, “látigo” y otras metáforas alusivas a Mas que remitían a reverberaciones sexuales. Habitualmente el líder de Podemos – que cree ser un gran orador- incurre en obviedades, chulerías o excentricidades como esa de confundir la catequesis de parroquia con la política al propugnar la “fraternidad” para sostener la relación entre Cataluña y el resto de España.

Jeremy Corbyn es uno de los fenómenos más clamorosos de regresión ideológica de la socialdemocracia europea. Su elección constituye un episodio de desconcierto del Partido Laborista británico, una huida hacia atrás porque no ve nada en el horizonte. Nadie con dos dedos de frente puede siquiera sospechar que este veterano izquierdista pueda ser algún día el primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Salvo, quizás, Pablo Iglesias, siempre y cuando se parezca a él y convierta al laborismo en Podemos. Porque a la pretenciosidad, a esa su impúdica arrogancia –que incluso es gestual- añade Iglesias su oportunismo. De su artículo no sólo es lamentable el titular. Lo es más aún su contenido que demuestra desconocer todo o casi todo de la historia del laborismo británico, de su sistema de elección de líder y de su patrimonio ideológico y estratégico.

Jeremy –así, con esa familiaridad se refiere Iglesias en su artículo a Corbyn- es como Alexis Tsipras –Alexis para los amigos- que puede lograr el récord de ganar unas elecciones generales en enero de este año, un referéndum en julio y perder otras legislativas el próximo domingo, llevando a Syriza del cielo al infierno político en escasos nueve meses. El amigo Alexis. El amigo de Pablo, aunque le dejase plantado en la entrada del Parlamento Europeo haciéndole lo que vulgarmente se llama “una cobra” aquel infausto 8 de julio pasado.

Podemos tiene un gran problema que se llama Pablo Iglesias: es suficiente, faltón, autoritario y arrogante, tanto para los próximos como para los ajenos. Incluso para los suyos, como se vio en el sistema de primarias a la búlgara en la que emergió como el líder-guía. Mientras Juan Carlos Monedero va a su rollo apoyando la represión de Maduro sin el más mínimo complejo, Íñigo Errejón está ahí, desaprovechado y en funciones terapéuticas de las patologías del ego de su secretario general.

PS. Para mayor ilustración sobre el personaje, es aconsejable leer el artículo de Antonio Elorza, historiador, en El País de 20 de julio pasado titulado “Pablo Iglesias, la historia mutante” que concluye con este párrafo: “No se trata de un simple oportunismo: la valoración de todo tema o institución por Pablo Iglesias depende únicamente del papel positivo o negativo que los mismos desempeñen de cara a su único objetivo, la conquista del poder. La historia no escapa a esa subordinación.”

En la edición de ayer de El País, sección de información internacional, página 7, se publicaba un artículo titulado “El Pablo Iglesias británico”. Se refería al nuevo líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. Lo extraordinario es que el firmante del texto era el ¡mismísimo Pablo Iglesias! Caso inédito en la prensa occidental: el titular del artículo y el firmante coincidían. A primera hora de la mañana, cuando el interesado y su entorno repararon en la arrogancia y pretenciosidad del titular, lo mejoraron. A través de twitter se acusó a El País de haberlo alterado, lo cual era cierto porque en la web del periódico se volvió a publicar con el titular original: “¿Por qué todos hablan del Pablo Iglesias británico?”

Alexis Tsipras