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Las cinco decisiones ganadoras de Núñez Feijóo
El presidente del PP tomó cinco decisiones estratégicas que han fortalecido su partido ante el simulacro grotesco de la moción de censura
Cuando se planteó formalmente el simulacro de la moción de censura que este miércoles naufragó en el Congreso, el presidente del PP, con un buen diagnóstico, tomó adecuadas decisiones para no mancharse —tampoco su grupo parlamentario— con las salpicaduras de una performance grotesca. Y esas decisiones fueron las siguientes:
1) Aconsejar con sensatez, y hasta con compasión, a Ramón Tamames que no aceptase la encomienda de Vox: “Si fuese tu hijo, te diría que no lo hagas”. El augurio de Feijóo se cumplió por la intervención del falso candidato. Una exposición errática (“ponencia”, “informe”, lo denominó el interesado) no solo verbal —ni siquiera esbozó un programa de gobierno, ni siquiera pidió elecciones—, sino también gestual que convirtió al otrora catedrático y excomunista en un juguete roto a una edad senatorial en la que su comportamiento fue adolescente: verborrea mediática, filtración de su discurso (ligeramente cambiado en el Congreso) e inconsciencia intelectual, dadas sus circunstancias personales, todo lo cual le condujo al descrédito más absoluto. Tuvo razón Feijóo, pero el egotismo es una patología con difícil terapia.
2) Ordenar la abstención al grupo parlamentario popular. Otro acierto. Un voto negativo de los populares hubiese resultado un vasallaje a Pedro Sánchez y el positivo otro, de distinta naturaleza, a Vox. La abstención era la posición coherente para significar el alejamiento del PP de esa colisión inmisericorde entre censores y censurado y aliados de Sánchez. No solo: un voto negativo hubiera supuesto, además, un error estratégico ante la maniobra del presidente en el lanzamiento de su marca blanca, Yolanda Díaz, en lo que constituyó, además, una maniobra de presión contra Podemos. Esa teatralización navajera entre coaligados era ajena por completo a los intereses del PP que, en cambio, dejó a Vox para el arrastre con una segura transferencia de voto hacia las siglas del partido que preside el gallego. Precisamente por eso, la posición de los populares molestó tanto a Vox como al PSOE. Porque con la abstención se les escapó la pieza que los unos y los otros querían cobrarse. El discurso de Cuca Gamarra fue este miércoles el adecuado, e irritó a un chillón Patxi López. Contra Casado, el PSOE vivía mejor.
3) Guardar silencio. Feijóo estuvo el día 21 en la embajada sueca reunido con varios embajadores y este miércoles se entrevistó en Bruselas con la presidenta de la Comisión de la UE, la alemana Ursula von der Leyen. En política, el silencio es poderosísimo; según De Gaulle, “el arma política más efectiva” o, en palabras atribuidas a Leonardo da Vinci, “nada fortalece tanto la autoridad como el silencio”. Es bien sabido en comunicación política que también callar es una forma de expresión. A cambio, el presidente del Gobierno nos castigó de nuevo con un discurso reiterativo y plúmbeo de 100 minutos de duración y la vicepresidenta, con otro —también largo y muy desigual— que para ella resultó esencial porque era la confirmación laica de que “todo empezará el día 2 de abril” (lanzará su candidatura en el polideportivo Magariños, en Madrid), como declaró en la mañana de este miércoles en RNE, en el programa de Íñigo Alfonso, al que confesó —tiempo ha tardado— que se sentía incómoda con el dedazo de Pablo Iglesias, olvidando quizá que sin esa decisión personalísima del líder efectivo de Podemos, que le cedió la vicepresidencia segunda del Gobierno, no pasaría ahora de ser una ministra más de la cuota de Unidas Podemos.
4) No asistir a las sesiones parlamentarias. El volumen de la ausencia de Feijóo en el hemiciclo ha sido, a la postre, mucho más efectivo de lo que hubiera sido su presencia. Como no es diputado, no afectaba al cumplimiento de una obligación, y como no es diputado, no hubiera podido defenderse personalmente. Lo relevante, pues, no es su ausencia, sino la del presidente del Gobierno en la tarde del día 21, coherente con otras igualmente incomprensibles: tampoco estuvo presente el pasado 7 de marzo en la votación de la toma en consideración de la proposición de reforma de la ley orgánica del solo sí es sí, que sacó adelante con los votos del PP y pese al rechazo explícito de sus socios de coalición. Santiago Abascal se ausentó también, con una falta de urbanidad mayor de la que denunció por la mañana sobre determinadas indumentarias en el hemiciclo.
5) Fichar a personalidades profesionales en activo. Mientras Vox afilaba los cuchillos y cometía el despropósito de presentar al más improbable de los candidatos; mientras Tamames iba atendiendo la lista de espera de los medios que querían entrevistarle, y mientras Sánchez urdía la maniobra de presentación de Yolanda Díaz, Feijóo fichaba pro bono (lo anunció el pasado viernes) y a tiempo parcial —por pura afinidad de esas personalidades al proyecto que encabeza— a un buen ramillete de profesionales para la nueva fundación popular, Reformismo21: exministros, gestores, ingenieras aeronáuticas e industriales, economistas, catedráticos, deportistas, diplomáticos y periodistas.
Es muy probable que el simulacro de la moción de censura no lo haya ganado nadie en términos políticos, aunque lo haya perdido ruidosamente Vox. No es cierto, tampoco, que el Gobierno haya salido más cohesionado, porque Sánchez y Díaz —que no es plato de gusto en todo el socialismo— acorralaron a un Podemos que en esta tesitura puede ser más peligroso. La única victoria, ajena a la representación de estos dos últimos días en el Congreso, ha sido la que le han granjeado a Feijóo sus decisiones estratégicas. José Félix Tezanos se encargará de situar ahora al PSOE con una ventaja de 10 puntos sobre el PP, pero tal cosa, no por repetida menos grave, se añade a la lista de prevaricaciones demoscópicas del actual responsable del CIS. Hoy oiremos a Feijóo. Cada cosa a su tiempo.
Cuando se planteó formalmente el simulacro de la moción de censura que este miércoles naufragó en el Congreso, el presidente del PP, con un buen diagnóstico, tomó adecuadas decisiones para no mancharse —tampoco su grupo parlamentario— con las salpicaduras de una performance grotesca. Y esas decisiones fueron las siguientes:
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- Evitar la catástrofe y retirar a Tamames José Antonio Zarzalejos
- Yolanda Díaz decepciona a todos José Antonio Zarzalejos