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Luis Tosar y los etarras inevitables
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José Antonio Zarzalejos

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Luis Tosar y los etarras inevitables

El actor solo verbalizó una opinión muy general: que en determinadas circunstancias y contextos, la 'lucha armada' era un compromiso inevitable. Es un error histórico, pero abre un debate necesario

Foto: Luis Tosar encarna a Ibon Etxezarreta. (Disney)
Luis Tosar encarna a Ibon Etxezarreta. (Disney)
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Luis Tosar es uno de nuestros mejores actores cinematográficos y en la película de Icíar Bollaín, titulada 'Maixabel' y estrenada en el festival de San Sebastián, interpreta el papel de uno de los asesinos de Juan María Jáuregui, el del etarra Ibon Etxezarreta. El atentado del marido de Maixabel Lasa aconteció en el año 2000 en Tolosa. Jáuregui había sido gobernador civil de Guipúzcoa entre 1994 y 1996, pero antes perteneció a ETA, que abandonó pronto porque rechazó su violencia terrorista. Militó en el PCE y luego se incorporó al PSOE. Los etarras, como sabuesos tras su presa, y a pesar de que el Gobierno le proporcionó trabajo fuera del País Vasco y le ofreció escolta, le atraparon indefenso en el municipio guipuzcoano, pueblo de su mujer, mientras disfrutaba de unas vacaciones en agosto de 2000.

Ibon Etxezarreta esperaba a los asesinos materiales al volante de un vehículo con el motor encendido para escapar del lugar del crimen. También participó ese mismo año en el asesinato de José María Korta. Luego, en 2014, se arrepintió, se acogió a la 'vía Nanclares' de reinserción y Maixabel Lasa se entrevistó con él y de ese encuentro, y sucesivos, nació una historia de perdón, de contrición, de pesar y, también, de esperanza. Etxezarreta considera que lo que hizo fue “imperdonable”, pero la viuda de su víctima ha tenido la generosidad de perdonarle, aunque le ha advertido: “Prefiero ser la viuda de Juan Mari a ser tu madre”. Una frase que lo dice todo.

Foto: Luis Tosar y Blanca Portillo en 'Maixabel', de Icíar Bollaín. (Disney)
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Luis Tosar, según toda la crítica, borda el papel del ejecutor de Jáuregui con la réplica espléndida de Blanca Portillo en el papel de la viuda. El actor, en una entrevista a 'El Correo' de Bilbao, publicada el domingo pasado, afirmaba que si él hubiese nacido donde lo hizo uno de los asesinos de Jáuregui, “igual las tornas estaban cambiadas”. O sea, vino a decir que en el contexto vital de Ibon Etxezarreta quizás él también hubiese sido un etarra. El mismo domingo, esa declaración de Luis Tosar era 'trendic topic' y el actor recibía una lluvia de inmerecidos insultos y descalificaciones, como si fuera responsable de un supuesto enaltecimiento del terrorismo etarra. Nada más injusto; nada más frívolo; nada más visceral.

Las palabras de Tosar no pueden recibir tacha ética o moral. El actor dice lo que piensan muchos españoles: que fueron circunstancias vitales, familiares, ideológicas y sociales —que no lo justifican— las que llevaron a muchos jóvenes a la mal llamada 'lucha armada'. El actor se limitaba a constatar una versión ampliamente arraigada en España: la inevitabilidad de ETA y de asumir con su militancia en la banda un compromiso que se creyó justo. Sin embargo, esta visión de lo que ocurrió en Euskadi es un error de carácter histórico. ETA no nació contra el franquismo sino contra España como nación (el 95% de sus crímenes se produjeron durante la democracia); la pulsión nacionalista, en este caso la vasca, no ha llevado necesariamente a la violencia y, de hecho, todos los que somos de allí y tenemos familia y amigos convivimos con nacionalistas vascos que nunca aceptaron la violencia de ETA por razones morales; un largo elenco de asesinos de ETA no nacieron en el País Vasco sino en otros territorios españoles y no pocos eran hijos de padres emigrantes, de tal manera que su enrolamiento en la banda respondía a motivaciones alejadas de sus contextos vitales. Muchos nacionalistas, y no pocos vascos que alumbraron ETA, son desde tiempo atrás sus principales críticos.

Foto: Maixabel Lasa, cara a cara con Ibon Etxezarreta 'Potxolo', el asesino de su marido. (Movistar )

Luis Tosar ha planteado con sus palabras un debate que si discurre sereno y racional daría para mucho, aunque nunca para el insulto o la descalificación de sus palabras, sino para la aclaración histórica de ese episodio atroz del terrorismo de ETA. Ibon Etxezarreta se ha arrepentido y su compungimiento es una deslegitimación de lo que hizo él y de la trayectoria de ETA, como ha subrayado Icíar Bollaín. Muchos vascos, cierto, cayeron en la confusión moral de creer que matar por la patria era un procedimiento legítimo. Es ese un encanallamiento frecuente en la historia. Pero otros, en sus mismos parámetros vitales, optaron por lo contrario. Es el caso de los fallecidos recientemente Joseba Arregi y Mikel Azurmendi; es el caso del intelectual vasco más importante de las últimas décadas, Jon Juaristi, o de Teo Uriarte, condenado a muerte e indultado en el Consejo de Burgos de 1970. Quiero decir que no era inevitable que Ibon Etxezarreta, en función de su entorno y vivencias, militase en ETA y asesinase. Pero se sigue creyendo que había una predestinación ambiental, un sino vital, para constituirse en un criminal salvador de Euskal Herria. Es esta una convicción que está más extendida fuera que dentro del País Vasco y que Tosar, con la mejor voluntad (sobre todo si se lee la entrevista en su totalidad), expresa con sincera ingenuidad, pero con desconocimiento profundo de la anterior realidad vasca.

Foto: Beatriz Sánchez Seco, víctima de uno de los atentados de Henri Parot. (EFE)

Este pasado fin de semana, y mientras a Tosar le linchaban en las redes, la dignidad ha ganado una batalla crucial: la desconvocatoria del homenaje a Henri Parot, asesino de 39 personas que, a diferencia de Ibon Etxezarreta, no ha pronunciado una palabra de arrepentimiento, duelo o contrición. El Gobierno vasco, el de Navarra y el de España, con el centro memorial de las víctimas, organizaron un emotivo homenaje a los que Parot quitó la vida. Mientras, el portavoz de la red de apoyo a los presos de ETA (Sare) —Joseba Azcárraga, sobrino del general de brigada Luis Azcárraga Pérez-Caballero, asesinado por ETA en Salvatierra (Álava) en marzo de 1988— ha tenido la inmensa desfachatez de aducir que su organización —respaldada por EH Bildu y Otegi— está siendo “criminalizada”.

En ese contexto, la película de Bollaín tiene un sentido redentor aunque suscite controversia; las palabras de Tosar merecen reflexión, pero no agresión verbal, porque plantean un debate necesario para recuperar la verdad de lo ocurrido, y Maixabel Lasa es un personaje cuya generosidad, a veces, es difícil comprender, pero que acumula todo el derecho a conducirse como lo hace. Ibon Etxezarreta es una víctima de sí mismo y lo ha entendido. La viuda de Jáuregui es su espejo y él no ha rehuido la mirada. Y ahora ya sabe —“lo que hice fue imperdonable”— que nadie está predestinado a ser un asesino.

Luis Tosar es uno de nuestros mejores actores cinematográficos y en la película de Icíar Bollaín, titulada 'Maixabel' y estrenada en el festival de San Sebastián, interpreta el papel de uno de los asesinos de Juan María Jáuregui, el del etarra Ibon Etxezarreta. El atentado del marido de Maixabel Lasa aconteció en el año 2000 en Tolosa. Jáuregui había sido gobernador civil de Guipúzcoa entre 1994 y 1996, pero antes perteneció a ETA, que abandonó pronto porque rechazó su violencia terrorista. Militó en el PCE y luego se incorporó al PSOE. Los etarras, como sabuesos tras su presa, y a pesar de que el Gobierno le proporcionó trabajo fuera del País Vasco y le ofreció escolta, le atraparon indefenso en el municipio guipuzcoano, pueblo de su mujer, mientras disfrutaba de unas vacaciones en agosto de 2000.

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