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José Antonio Zarzalejos

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Sánchez y la rendición

El presidente necesitaba cambiar el relato informativo que atenazaba a su Gobierno y ponía en cuestión la gestión de sus primeros 100 días

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto que ha presidido en la Casa de América. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto que ha presidido en la Casa de América. (EFE)

Una crisis como la que atraviesa el Gobierno de Sánchez no se arregla con pirotecnia dialéctica ni con temeridad política, tal y como él parece pretender. Entre el domingo a las 21:30 (entrevista en La Sexta con Ana Pastor) y este lunes a las 12:00 (conferencia en la Casa de América), el presidente del Ejecutivo ha consumado 15 horas inconexas. En la entrevista televisiva, mostró todas las carencias de su gestión y todas las inseguridades que atenazan a su equipo gubernamental. En la conferencia de este lunes, Sánchez dio un golpe de efecto con una propuesta de (mini) reforma constitucional, envolviendo el anuncio en un resumen, el enésimo, de los propósitos que alientan su gestión, deslizando una expresión que está en la lógica de su rara comparecencia en el Palacio de Linares: “No me voy a rendir”.

Sánchez propone una reforma exprés de la Constitución para eliminar aforamientos

¿Cómo establecer el nexo de conexión entre la entrevista en La Sexta el domingo con el discurso de este lunes? No es fácil. Porque a preguntas de Ana Pastor, el presidente del Gobierno desautorizó a la ministra de Defensa a propósito de la venta de armas a Arabia Saudí (en rigor, situó a Margarita Robles al borde de la dimisión), igualmente dejó en mal lugar a la de Justicia por las contradicciones sobre la asistencia letrada en Bélgica a Pablo Llarena, y lo hizo poco antes de que a Dolores Delgado se le oscureciese de nuevo el horizonte por su posible entrevista “no profesional” con el comisario retirado Villarejo; no supo sacar la cara a la portavoz, Isabel Celaá, según la cual las bombas que exportamos no matarán a yemeníes; dejó en el aire si apoyaba o no a Borrell y Batet en su apreciación de que los políticos presos estarían mejor en libertad, y ya no afirmó, como en junio pasado en RTVE, que estuviera en condiciones de concluir la legislatura en 2020. Es más, eludió descartar que se convocasen comicios este mismo año.

placeholder Pedro Sánchez y la periodista Ana Pastor, durante la entrevista. (EFE)
Pedro Sánchez y la periodista Ana Pastor, durante la entrevista. (EFE)

Tras el panorama del domingo por la noche —que Sánchez y solo Sánchez describió—, este lunes el presidente se vino arriba, cambió la tribuna del Congreso por un discurso ante la “sociedad civil” en una clara desinstitucionalización de su función, y anunció una (mini) reforma constitucional en 60 días para suprimir los aforamientos de los diputados y senadores (artículo 71.3 de la CE) y del Gobierno (artículo 102. 1 de la CE), en el bien entendido de que se mantendrían los fueros jurisdiccionales especiales cuando se tratase de imputaciones por hechos cometidos en el ejercicio de su cargo. Se mantienen también los aforamientos previstos en la Ley Orgánica del Poder Judicial, los de los Reyes eméritos, la Reina consorte y la princesa de Asturias, los previstos en otras disposiciones y en los estatutos de autonomía que excepcionan la competencia del juez predeterminado por la ley.

Es de suponer que Pedro Sánchez y su equipo habrán valorado bien los pros y contras de esta iniciativa, que no es tan fácil de conseguir como parece y que podría desencadenar un referéndum si así lo solicita una décima parte de los miembros del Congreso o del Senado (artículo 167.3 de la CE).

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

Abrir el melón de la reforma de la Constitución sin un consenso previo con los grupos parlamentarios (necesitará el apoyo del PP y de Ciudadanos), y con la crisis catalana en fase álgida, es todo un ejercicio de audacia, seguramente excesiva. Por patriotismo democrático, hay que desear que Sánchez haya calculado bien: dar golpes de efecto con una reforma de estas características es un triple salto mortal cuando en el Congreso se tienen 84 diputados y en el Senado es el PP el que dispone de mayoría absoluta.

Abrir el melón de la reforma de la Constitución sin un consenso previo y con la crisis catalana en fase álgida es todo un ejercicio de audacia excesiva

Este funambulismo del presidente del Gobierno resulta inquietante, sobre todo cuando responde a un propósito personal de “no rendirse”, entendiendo la política de Estado no como un ejercicio de responsabilidad sino de resistencia. Ha logrado Sánchez —eso sí— cambiar la línea del discurso mediático y político que se deslizaba por los raíles de sus muy azarosos 100 primeros días de gestión. Ahora hay que imaginar el nuevo escenario: un Gobierno debilitado y minoritario, la crisis de Cataluña muy lejos de estar resuelta y pendiente el juicio a los líderes del proceso soberanista, su socio preferente —Unidos Podemos— partidario de un proceso constituyente que quiere un refrendo popular a la medida propuesta y la economía en fase de enfriamiento. Añadamos una reforma constitucional exprés que para unos será corta, para otros, excesiva, que unos querrán con referéndum y otros sin él.

Es opinión extendida que estas 15 horas de exposición dialéctica y mediática del presidente del Gobierno —entre la noche del domingo y la mañana del lunes— han sido contradictorias. Y que Sánchez, en definitiva, se estaba quedando sin oxígeno político para continuar y necesitaba cambiar el relato informativo que le atenazaba. Puede que lo logre; pero existen muchas posibilidades de que esta iniciativa reformista no prospere y engrose la lista de los fiascos gubernamentales. Al tiempo.

Una crisis como la que atraviesa el Gobierno de Sánchez no se arregla con pirotecnia dialéctica ni con temeridad política, tal y como él parece pretender. Entre el domingo a las 21:30 (entrevista en La Sexta con Ana Pastor) y este lunes a las 12:00 (conferencia en la Casa de América), el presidente del Ejecutivo ha consumado 15 horas inconexas. En la entrevista televisiva, mostró todas las carencias de su gestión y todas las inseguridades que atenazan a su equipo gubernamental. En la conferencia de este lunes, Sánchez dio un golpe de efecto con una propuesta de (mini) reforma constitucional, envolviendo el anuncio en un resumen, el enésimo, de los propósitos que alientan su gestión, deslizando una expresión que está en la lógica de su rara comparecencia en el Palacio de Linares: “No me voy a rendir”.

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