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Carmena, en el 'casting' de Almodóvar
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José Antonio Zarzalejos

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Carmena, en el 'casting' de Almodóvar

Carmena no exuda ideología sino otra suerte de carisma que le permite mandar a hacer puñetas al 'macho alfa' de Podemos y acoger a Errejón como a un sobrino muy querido

Foto: El cineasta Pedro Almodóvar (c) acudió el pasado sábado a apoyar a la alcaldesa de Madrid y candidata a la reelección, Manuela Carmena (d). (EFE)
El cineasta Pedro Almodóvar (c) acudió el pasado sábado a apoyar a la alcaldesa de Madrid y candidata a la reelección, Manuela Carmena (d). (EFE)

La mejor sociología cinematográfica de España y de los españoles es la 'almodovariana', la que refleja en sus películas el director y guionista manchego. Sus cintas nos desvelan el país profundo, gentes anónimas y ciertas, sentimientos fieramente humanos e historias verosímiles que creíamos no lo eran. Pedro Almodóvar es un hermeneuta de la época, de la contemporaneidad de nuestra sociedad, y casi siempre acierta. Su último filme, 'Dolor y gloria' —el segundo mejor estreno de la temporada, con 45.000 espectadores la primera semana de exhibición en salas—, es una filigrana argumental con sublimes escenas del protagonista (Antonio Banderas) y su madre (Julieta Serrano).

Pues bien, al observar la profusa difusión de la fotografía del director con Manuela Carmena e Íñigo Errejón, juntos en un acto el pasado sábado, experimenté una digresión intelectual que me llevó a asegurarme que la alcaldesa de Madrid tiene una impronta 'almodovariana' que la autentifica y con la que logra la misma empatía que muchos de los inolvidables personajes de las películas del director español.

Es facilísimo fabular con una escena cinematográfica de Almodóvar en la que Manuela Carmena, después de preparar una buena tanda de magdalenas, fríe las empanadillas para cenar con Errejón y cuando las lleva servidas en una fuente cae y se rompe el tobillo. Imaginen ese episodio y añádanle la llamada a la ambulancia, el traslado al hospital y, luego, su deambular en la silla de ruedas. Y a partir de ahí quizá se entienda por qué Carmena no exuda ideología sino otra suerte de carisma que le permite, además, mandar a hacer puñetas al 'macho alfa' de Podemos, Pablo Iglesias, y acoger a Íñigo Errejón como a un sobrino muy querido.

Foto: La alcaldesa Manuela Carmena en su despacho del Palacio de Cibeles junto a su jefe de gabinete, Felipe Llamas. (Ayuntamiento de Madrid)

El éxito de Carmena consiste en no responder a estereotipos políticos sino a los populares. Puede ser una abuela, una madre, una tía o, simplemente, una ciudadana que no utiliza (¿o sí?) ningún tipo de' marketing', que no calcula el impacto de su imagen, que maneja un lenguaje corriente y que sabe relativizar casi todos los problemas. Y que no insulta, no descalifica y solo emplea interjecciones de sorpresa cuando sus adversarios la refutan con hipérboles. Carmena es gente común; la vecina de al lado; la jubilada que epiloga su vida en la gestión pública sin dar al asunto mayor importancia; que aprueba Madrid Central desafiando intereses a diestro y a siniestro, o que acuerda con el BBVA, la constructora San José, Adif… la expansión 'capitalista' del norte de la ciudad, paseo de la Castellana arriba. Y que se ventila de un plumazo a los concejales de la extinta Ahora Madrid que la han (se la han) pifiado.

La realidad es que Carmena es 'roja', pertenece a una clase burguesa con posibles, no ha ejecutado bien los presupuestos, no ha limpiado Madrid, mantiene muy desiguales las prestaciones de los servicios municipales y, de cuando en vez, es intolerante con los medios de comunicación que le formulan alguna crítica, pero resulta que en el debate de la semana pasada en la SER y en 'El País', ni uno solo de sus oponentes la desbarató. Por todo eso, Pedro Almodóvar, que podía elegir colgar su preferencia izquierdista en perchas varias, fichó el sábado por un personaje en el fondo y en la forma tan suyo como Manuela Carmena. Porque ella es el éxito de la no política tradicional y de la eficacia de lo sencillo. Y si logra cuatro años más de mandato —lo que dependerá también del despistado candidato socialista, Pepu Hernández—, puede que a Madrid no lo conozca ni la madre que lo parió, en remedo de la célebre frase de Alfonso Guerra referida a España tras la victoria socialista de 1982.

El éxito de Carmena consiste en no responder a estereotipos políticos sino a los populares

Carmena rompe los esquemas como lo hacen los papeles femeninos de Almodóvar, que son los que mejor consigue, en los que inyecta una suerte de genialidad expresiva, un verismo desgarrado e impertinente y una temperamental mala uva. Ya oigo las invectivas contra este texto que sería una loa a Carmena, y por extensión a Errejón (otro personaje de Almodóvar pero con connotaciones diferentes en su guion). En realidad, solo trato de explicar la razón por la que Manuela Carmena va a encabezar la lista más votada —de largo— al Ayuntamiento de Madrid, por qué tiene muchas posibilidades de volver a ser alcaldesa de la capital y cuál es el motivo por el que la izquierda (Pablo Iglesias y el PSOE) y la derecha (pese a los muchos merecimientos de Villacís y la preparación técnica de Martínez-Almeida) no le han tomado la medida. En la foto de Pedro Almodóvar con ella y con Errejón, están todas las claves de su muy previsible victoria el 26-M.

La mejor sociología cinematográfica de España y de los españoles es la 'almodovariana', la que refleja en sus películas el director y guionista manchego. Sus cintas nos desvelan el país profundo, gentes anónimas y ciertas, sentimientos fieramente humanos e historias verosímiles que creíamos no lo eran. Pedro Almodóvar es un hermeneuta de la época, de la contemporaneidad de nuestra sociedad, y casi siempre acierta. Su último filme, 'Dolor y gloria' —el segundo mejor estreno de la temporada, con 45.000 espectadores la primera semana de exhibición en salas—, es una filigrana argumental con sublimes escenas del protagonista (Antonio Banderas) y su madre (Julieta Serrano).

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