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La incontinencia verbal de un excéntrico y el 13-N
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José Antonio Zarzalejos

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La incontinencia verbal de un excéntrico y el 13-N

Es muy clarificador que Pablo Iglesias y Podemos reaccionen así a los atentados de París y ante el pacto de PP y PSOE para luchar contra el terrorismo

Foto: Pablo Iglesias firma en el libro de condolencias de la residencia del embajador francés en España, Yves Saint-Geours. (EFE)
Pablo Iglesias firma en el libro de condolencias de la residencia del embajador francés en España, Yves Saint-Geours. (EFE)

Los luctuosos acontecimientos terroristas del viernes en París -tan emparentados por su magnitud con el 11-M de 2004 en Madrid- ponen en valor en nuestro país dos circunstancias. Una histórica: ya sabemos lo que conmueve, convulsiona y marca a una sociedad una masacre indiscriminada y monstruosa. Nos podemos hacer una idea muy aproximada de los sentimientos y emociones que experimenta ahora el alma de la sociedad francesa. Otra actual: en febrero del pasado año, el Gobierno, el PP y el PSOE tuvieron la muy buena idea de firmar un denominado “acuerdo para afianzar la unidad en defensa de las libertades y en la lucha contra el terrorismo”.

El Gobierno, su partido y el liderado por Sánchez -al que ayer se sumó Ciudadanos en una decisión ética, cívica y con reflejos- se sintieron especialmente concernidos por los atentados terroristas del 7 y 8 de enero pasados en París contra la revista 'Charlie Hebdo' y contra un supermercado 'kosher' en la capital de Francia. El balance fue de 17 personas muertas. El texto del acuerdo se firmó, con “serenidad, fortaleza y responsabilidad” (sic), y ni en una sola línea del mismo aparecen expresiones que ni remotamente puedan aludir a la venganza, a la ley del talión o a concepciones represivas.

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Se trataba de un pacto para la defensa de la libertad y contra el terrorismo que asoló Estados Unidos en 2001, Madrid en 2004, Londres en 2005 y París en 2015, en enero y este viernes. El acuerdo recogía el reconocimiento a las víctimas y el “imperativo ético de nuestra convicción democrática”, recordando la suscripción de otros pactos anteriores: Pacto de Madrid de 1987, Pacto de Ajuria Enea de 1988 y el Pacto por las libertades y contra el terrorismo del año 2000, que fueron los que sirvieron, entre otras medidas, para acabar con el terrorismo de ETA desde la legalidad y el Estado de derecho.

Pero el inmarcesible Pablo Iglesias, el líder carismático de Podemos, el hombre providencial que quintaesencia la democracia, se desmarcó el viernes del pacto contra el yihadismo porque, al parecer, no recoge “sus valores” y en todo caso buscaría la venganza. No se le puede atribuir a Pablo Iglesias otra cosa que incontinencia verbal, superficialidad y enorme inoportunidad. Precisamente el viernes no era cuando el líder de Podemos debía hacer esas consideraciones que tanto le distancian de las demás fuerzas democráticas y de la realidad de la opinión pública, consternada con los asesinatos de París. No atribuyo ambigüedad a Iglesias en su radical condena moral y política a ese y a cualquier atentado. Pero quedando eso claro, sí se le puede imputar extrema insensibilidad y desacierto político. Representa el peor de los adanismos políticos.

Demuestra el líder de Podemos que es un hombre excéntrico con un afán de notoriedad descomunal. Y acredita no estar maduro para jugar un rol principal

Es muy clarificador, sin embargo, que Pablo Iglesias y Podemos reaccionen así a los atentados de París. Demuestra el líder de la organización que es un hombre excéntrico con un afán de notoriedad descomunal. Y acredita que ni él ni su organización están maduros para jugar un rol principal en la política española. El hombre que se mostró primero “cansado” de hacer política; al que le parece muy dura la vida pública; que ha convertido un partido asambleario en otro jerarquizado y personalista; el hombre en definitiva profundamente extravagante se desenganchó del “imperativo ético” de la unidad de los demócratas en torno al pacto contra el yihadismo haciéndolo cuando las circunstancias le aconsejaban un discreto silencio sobre el particular para evitarse malas interpretaciones y no mostrar lo que muchos ya suponen: que ni él ni su partido son garantía de solvencia para el futuro del país.

La distancia entre Iglesias y Rivera no solo la hemos podido comprobar en la televisión, en una conversación abierta y distendida, sino especialmente ayer, cuando el primero se desmarcó de un pacto de unidad a menos de 24 horas de la masacre de París y el segundo se sumó, sin complejos ni diagnósticos estereotipados sobre los atentados, a un acuerdo contra el yihadismo que, a la vista de los acontecimientos, es uno de los acuerdos más relevantes en España -con proyección exterior- entre el Gobierno y la oposición en esta legislatura.

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Los luctuosos acontecimientos terroristas del viernes en París -tan emparentados por su magnitud con el 11-M de 2004 en Madrid- ponen en valor en nuestro país dos circunstancias. Una histórica: ya sabemos lo que conmueve, convulsiona y marca a una sociedad una masacre indiscriminada y monstruosa. Nos podemos hacer una idea muy aproximada de los sentimientos y emociones que experimenta ahora el alma de la sociedad francesa. Otra actual: en febrero del pasado año, el Gobierno, el PP y el PSOE tuvieron la muy buena idea de firmar un denominado “acuerdo para afianzar la unidad en defensa de las libertades y en la lucha contra el terrorismo”.

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