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Sánchez, tres hipótesis pésimas y nuevas elecciones

Si el PP se sitúa mañana en Madrid en el 40% de los votos, sus opciones nacionales se incrementarían y el tiempo empezaría a correr en contra de Sánchez y del PSOE

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
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El presidente del Gobierno ha echado el freno y ha optado por convertirse en un ser traslúcido en la segunda mitad de la campaña electoral de Madrid. Está desaparecido de la batalla —y nunca mejor dicho— del 4-M después de la fogosidad con que la inició. Este retranqueo de Moncloa es, quizá, la mejor de las encuestas sobre lo que podría ocurrir mañana, porque adelanta lo de siempre: la pretendida orfandad de la derrota. Pero, además, Pedro Sánchez tiene ante sí hipótesis —es decir, suposiciones verosímiles— que deberá afrontar en este mes de mayo a cada cual más difícil, una hoja de ruta endiablada, sobre todo si pretende afrontarlas con el modelo previo a los comicios madrileños haciendo abstracción de la capacidad de sus resultados para alterar el curso de la política española en los próximos tiempos. Veámoslas:

1) Una derrota severa del PSOE en Madrid conlleva la imperiosa necesidad de que los socialistas hagan un diagnóstico sobre el porqué de su recidiva en el fracaso en esta comunidad. Más les valdría que no acudieran a lugares comunes ni a excusas de mal pagador. Si mañana se produce un revolcón como el que auguran las encuestas, se deberá, sin duda, a la debilidad crónica del partido en la capital y en la región, pero también a la peor de las compañías (Pablo Iglesias) para Gabilondo y al progresivo deterioro del Gobierno de coalición. El auge previsto de Más Madrid acredita dos tesis: que el radicalismo de UP —dócilmente seguido por el PSOE— es letal para el socialismo, como ya intuyó el propio Sánchez, y que, como ocurre en Alemania, es imaginable una izquierda alternativa. Errejón y García han circunvalado razonablemente el intolerable discurso de Iglesias y no se han entregado a esa estúpida fascinación del nuevo bolchevismo del (ex) líder de Podemos, muy a diferencia de las instrucciones gregarias de los estrategas de la campaña del candidato del PSOE. Como ha escrito Jorge Bustos con un especial acierto, todos “éramos mejor antes de conocerle” (a Iglesias). Y el PSOE también lo era.

Foto:  El candidato a la Comunidad de Madrid por Unidas Podemos, Pablo Iglesias. (EFE) Opinión
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2) A partir del día 9 y si Pedro Sánchez no cambia de criterio —lo que tampoco sería sorprendente—, decaerá el estado de alarma y se instalará en España lo que el profesor de Derecho Constitucional Javier Tajadura ha definido con propiedad como un “Estado judicial”, porque las autonomías —y la propia Administración general— deberán validar todas las medidas restrictivas de los derechos fundamentales —desde el toque de queda hasta los cierres de pueblos, ciudades y zonas sanitarias— en los tribunales, lo que conllevará un pandemonio de contradicciones. Además, serán todas medidas insuficientes cuando la incidencia acumulada de contagios se sitúa muy por encima de 220 de media y algunos territorios —Guipúzcoa, por ejemplo— se han convertido en la zona cero de la pandemia en Europa. Además, ¿se puede obviar lo que está ocurriendo en la India? En este punto, Sánchez deberá tener muy en cuenta que el PNV registra una seria crisis de credibilidad en su capacidad gestora y está elaborando una ley autonómica de pandemias que el Gobierno se verá en la obligación de impugnar ante el Constitucional. Los nacionalistas vascos son imprescindibles en la sostenibilidad parlamentaria de la coalición gobernante.

3) El día 26, si antes el Parlamento catalán no inviste a un presidente del Gobierno de la Generalitat, se disolverá la Cámara y habrá nuevas elecciones. No es probable, porque, mal que bien, se constituirá un Ejecutivo entre ERC y JxCAT con el apoyo de la CUP. Si así fuere, los republicanos quedarían atrapados por la extrema derecha independentista y la extrema izquierda libertaria —con la que ya han pactado—, lo que evitará que el grupo parlamentario de Rufián ofrezca margen alguno de maniobra en el Congreso al Gabinete de Sánchez. Y sin Iglesias en el hemiciclo, la llamada 'mayoría de investidura' quedará dispersa y sin operatividad.

Estas hipótesis verosímiles reclamarán a Sánchez decisiones arriesgadas y una sobre todas: abortar en unos meses la legislatura

Estas hipótesis verosímiles y las enormes dificultades que está registrando el Gobierno para presentar ante Bruselas el paquete de reformas (normativa laboral y pensiones) que acompañarán las transferencias del fondo de reconstrucción —enmarcado todo ello en un empeoramiento de las cifras macroeconómicas y planteando ya un incremento fiscal fortísimo con la supresión de la tributación conjunta— reclamarán a Sánchez decisiones arriesgadas y una sobre todas: abortar en unos meses la legislatura. Con más motivo si el PP gana holgadamente en Madrid, gobierna la comunidad y se produce el efecto general que este domingo auguraba Carles Castro en 'La Vanguardia': “La evolución histórica sugiere que un 40% del voto del PP en Madrid supone entre el 25% y el 30% en toda España”, lo que implicaría entre cinco y 10 puntos más de voto del que obtuvieron los populares en noviembre de 2019. O en otros términos: si el PP alcanza mañana ese porcentaje electoral, el tiempo comenzaría a correr contra Sánchez y el PSOE y quizá la progresión conservadora —ya con dos fuerzas en la derecha por la liquidación de Ciudadanos— solo podría detenerse con unas nuevas y adelantadas elecciones. Se está mascullando que Moncloa no tiene ya más conejos en la chistera.

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El presidente del Gobierno ha echado el freno y ha optado por convertirse en un ser traslúcido en la segunda mitad de la campaña electoral de Madrid. Está desaparecido de la batalla —y nunca mejor dicho— del 4-M después de la fogosidad con que la inició. Este retranqueo de Moncloa es, quizá, la mejor de las encuestas sobre lo que podría ocurrir mañana, porque adelanta lo de siempre: la pretendida orfandad de la derrota. Pero, además, Pedro Sánchez tiene ante sí hipótesis —es decir, suposiciones verosímiles— que deberá afrontar en este mes de mayo a cada cual más difícil, una hoja de ruta endiablada, sobre todo si pretende afrontarlas con el modelo previo a los comicios madrileños haciendo abstracción de la capacidad de sus resultados para alterar el curso de la política española en los próximos tiempos. Veámoslas:

1) Una derrota severa del PSOE en Madrid conlleva la imperiosa necesidad de que los socialistas hagan un diagnóstico sobre el porqué de su recidiva en el fracaso en esta comunidad. Más les valdría que no acudieran a lugares comunes ni a excusas de mal pagador. Si mañana se produce un revolcón como el que auguran las encuestas, se deberá, sin duda, a la debilidad crónica del partido en la capital y en la región, pero también a la peor de las compañías (Pablo Iglesias) para Gabilondo y al progresivo deterioro del Gobierno de coalición. El auge previsto de Más Madrid acredita dos tesis: que el radicalismo de UP —dócilmente seguido por el PSOE— es letal para el socialismo, como ya intuyó el propio Sánchez, y que, como ocurre en Alemania, es imaginable una izquierda alternativa. Errejón y García han circunvalado razonablemente el intolerable discurso de Iglesias y no se han entregado a esa estúpida fascinación del nuevo bolchevismo del (ex) líder de Podemos, muy a diferencia de las instrucciones gregarias de los estrategas de la campaña del candidato del PSOE. Como ha escrito Jorge Bustos con un especial acierto, todos “éramos mejor antes de conocerle” (a Iglesias). Y el PSOE también lo era.

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