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Podemos, Sánchez y su implacable venganza
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José Antonio Zarzalejos

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Podemos, Sánchez y su implacable venganza

Los morados “han tomado nota” de Asturias, Aragón y Valencia para actuar de igual manera si, como parece, el próximo comité federal acuerda una abstención a Rajoy

Foto: Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en la Carrera de San Jerónimo. (EFE)
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en la Carrera de San Jerónimo. (EFE)

Javier Lambán, presidente aragonés, obtuvo en las autonómicas de 2015 solo 18 escaños sobre 67. Podemos (14 escaños) apoyó su investidura. Es uno de los barones críticos. Emiliano García-Page, presidente castellanomanchego, cosechó 15 escaños sobre 33 y es presidente gracias a los 2 diputados de Podemos. Es uno de los barones críticos. Guillermo Fernández Vara, presidente extremeño, alcanzó 30 escaños sobre 65 y fue investido con los 6 de Podemos. Es uno de los barones críticos. Ximo Puig, obtuvo 23 escaños de 99, y asumió la presidencia de la Comunidad Valenciana con los votos de Compromís (19) y Podemos (13). Es uno de los barones críticos. Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias y de la comisión gestora del PSOE, obtuvo 14 diputados de 45 y rige la Comunidad con el apoyo de Podemos (9) e IU (5). Es uno de los barones críticos. Francina Armengol es presidenta balear, obtuvo 14 escaños de 59 y fue investida con el apoyo, entre otros grupos, de Podemos (10). Apoyó a Sánchez. Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, obtuvo 47 escaños sobre 109, prescindió de Podemos y fue investida con los 9 diputados de Ciudadanos. Es la baronesa crítica que dirige a todos los demás críticos. En Aragón, Castilla-La Mancha y Baleares, el PP fue la lista más votada. El PSOE devolvió el favor a Podemos apoyando a los denominados “ayuntamientos del cambio”.

Javier Fernández ha denunciado que el PSOE se ha “podemizado”. Es cierto. Él y todos los presidentes autonómicos socialistas –excepto Francina Armengol– le atribuyen a Pedro Sánchez la responsabilidad de esa deriva porque, efectivamente, el destituido-dimitido secretario general del PSOE estaba intentando, y a punto de lograr, un acuerdo con Podemos, PNV, ERC y PDC para enfrentarlo a los 170 escaños que reunió Rajoy en su fallida investidura. También es cierto que Pedro Sánchez desarrollaba una estrategia de constante ninguneo a los barones y al sistema orgánico del partido estableciendo un 'bypass' para conectar directamente su liderazgo con la militancia que, en su planteamiento, sería la que aprobaría con seguridad ese “Gobierno de izquierdas” o “de cambio”, gustase o no al Comité Federal. Solo los pésimos resultados socialistas del 25-S en Galicia y el País Vasco y su torpe táctica de huir hacia delante el 26-S le impidieron consumar su propósito y el de sus socios emboscados.

La “podemización” del PSOE ha sido general en el nivel municipal y en el autonómico. Lo que pretendía Pedro Sánchez era completarla con un acuerdo de gobierno ya guisado con Pablo Iglesias y, al menos, hablado e inicialmente discutido con los independentistas catalanes, y comentado con el PNV. Incluso con Bildu, cuya participación deseable se quedaría en una abstención.

El comité federal del sábado pasado –un episodio no por bochornoso menos esclarecedor– evitó la “podemización” definitiva del PSOE pero, entre otras consecuencias, ha desatado la venganza, implacable pero explicable, de Pablo Iglesias y de Podemos. Una venganza que, además de consumarse hoy en el consejo ciudadano con una reconversión del populismo a secas en un populismo de izquierdas, duro y expansivo hacia el territorio que ocupa el PSOE en la actualidad, ha pasado por desestabilizar a Guillermo Fernández Vara en Extremadura y a Emiliano García Page en Castilla-La Mancha. Los morados “han tomado nota” de Javier Fernández en Asturias, de Javier Lambán en Aragón y de Ximo Puig en Valencia (si lo permite Compromís), para actuar de igual manera si, como parece, el próximo comité federal acuerda una abstención que permita la investidura –por precaria que sea– de Mariano Rajoy. El PSOE, sin embargo, no está en condiciones de desestabilizar a los alcaldes del “cambio” aupados por plataformas más amplias y distintas estrictamente a Podemos.

La “podemización” del PSOE ha sido general. Sánchez quería completarla con un acuerdo guisado con Iglesias y hablado con los independentistas

En términos políticos, la venganza es tan implacable como explicable cuando se producen contradicciones radicales y generales como las que imperan en las facciones en conflicto en el PSOE. Unos, por unas razones y otros por otras han permitido que Podemos se encuentre en unas condiciones óptimas para consumar sus propósitos: 1) sobrepasar al socialismo y 2) “pasokizar” al PSOE, siempre y cuando haya terceras elecciones. Y aunque no las hubiere, si los socialistas no son capaces, con rapidez y reflejos, de superar su fractura interna y armar un discurso convincente. Lo que ahora no parece verosímil.

Están “podemizados” los socialistas y este proceso de conversión se ha producido entre 2015 y 2016 bajo el mandato de Pedro Sánchez, pero con la aquiescencia por beneficio propio de algunos barones, ahora críticos, y el silencio –taimado u oportunista– de otros. De paso, Iglesias se impone en Podemos sobre Errejón que parece detestar la “sangre” que atrae, como si de un vampiro político se tratase, al que –como se verá hoy en el consejo ciudadano– es el líder indiscutible de los morados. Pablo Iglesias Turrión, despojado de indumentarias académicas, va a demostrar, en versión actualizada, cómo se las gasta la izquierda más antigua de Europa (Podemos) ante la más desconcertada y débil (PSOE) del Viejo Continente. No es previsible que Pedro Sánchez ni nadie de su entorno se lamenten de la escabechina que se proponen perpetrar Iglesias y su organización en el PSOE. La venganza de Podemos es, vicariamente, también la del exsecretario general del PSOE y la de sus colaboradores.

Javier Lambán, presidente aragonés, obtuvo en las autonómicas de 2015 solo 18 escaños sobre 67. Podemos (14 escaños) apoyó su investidura. Es uno de los barones críticos. Emiliano García-Page, presidente castellanomanchego, cosechó 15 escaños sobre 33 y es presidente gracias a los 2 diputados de Podemos. Es uno de los barones críticos. Guillermo Fernández Vara, presidente extremeño, alcanzó 30 escaños sobre 65 y fue investido con los 6 de Podemos. Es uno de los barones críticos. Ximo Puig, obtuvo 23 escaños de 99, y asumió la presidencia de la Comunidad Valenciana con los votos de Compromís (19) y Podemos (13). Es uno de los barones críticos. Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias y de la comisión gestora del PSOE, obtuvo 14 diputados de 45 y rige la Comunidad con el apoyo de Podemos (9) e IU (5). Es uno de los barones críticos. Francina Armengol es presidenta balear, obtuvo 14 escaños de 59 y fue investida con el apoyo, entre otros grupos, de Podemos (10). Apoyó a Sánchez. Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, obtuvo 47 escaños sobre 109, prescindió de Podemos y fue investida con los 9 diputados de Ciudadanos. Es la baronesa crítica que dirige a todos los demás críticos. En Aragón, Castilla-La Mancha y Baleares, el PP fue la lista más votada. El PSOE devolvió el favor a Podemos apoyando a los denominados “ayuntamientos del cambio”.

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