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La condena de la memoria de Iván Redondo
El Consejo de Ministros nombra hoy al nuevo núcleo duro de Moncloa: Óscar López, en el Gabinete del presidente; Francisco Martín, en la secretaría general, y Francesc Vallès, en comunicación. Redondo, a la desmemoria
El Consejo de Ministros de hoy va a ser significativo, por más que también previsible: acordará varios nombramientos y, entre ellos, el del llamado 'núcleo duro' de la Moncloa en sustitución de aquel que en el Real Decreto 136/2020 de 27 de enero configuró Iván Redondo como director plenipotenciario del Gabinete del presidente del Gobierno. Con la inspiración de esa disposición, el donostiarra cometió su principal error: crear una superestructura que interfería con el Ministerio de la Presidencia y que le empoderaba de manera exorbitante respecto de todos los demás miembros del Gobierno y arropaba hasta la asfixia a Pedro Sánchez, al que correspondía, entonces y ahora, dictar esta resolución administrativa según la competencia que le asigna directamente la Ley de Gobierno de 1997: “La aprobación de la estructura orgánica de la Presidencia del Gobierno”. Aquello fue un remedo de la Casa Blanca; una reverberación en 'streaming' de su 'ala oeste'. Un completo exceso.
¿Cómo era la estructura que comandaba Redondo? Mejor acudir a la literalidad de los artículos 2 y 3 de aquel real decreto que hacer una digresión subjetiva. Estas eran sus funciones:
a) Proporcionar al presidente del Gobierno la información política y técnica que resulte necesaria para el ejercicio de sus funciones.
b) Asesorar al presidente del Gobierno en aquellos asuntos y materias que este disponga.
c) Conocer los programas, planes y actividades de los distintos departamentos ministeriales, con el fin de facilitar al presidente del Gobierno la coordinación de la acción del Gobierno.
d) Asistir al presidente del Gobierno en los asuntos relacionados con la política nacional, la política internacional y la política económica.
e) Asesorar al presidente del Gobierno en materia de seguridad nacional.
f) Realizar aquellas otras actividades o funciones que le encomiende el presidente del Gobierno.
Y, a esas funciones, estas competencias:
Para el apoyo material al presidente del Gobierno, al Gabinete de la Presidencia le corresponderán, además, a través de la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno, las siguientes competencias:
a) La organización y la seguridad de las actividades del presidente del Gobierno, tanto en territorio nacional como en sus desplazamientos al exterior.
b) La coordinación de las actividades de apoyo y protocolo del presidente del Gobierno en su relación con los restantes poderes del Estado.
c) El apoyo y el asesoramiento técnico a los distintos órganos de la Presidencia del Gobierno. La asistencia en materia de administración económica, personal, mantenimiento y conservación, medios informáticos y de comunicaciones.
d) La coordinación de los programas y dispositivos logísticos para los viajes al extranjero de autoridades del Gobierno español.
e) La supervisión del Sistema Operativo Sanitario de la Presidencia del Gobierno.
f) La planificación y seguimiento de la actividad gubernamental.
g) La ejecución de aquellas otras actividades o funciones que le encomiende el presidente del Gobierno.
Tras atribuir al director del Gabinete la condición de secretario de Estado, se ponía bajo su dependencia los siguientes órganos:
a) La Secretaría General de la Presidencia del Gobierno, cuyo titular tendrá el rango de subsecretario.
b) La Dirección adjunta del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, cuyo titular tendrá el rango de subsecretario.
c) El Departamento de Seguridad Nacional, cuyo titular tendrá el rango de director general.
d) El Departamento de Asuntos Económicos y G-20, cuyo titular tendrá el rango de director general.
e) El Departamento de Asuntos Exteriores, cuyo titular tendrá el rango de director general.
f) El Departamento de Unión Europea, cuyo titular tendrá el rango de director general.
g) La Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo, cuyo titular tendrá el rango de director general.
Y, además, se establecía:
Que el director del Gabinete asistirá a la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios.
Que el director del Gabinete ejercerá las funciones de secretario del Consejo de Seguridad Nacional.
Que el director del Gabinete ejercerá las funciones de dirección, coordinación e impulso del Comité de Dirección de la Presidencia del Gobierno (en el que tenía asiento el secretario de Estado de Comunicación).
Estos eran los poderes de Iván Redondo, que serán muy pronto rectificados una vez sea nombrado hoy Óscar López para sustituirle. Los que ostente el nuevo director del Gabinete serán más recortados, aunque no necesariamente su gestión será menos eficiente. La eficacia no siempre depende de las dimensiones administrativas que se manejan. A la postre, la profusión de competencias y organismos bajo el mando de Redondo nunca redundó en una mejor coordinación del Gobierno, ni evitó al presidente chascos varios y algunos fracasos formidables. Y, a mayor abundamiento, esa acumulación de fielatos, filtros y supervisiones ralentizó el funcionamiento de los distintos ministerios y se solapó con las competencias de la vicepresidenta Carmen Calvo. Sin olvidar que Félix Bolaños —a la sazón secretario general de la Presidencia— dependía también de Redondo con la categoría de subsecretario, inferior a la de secretario de Estado. Por supuesto, nada de todo este montaje, nada del funcionamiento anterior de los servicios de Moncloa, es ajeno a la directa responsabilidad de Pedro Sánchez.
La antigua Roma fue la partera de formas y procedimientos políticos que conservan, reformulados, su total vigencia. El Senado y el pueblo, una vez fallecía el emperador —u otros personajes poderosos— declaraba su apoteosis o máximo reconocimiento a su recuerdo, o condenaba su memoria ('damnatio memoriae') proscribiendo su nombre, destruyendo sus estatuas, abrogando sus normas y cubriendo de escombros sus palacios. Pues bien, salvadas las distancias, ocurre lo mismo en la política contemporánea. Es lo que sucederá con el recuerdo de Redondo al designar el Consejo de Ministros el nuevo núcleo duro de Moncloa: Óscar López, director del Gabinete de la Presidencia, Francisco Martín, secretario general de la Presidencia, y Francesc Vallès, secretario de Estado de Comunicación. Redondo, a la desmemoria, aunque su carácter templado, la experiencia acumulada y una inteligencia despierta le permitirán reverdecer laureles una vez la auténtica y definitiva versión de su precipitación al 'barranco' quede aclarada.
PD. Me permito sugerir la lectura del ensayo '
El Consejo de Ministros de hoy va a ser significativo, por más que también previsible: acordará varios nombramientos y, entre ellos, el del llamado 'núcleo duro' de la Moncloa en sustitución de aquel que en el Real Decreto 136/2020 de 27 de enero configuró Iván Redondo como director plenipotenciario del Gabinete del presidente del Gobierno. Con la inspiración de esa disposición, el donostiarra cometió su principal error: crear una superestructura que interfería con el Ministerio de la Presidencia y que le empoderaba de manera exorbitante respecto de todos los demás miembros del Gobierno y arropaba hasta la asfixia a Pedro Sánchez, al que correspondía, entonces y ahora, dictar esta resolución administrativa según la competencia que le asigna directamente la Ley de Gobierno de 1997: “La aprobación de la estructura orgánica de la Presidencia del Gobierno”. Aquello fue un remedo de la Casa Blanca; una reverberación en 'streaming' de su 'ala oeste'. Un completo exceso.
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