Es noticia
Rajoy, antes y después de Trump
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Rajoy, antes y después de Trump

Rajoy 'vale' políticamente mucho más ahora que antes del 8 de noviembre pasado, porque se alza como el líder conservador más tecnocrático y templado de todos los europeos

Foto: Monitor instalado en la sala de prensa de la sede del PP en la calle Génova de Madrid, durante la junta directiva nacional del PP. (EFE)
Monitor instalado en la sala de prensa de la sede del PP en la calle Génova de Madrid, durante la junta directiva nacional del PP. (EFE)

Hay dos Rajoy: uno antes de la elección presidencial de Donald Trump y otro después de ese convulsivo acontecimiento. Y el presidente del Gobierno y del PP 'vale' políticamente mucho más ahora que antes del 8 de noviembre pasado, porque se alza como el líder conservador más tecnocrático y templado de todos los europeos. Frente a la excitación de la derecha francesa, con Sarkozy y Le Pen, las angustias de Merkel, ahora tan cuestionada, la berlusconizada derecha italiana, la radical-xenófoba de Austria, la euroescéptica y dura 'tory' británica y la fragmentada y radical de los países del norte y este de Europa, Rajoy es un hombre tranquilo, sin aristas, que a costa de explotar sus carencias de acción y sus abundancias de omisión ha logrado que la izquierda política —PSOE y Podemos— se parezca a un campo de Agramante, un lugar virtual de confusión, división y desconcierto. Tanto que esa izquierda tiene que comprar tiempo a un Gobierno en minoría que respira como si estuviese instalado en la mayoría.

Rajoy y Merkel —esta con elecciones difíciles para su partido el año que viene— son los dos dirigentes de la Europa nuclear que no pertenecen a la internacional populista europea que ha acogido gozosa la elección de Donald Trump. El PP y el Gobierno acertaron al no asistir a la convención republicana que nominó al magnate estadounidense, y estuvieron atinados al acudir a la de los demócratas que confiaron su suerte a Hillary Clinton. Rajoy ha resuelto la papeleta diplomática con una sobria felicitación al electo sin mayores alharacas, mientras Trump y su populismo concernían, especialmente, a Podemos y dejaban libre de polvo y paja a los populares. De tal manera que después de Trump, Rajoy parece haber ganado unas hechuras continentales que antes no tenía. Y si cae Matteo Renzi el día 4 de diciembre en su mal calculado referéndum de reforma de la Constitución italiana, el presidente español adquirirá —qué paradoja— la condición de estadista.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Alfonso Dastis, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy en el Consejo Europeo de Bruselas. (EFE)

La destrucción de la izquierda en España —a la que acciones y omisiones del Gobierno del PP no es ajena—, la radicalización de la derecha en EEUU y en Europa, la crisis de la Unión Europea por los populismos de norte y del este, la grave crisis del sistema político francés y las dificultades de la CDU y CSU en Alemania, con la infestación proteccionista, radical, xenófoba y antieuropeísta de Trump, establece un contexto en el que el Gobierno de Rajoy tiene asegurada una inercial estabilidad que no parece pueda ser alterada por la acción de una oposición que sigue ensimismada en sus problemas internos (el PSOE) o dividida en banderías (Podemos). Hasta la cuestión catalana adquiere otra dimensión en una Europa que no se puede permitir un movimiento brusco más después de la sacudida del 8 de noviembre.

Foto: El líder del euroescéptico y populista partido británico UKIP, Nigel Farage, da un discurso sobre inmigración en Londres. (EFE)

Si Trump con 70 años (Clinton tiene 69) protagoniza la política mundial, en estos momentos en el PP se considera que Mariano Rajoy con 61 está en condiciones de estirar su liderazgo más allá de lo que inicialmente se pensaba. La corrupción le hará sufrir, porque vienen procesos judiciales de alto voltaje, Podemos se va a comportar como sabe Iglesias hacerlo (en la calle y en el Parlamento), los independentistas van a sacar mucha gente a los bulevares barceloneses y el PSOE amagará pero sin dar hasta que no se haya recompuesto, pese a todo lo cual —véase el barómetro del CIS y la última encuesta de Metroscopia en 'El País'—, España está entregada, con la aportación consistente de Ciudadanos que no baja en ningún sondeo del 10%, a una derecha tecnocrática y tibia que mantiene los 'statu quo' de los gobiernos socialistas anteriores, aunque el político gallego jure su cargo ante un crucifijo y la Biblia. Es una derecha que hace gestos ideológicos, pero que puede ser socialdemócrata en lo fiscal; poco 'business friendly' con las grandes empresas; prácticamente laica, y, en todo caso, adaptable. En otras palabras: el PP después de Trump infunde tranquilidad.

En el congreso de febrero que presidirá la madrileña Cifuentes, Rajoy va a ser aclamado y su ciclo político alargado. Será —salvo que vuelquen las circunstancias, cosa improbable— el candidato del PP a la presidencia del Gobierno allá por 2018, después de haber aprobado un par de Presupuestos, controlado el independentismo catalán —que debe equilibrar bien su discurso en estas circunstancias tan excepcionales— y reducido el déficit y el desempleo. Además, Rajoy y el PP pasan de las primarias, por el momento, y siguen en los procedimientos tradicionales. Es el gran valor de la mediocridad popular, que en determinadas coyunturas históricas, como esta, se adapta al terreno como solo lo hacen los camaleones.

Hay dos Rajoy: uno antes de la elección presidencial de Donald Trump y otro después de ese convulsivo acontecimiento. Y el presidente del Gobierno y del PP 'vale' políticamente mucho más ahora que antes del 8 de noviembre pasado, porque se alza como el líder conservador más tecnocrático y templado de todos los europeos. Frente a la excitación de la derecha francesa, con Sarkozy y Le Pen, las angustias de Merkel, ahora tan cuestionada, la berlusconizada derecha italiana, la radical-xenófoba de Austria, la euroescéptica y dura 'tory' británica y la fragmentada y radical de los países del norte y este de Europa, Rajoy es un hombre tranquilo, sin aristas, que a costa de explotar sus carencias de acción y sus abundancias de omisión ha logrado que la izquierda política —PSOE y Podemos— se parezca a un campo de Agramante, un lugar virtual de confusión, división y desconcierto. Tanto que esa izquierda tiene que comprar tiempo a un Gobierno en minoría que respira como si estuviese instalado en la mayoría.

Mariano Rajoy