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Las empresas en el disparadero o el populismo de Montoro
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José Antonio Zarzalejos

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Las empresas en el disparadero o el populismo de Montoro

Vayamos preparándonos para que la satisfacción recaudatoria de Montoro se alimente de presentidas nuevas vueltas de tuerca recaudatorias que dejan sin espacio a las políticas fiscales de la izquierda

Foto: El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)

La Comisión Europea, a través de Pierre Moscovici, ha vuelto a avisar al Gobierno de que sus cálculos del déficit para este año y 2018 son demasiado optimistas, que la recaudación tiene que mejorar y que son necesarios nuevos ajustes por un importe superior a los 4.000 millones de euros. El Gobierno de Rajoy no ha logrado alcanzar las previsiones del déficit en ningún ejercicio desde 2012. Se ha librado por los pelos de una multa y ha salvado la situación porque la economía española crece por encima del 2% y se está reduciendo el desempleo. En el mes de enero, además, la inflación ha escalado al 3%.

El responsable directo del incumplimiento sistemático del déficit es Cristóbal Montoro, que ha demostrado saber cómo se incrementa tanto el esfuerzo como la presión fiscales, pero no cómo se ahorra en gasto político. El ministro de Hacienda muestra una concepción no exactamente socialdemócrata sino populista, muy acreditada desde que asumió la cartera de la que también esta legislatura es titular con los parabienes de Rajoy y, sobre todo, de Sáenz de Santamaría.

Situemos al personaje: fue un secretario de Estado y ministro de Hacienda eficaz con el tándem Aznar-Rato y ahora lo es con el presidente del Gobierno y la vicepresidenta. En diciembre de 2011, incumpliendo el programa electoral del PP, inspiró un real decreto ley que incrementó el IRPF para mantener el IVA, impuesto indirecto que luego también subió ensanchando la base imponible del tipo general (incrementándolo al 21%) y restringiendo la del tipo reducido. En 2012 también apostó -en contra de la doctrina política de su partido- por una amnistía fiscal de muy magros resultados y moralmente corrosiva.

El responsable directo del incumplimiento sistemático del déficit es Montoro, que no sabe cómo se ahorra en gasto político

Desde el escaño o desde cualquier otro púlpito se ha dedicado a advertir -algunos lo han denominado “amenazar”- a colectivos incómodos, desde periodistas a gente del espectáculo. Nunca antes se habían producido desde la Agencia Tributaria tantas filtraciones de datos fiscales como durante su mandato. Pese a todo, la recaudación no logra alcanzar los niveles de antes de la crisis y la economía sumergida en España sigue en torno al 20%. El hombre que según Ana Oramas -diputada por Coalición Canaria- afirmó en 2010, cuando estábamos al borde del colapso, que “se caiga España, que ya la levantaremos nosotros” acaba de protagonizar un insólito -por populista- choque con el empresariado español.

Hace unos días sostuvo que las grandes empresas en España pagan un tipo efectivo por el impuesto de sociedades del 7% y las pymes, del 18%. La CEOE le ha contestado de una manera que debiera abochornarle. Dice la patronal en un documentado estudio que “en los últimos años se repite con insistencia que los impuestos pagados por las grandes empresas no llegan al 8%. Estas afirmaciones se contradicen con la realidad, son profundamente injustas y solo buscan poner a las empresas en el disparadero de manera interesada para justificar subidas de la imposición empresarial”.

La CEOE sostiene rotundamente que la afirmación del ministro es falsa porque entonces España sería Irlanda, un paraíso empresarial con un impuesto de sociedades en el 12,5%. La realidad que ha demostrado la patronal es que las grandes empresas pagan el 19,2% por sociedades y las del Ibex, considerando los impuestos abonados en el extranjero, “alrededor del 21%”. Las pequeñas empresas -siempre según la CEOE- soportan un tipo efectivo del 22%.

Pero es que los empresarios van más allá en su respuesta al populismo del ministro de Hacienda: los ingresos tributarios de 2016 superan los de todos los ejercicios anteriores menos el de 2007, siendo el motivo del déficit actual no la caída de ingresos sino “la ausencia de control del gasto”, y añaden que “si fuesen ciertos esos porcentajes, el aluvión de empresas multinacionales hacia España sería grande, continuo e incluso lógico”.

Juan Rosell, presidente la CEOE, además, escribió en 'El País' del pasado 11 de enero un artículo contundente ('Golpe a la competitividad') en el que sostenía que el último incremento de sociedades es, por la retroactividad de los cambios que se han introducido, “inadmisible” y denunciaba la inseguridad jurídico-fiscal en España. Ahora parece que Hacienda está dispuesta a negociar el “mazazo” fiscal sobre el empresariado.

El ministro de Hacienda muestra una concepción no exactamente socialdemócrata sino populista, muy acreditada desde que asumió la cartera

Un dato: la proporción de recaudación procedente de las empresas en nuestro país respecto de los ingresos totales es del 30,4%, siendo la media europea del 26,2% según Eurostat. Como el gabinete de Rajoy es el “mal menor”, vayamos preparándonos para que la satisfacción recaudatoria de Montoro se alimente de ya presentidas nuevas vueltas de tuerca recaudatorias que dejan sin espacio a las políticas fiscales de la izquierda. De momento, la cotización a la Seguridad Social de las rentas más altas ya está en marcha.

Si a este populismo fiscal se añade la pasividad gubernamental en la defensa de la actividad empresarial, puede entenderse que este PP está atacado, a través de la fiscalidad abusiva y la incompetencia en recortar el gasto improductivo, por una suerte de populismo “blando” pero por completo incoherente con las políticas de un Ejecutivo que pasa por moderado. Es curioso que el único elogio oído y proclamado del empresariado español lo haya formulado el jefe del Estado en su intervención del 8 de febrero pasado en el XXX aniversario del diario 'Expansión'.

La Comisión Europea, a través de Pierre Moscovici, ha vuelto a avisar al Gobierno de que sus cálculos del déficit para este año y 2018 son demasiado optimistas, que la recaudación tiene que mejorar y que son necesarios nuevos ajustes por un importe superior a los 4.000 millones de euros. El Gobierno de Rajoy no ha logrado alcanzar las previsiones del déficit en ningún ejercicio desde 2012. Se ha librado por los pelos de una multa y ha salvado la situación porque la economía española crece por encima del 2% y se está reduciendo el desempleo. En el mes de enero, además, la inflación ha escalado al 3%.

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