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El voto a Ciudadanos: el por qué y el para qué
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José Antonio Zarzalejos

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El voto a Ciudadanos: el por qué y el para qué

La decisión de Ciudadanos de favorecer la investidura del candidato del PP o del PSOE mediante su abstención activa si así se desencalla la situación parece una decisión coherente

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)

Ha habido momentos en que los votantes de Ciudadanos han dudado seriamente de la utilidad de su elección el 20-D. Durante algunos días -incluso semanas-, el partido de Albert Rivera deambulaba por el espacio político sin encontrar ni discurso ni acomodo. Parecía instalarse en el desconcierto de la segunda semana de la campaña electoral durante la que el partido de origen catalán perdió mucho empuje. Afortunadamente, Ciudadanos ha localizado su lugar y el discurso adecuado en función de las circunstancias del contexto político y de su capacidad cuantitativa y cualitativa en el Congreso de los Diputados.

Ciudadanos fue apoyado por tres millones y medio de españoles por unas razones muy consistentes: 1) crear un espacio de centro o, en otras palabras, ejercer una versatilidad política capaz de alcanzar acuerdos con fuerzas a su derecha (PP) y a su izquierda (PSOE), 2) impulsar desde una militancia ideológica moderada la regeneración democrática, estimulando las defensas del propio sistema y precipitando reformas en las dos grandes formaciones del bipartidismo, 3) servir de puente para construir grandes acuerdos y aglutinar voluntades, 4) oponerse a los radicalismos y los populismos y 5) preservar la integridad del Estado ante los movimientos soberanistas.

La decisión de Ciudadanos de favorecer la investidura del candidato del PP o del PSOE mediante su abstención activa si así se desencalla la situación parece una decisión coherente si, al mismo tiempo, garantiza que esa solución sea la más amplia pero con unas fronteras bien determinadas: ni proceso constituyente, ni riesgo de ruptura de la unidad de España. Sí -naturalmente- a un programa reformista (Constitución incluida) que ofrezca respuestas a la crisis institucional y pergeñe una solución que disminuya de forma drástica el apoyo al independentismo en Cataluña. Hoy por hoy, el partido de Rivera -que es el que lidera la oposición en el Parlamento catalán con 25 diputados- es el freno a una posible deriva del PSOE (pacto con Podemos y los independentistas) y a un enquistamiento de posiciones en el PP.

Ciudadanos tiene la llave porque da la impresión de que Podemos (que es algo distinto y más complejo que la formación de Iglesias) necesita una maduración

Rivera ha logrado ya un primer objetivo: el acuerdo en la Mesa del Congreso, lo cual ni es poco ni era fácil. Se ha ganado la confianza -siempre relativa- del PSOE y del PP. Ante la impotencia muy probable de Rajoy y de Sánchez para lograr la investidura, Ciudadanos tiene la llave porque da la impresión de que Podemos y sus confluencias (que es algo distinto y más complejo que la formación de Iglesias) necesita una maduración de la que ahora no dispone y las fuerzas nacionalistas e independentistas se sitúan en posiciones muy marginales. El árbitro de la situación sería, así, Albert Rivera, con sus 40 escaños, instalado entre los 122 del PP y los 90 del PSOE.

Es muy posible que la coyuntura conduzca a Ciudadanos a constituirse en el partido urdidor de un Gobierno de amplio espectro -sea del PSOE (sin independentistas, ni proceso constituyente), sea del PP (con la abstención del PSOE pero para un programa de reformas profundas y no necesariamente con Rajoy al frente)-. Si se emplea a fondo en esa labor, no fracasará. Si lo consigue, porque los hechos reconocerán su esfuerzo; si no lo logra, porque en unas nuevas elecciones, los ciudadanos se lo tendrán en cuenta. Y así, el voto a Ciudadanos que durante un tiempo pareció haber sido inútil o fracasado, habrá adquirido todo su sentido renovador gracias al cual se preserva lo mejor de nuestra democracia y se desechan -mediante un reformismo decidido- todas sus disfunciones y lacras.

Ha habido momentos en que los votantes de Ciudadanos han dudado seriamente de la utilidad de su elección el 20-D. Durante algunos días -incluso semanas-, el partido de Albert Rivera deambulaba por el espacio político sin encontrar ni discurso ni acomodo. Parecía instalarse en el desconcierto de la segunda semana de la campaña electoral durante la que el partido de origen catalán perdió mucho empuje. Afortunadamente, Ciudadanos ha localizado su lugar y el discurso adecuado en función de las circunstancias del contexto político y de su capacidad cuantitativa y cualitativa en el Congreso de los Diputados.

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