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El segundo 'agosticidio' del PSOE
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José Antonio Zarzalejos

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El segundo 'agosticidio' del PSOE

Pedro Sánchez va a proponer, fuera de todo sentido de la oportunidad, una comisión extraparlamentaria para estudiar la reforma de la Constitución

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

El mes de agosto se acaba hoy, que es cuando empieza el periodo de sesiones en el Parlamento de Cataluña y desde allí la mayoría independentista pondrá en marcha el referéndum y desplegará la preparación de una Diada -11 de septiembre- de crucial importancia en la movilización de sus bases. Sin un éxito en la fiesta que muchos catalanes consideran nacional a todos los efectos, conmemoración de una derrotada Barcelona en 1714 ante las tropas de Felipe V en las que ostentaban cargos de mando catalanes ilustres, se 'pincharía' el efecto pretendido el próximo 1 de octubre.

Pero agosto no se acaba hoy, a efectos políticos, solo por esa razón sino también por otra igualmente importante y que quizá sea irremediable dada la banalidad de Pedro Sánchez: el líder del PSOE va a proponer, fuera de todo sentido de la oportunidad, una comisión extraparlamentaria para estudiar la reforma de la Constitución. No se trata de que la Carta Magna no deba ser revisada. Tampoco de que Cataluña no vaya a requerir en su momento un reacomodo en el Estado, siempre que sea legal y asumido por todos, como en 1978. Se trata de que cuando el Gobierno y las instituciones se enfrentan a un desafío que presenta signos de contumacia en el error jurídico y político, no se puede abrir ese frente sino coadyuvar a que se respete la integridad de la legalidad constitucional y se supere la peor crisis política desde el 23 de febrero de 1981.

Cuando el Gobierno y las instituciones se enfrentan a un reto que presenta signos de contumacia en el error jurídico y político, no se puede abrir ese frente



Sánchez plantea la iniciativa sobre bases que, ademas de su extemporaneidad, introducen confusión y graves contradicciones. Quiere la plurinacionalidad de España, 'perfeccionando' el artículo 2 de la Constitución. Cómo vaya articularse esa 'nación de naciones' y cómo se desee redactar el artículo segundo de la CE son unas incógnitas que preocupan a los que se atienen al actual Estado autonómico, que ya reconoce las nacionalidades históricas, y deja insatisfechos a los secesionistas, que pretenden una declaración de plurinacionalidad política y no solo histórica o cultural, es decir, un auténtico proceso constituyente.

El portillo que abre Sánchez compromete al PSOE y, lo que es peor, plantea en un tiempo político inadecuado y con una fórmula incompatible con su proclamada concepción federal del Estado una iniciativa que tendrá, debidamente modificada, algún sentido cuando el país en su conjunto sepa a qué atenerse el 2 de octubre. Es obligado mantener el diálogo, pero no abrir la negociación porque los independentistas no la quieren. Desean imponer sus condiciones: un referéndum pactado y vinculante sobre la creación por secesión de España de una república catalana. Una implosión inasumible de la nación y del Estado.

Fue Rodríguez Zapatero el que el 23 de agosto de 2011 propuso la reforma de más calado de la Constitución: la regla de gasto que se introdujo en el artículo 135 de la Carta Magna, que se aprobó luego el 2 de septiembre de manera ordinaria. Rajoy entonces contribuyó a esa modificación, pero partió del entonces presidente socialista, que perpetró un desafuero, no tanto por la reforma cuanto por su 'agosticidio', es decir, su preparación y comunicación a la opinión pública en pleno mes vacacional con la consiguiente desmovilización general.

Sánchez vuelve a errar por una hiperactividad que es inversamente proporcional a la quietud de Rajoy

Ahora, salvando todas las distancias que se quieran, otro secretario general del PSOE lanza en pleno agosto un tema de la máxima importancia y lo hace de manera táctica y, además de estéril, también carente de sentido político, porque ni por razón de oportunidad (el momento) ni de fondo (apostar por la plurinacionalidad) tiene virtualidad alguna para disuadir a los separatistas de sus propósitos y les ofrece, por el contrario, una fisura de nuevo desacuerdo entre las fuerzas políticas que deben estar unidas en una tesitura como la que mañana comienza en España.

El comportamiento 'astuto' de los independentistas, tan agosteño, alcanza un punto de simetría con el oportunismo de Sánchez, que vuelve a errar por una hiperactividad que es directamente proporcional a la quietud de Mariano Rajoy, sin que pueda compararse el comportamiento del presidente al de los secesionistas desafiantes porque ello implicaría incurrir en una cobarde equidistancia en la defensa de nuestro Estado de derecho.

Todo ese planteamiento de sensatez en esta coyuntura no es compatible con iniciativas fuera de contexto, y en agosto, como la de este nuevo PSOE

Es momento de que actúen las instituciones de control de la legalidad y de que el Gobierno tenga dos prioridades: mantener conforme a sus competencias el cumplimiento de la ley y esforzarse de manera continua en negociar con las fuerzas constitucionalistas y no quebrar el diálogo, por mínimo que sea, con la Generalitat. Y todo ese planteamiento de sensatez en esta coyuntura no es compatible con iniciativas fuera de contexto, y en agosto, como la de este nuevo PSOE que parece referenciarse a sus peores prácticas pasadas, las de Zapatero, para seguir dando vueltas a la noria de su reinvención, o, tal vez, de su refundación.

El mes de agosto se acaba hoy, que es cuando empieza el periodo de sesiones en el Parlamento de Cataluña y desde allí la mayoría independentista pondrá en marcha el referéndum y desplegará la preparación de una Diada -11 de septiembre- de crucial importancia en la movilización de sus bases. Sin un éxito en la fiesta que muchos catalanes consideran nacional a todos los efectos, conmemoración de una derrotada Barcelona en 1714 ante las tropas de Felipe V en las que ostentaban cargos de mando catalanes ilustres, se 'pincharía' el efecto pretendido el próximo 1 de octubre.

Pero agosto no se acaba hoy, a efectos políticos, solo por esa razón sino también por otra igualmente importante y que quizá sea irremediable dada la banalidad de Pedro Sánchez: el líder del PSOE va a proponer, fuera de todo sentido de la oportunidad, una comisión extraparlamentaria para estudiar la reforma de la Constitución. No se trata de que la Carta Magna no deba ser revisada. Tampoco de que Cataluña no vaya a requerir en su momento un reacomodo en el Estado, siempre que sea legal y asumido por todos, como en 1978. Se trata de que cuando el Gobierno y las instituciones se enfrentan a un desafío que presenta signos de contumacia en el error jurídico y político, no se puede abrir ese frente sino coadyuvar a que se respete la integridad de la legalidad constitucional y se supere la peor crisis política desde el 23 de febrero de 1981.

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